Sabido es todo sobre la batalla de Tsushima entre las escuadras rusa y japonesa en Mayo de 1905, sus causas, sus consecuencias, el incidente de Dogger Bank, también llamado de Hull, en el que la flota rusa hundió varios pesqueros británicos al confundirlos con sumergibles japoneses según unos o al estar camuflados entre los barcos de pesca dos sumergibles nipones según otros, incidente que provocó la reacción británica que cabía esperar y que agravó aun mas el penoso peregrinar desde el Báltico hasta el mar de Japón de los navíos rusos.
Pero es menos conocido el paso de la Flota Imperial del Báltico camino de aquel matadero que fue Tsushima por Galicia y mas concretamente por Vigo y las rías pontevedresas en las que tuvieron que hacer escala para carbonear y en las que encontraron toda la simpatía de la población gallega pero casi ninguna ayuda española para el carboneo pues al haberse declarado neutral España en el conflicto no podía prestarse este servicio ni en nuestras aguas ni por nuestros medios toda vez que los barcos rusos se presentaban en escuadra, es decir, en formación de guerra razón por la cual los barcos que llegaron en una segunda jornada y después del 26 de Octubre de 1904, fecha de la primera arribada, fondearon uno en cada ría para tratar de eludir la calificación dicha.
Flota Imperial rusa en Vigo 1904 |
La Flota Imperial rusa al mando del Almirante Rodshestbienky llegó en varios días empezando por el día 26 en el que arriban los acorazados de la I Flota del Báltico Kniaz Suvarov, Imperator Aleksander III, Borodino y Oriol al mando respectivo de los comandantes Ignatius, Boujvostov, Sriebrennikov y Yung mas el transporte Anadyr y algun buque auxiliar mas, no todos rusos, y enarbolando el gallardete del Almirante en el Kniaz Suvarov.
El propio día 26 entra en la ría de Villagarcía el Svetlana, mientras que el Almaz lo hacia en la ría de Muros y en la ensenada de Bueu entraba el Aurora que en 1917 haría Historia al dar la señal revolucionaria en San Petersburgo en cuyo puerto aun está amarrado para recuerdo permanente.
Entre el día 27 y 28, fecha de la partida, se produjeron un montón de idas y venidas, entrevistas con las autoridades españolas en busca de como dar una ayuda que España quería pero no podía dar, los carboneros mayoritariamente alemanes abarloados a la escuadra rusa, presiones diplomáticas británicas a tope, y por fin la orden del Ministro de la Guerra Ferrándiz de dejar carbonear cuatrocientas toneladas por barco, justo lo suficiente para llegar tranquilamente a Tánger, cantidad ampliamente sobrepasada porque nadie tenía interés en controlarlo y porque la escuadra rusa se ganó,al decir de las crónicas, el afecto de todos los gallegos que enterados de su triste situación les dieron todo su apoyo.
A día de hoy sigue siendo un misterio en donde se aprovisionaron de carbón los demás buques de la Segunda División de acorazados del Báltico que , que se sepa, no llegaron a Galicia camino de su destino, tales como el Admiral Najimov, el Sissoi Vieliki o los cruceros Dimitri Donskoi e Izumrud pero lo que si queda es la ayuda española proporcionada con gran esfuerzo diplomático y que aun hoy perdura en la memoria rusa como uno de los grandes hitos de una amistad eterna.
Sobre este episodio naval quien mas datos aporta es la revista de la época La Ilustración Española y Americana narrando con detalle extremo todas las idas y venidas de la negociación realmente sorprendentes y en las que tomó destacada parte el Comandante de Marina de Vigo Capitán de Navío Ruiz Ribera y la entrada y salida de la escuadra rusa en la ciudad gallega recibida a golpe de salva artillera y con toda la gente en el puerto aplaudiendo así como la presencia de nuestra pobre fragata Extremadura para vigilar las operaciones.
El final es de sobra conocido. En el Mar de Japón se enfrentan ambas escuadras. El Suvarov, el Borodino, y el Aleksander III entre otros menores fueron hundidos, el Oriol se rindió, el Aurora consiguió refugiarse en Manila y el Almaz consiguió llegar a Vladivostok...mas de cuatro mil muertos, cerca de cinco mil heridos, veintiún barcos hundidos....el Almirante ante un Consejo de Guerra en el que fue absuelto...
Un episodio mas de nuestra mutua y fecunda Historia y no se si también de una guerra evitable.
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