EL CISNE NEGRO
Mi pueblo es como todos los pueblos, ni grande ni
pequeño, ni feo ni bonito…aunque todos sus habitantes creemos que es el mejor
del mundo, sobre todo aquellos que fueron muy lejos a buscar una vida mejor,
demasiados, y le añoran cada día. Vuelven en verano y pasan las fiestas del
lugar como si fuese la última, bailan, charlan con todo el mundo, se acuestan
cuando los músicos dejan de tocar y se pasan el día comentando lo bien que se
lo habían pasado.
Total que es un pueblo como los demás en el que los
observadores ajenos pueden sacar la conclusión de que aquí nunca pasa nada, y
que, en ocasiones, tal parece que se ha parado en él el tiempo….
Pero la realidad es otra, claro que pasan cosas…
Un buen día aparecieron en la ria varios patos, quizás
eran ocas, y una pareja de cisnes negros.
La gente, hacía, hacíamos, conjeturas sobre su
origen pero nadie supo, supimos, encontrar una explicación a aquel tan extraño caso.
Todos nos acostumbramos a su presencia, los más les
echaban pan, y hasta ellos se subían al muelle y parecían hacer buenas migas
con todo el mundo, incluidos y sobre
todo, los niños.
Mi pueblo está situado en una marisma declarada
Parque Natural y por ende protegido y llegaron unos señores que sabían mucho y
dijeron que aquellos amigos de todos no eran autóctonos y por tanto había que
evitar que se cruzarán con las especies “del país” y trataron sin éxito de recogerlos
para llevarlos a otra parte donde estuvieran en su hábitat. Yo nunca antes había
visto ni pato ni oca ni cisne por esto parajes pero como aquellos señores sabían
tanto tuve que pensar que los habría aunque yo no los viera…
No lo consiguieron porque el pueblo no entendía, no
entendíamos, lo de los autóctonos y lo del hábitat. Aquellos animales habían
elegido libremente vivir aquí y creíamos que no debían ser retirados, argumentando
seguramente sin razón, que eran animales pero no tontos.
De nada sirvieron nuestras quejas porque
aprovechando aquello tan difuso de la gripe aviar, volvieron los señores que
tanto sabían y nos convencieron a todos de que por razones de salud y para
evitar que se propagara la enfermedad debían de llevárselos y, claro, nosotros
que nada sabemos de eso pues debimos claudicar ante el criterio de aquellos que
se llamaban ecologistas y que habían estudiado tanto.
Con profunda tristeza los vimos desaparecer, alguno
decía que a lo mejor se los comían que había mucha gente mala en todas partes y
no puedo asegurar que en ocasiones yo no pensara como ellos pero lo cierto es
que dejaron de formar parte de nuestras vidas cotidianas y de nuestro paisaje y
poco a poco todos nos fuimos olvidando de ellos hasta que….
…una mañana uno de los madrugadores habituales dio
la voz de alarma: ¡¡¡Habían regresado los dos cisnes negros ¡!!!
No digo yo que fuéramos todos corriendo a verlos
pero casi y pronto se corrió la voz y hasta los escasos turistas bajaban a la
ria a fotografiarlos en toda su belleza y los escépticos nos reíamos por lo
bajo de aquellos señores tan listos que no querían que se mezclaran no se que razas…
Los niños volvieron a jugar con ellos, todos llevábamos
pan, se paseaban ellos por el muelle como si en vez de cisnes fueran pavos
reales…..el pueblo tenía dos habitantes más….
Un buen día, malo diría yo, una embarcación mató
accidentalmente a uno de ellos y tal parecía que hubiéramos perdido a un
familiar cercano del sentimiento que en pequeños y mayores produjo aquel
desgraciado hecho pero como a todo se acostumbra uno, pronto centramos nuestra atención en el
superviviente.
La vida siguió y el único ejemplar, ya talludito, incluso habla con la gente, o eso parece, y obedece a un niño como si fuera un cachorro de perro bien adiestrado llevando su soledad con absoluta arrogancia y dignidad.
La vida siguió y el único ejemplar, ya talludito, incluso habla con la gente, o eso parece, y obedece a un niño como si fuera un cachorro de perro bien adiestrado llevando su soledad con absoluta arrogancia y dignidad.
En mi pueblo nunca pasa nada, salvo cuando pasa, y
yo siempre que veo a nuestro cisne me invade la tristeza recordando a aquel que
se fue, me entra rabia pensando en los listillos que pululan por el mundo y que
juegan hasta con la felicidad de un pobre, y en este caso bello, animal, y sobre
todo pienso en que la soledad cuando es buscada debe de ser buena pero cuando
es forzosa debe de ser terrible.
Mañana veré al cisne negro y trataré de hablar con él.Quizás tenga que buscar la ayuda de algun niño para que traduzca... Quizás me diga que no me preocupe, que se siente querido y rodeado de amigos. Me
quedaría mucho más tranquilo si así fuera porque todos hemos sido alguna vez cisnes negros.
Sé que en su pueblo, que es de adopción, hay una hermosa marisma, y una ría y un paseo maravilloso y seguro que "emigrantes" que vuelven en verano a pasárselo bien y recordar tiempos pasados que, posiblemente por ser eso, pasado, siempre nos parecen mejores. Pero el relato se me antoja un hermoso cuento, de esos que nos alegran esa tarde en la que no sabemos muy bien qué hacer. El pueblo, el suyo, podría ser cualquier otro, cántabro, vasco y hasta andaluz si que tercia. " Cisne negros" podríamos serlo cualquiera de nosotros, ahora queridos, ahora rechazados... Todos somos de alguna parte, pero pocas veces estamos en esa parte. Por suerte, hay gentes buenas en todas partes, y lugares que nos adoptan, sin importarles mucho nuestro color, o el poderío, o el estatus, que todo forma parte del mismo pastel. Cuide, cuide su "cisne negro" y cuéntenos sus historias.
ResponderEliminarUna lectora anónima
Pues tienes razón en casi todo....Yo nací en Santander y he vivido en Burgos,Madrid, Santander, elizondo, Toledo, Zaragoza, Oviedo, Gijón....pero ¿quien soy yo para llevarle la contraria al señor GOOGLE? Un buen dia alguien dijo que yo era de Limpias y se quedó asi como lo del banco pintado y como anécdota curiosa en un libro de la Universidad de Valencia se me cita amablemente y se da como lugar de nacimiento Limpias(Asturias)....Jamás he dicho otra cosa distinta a que nací en Santander que es muy distinto a que vivo en Limpias(Cantabria) y no es por nada sino porque decir lo contrario no es cierto.
EliminarRespecto a escribir cosas de mi cisne negro....la novela tiene trucos, retoques, eso de Deus ex Machina...el relato es distinto, por bien escrito que esté, que no es el caso,si no se pone el alma en él, si no se desnuda uno ni es creible ni sirve para nada y yo soy poco amigo de este streaptease aunque ya lo he hecho alguna vez en este mismo blog con escaso exito salvo el personal que no fue poco...
Ni descarto escribir mas relatos ni aun tengo decidido si acabaré `publicando mi novela aqui por capítulos como he amenazado varias veces...
¿Ser de alguna parte? Me apetece Aristébano en donde una vez fui Vaqueiro de Honor ¿Como hubiera sido mi vida si hubiera nacido en aquellas brañas?
Gracias
No es Aristébano un mal lugar, pero los hay mejores. El lenguaje popular de Asturias dice que "uno no es de donde nace, si no de donde pace". Lo que ocurre que la tierra marca y tira siempre.
ResponderEliminarRespecto al relato siempre tiene un fondo personal que es el que le da credibilidad, al margen de la historia que se cuente. Quien escribe no está haciendo otra cosa que dejar sus huellas personales en otros personajes. En cuanto a desnudarse, a dejarse ver, eso se aprende con la edad. Con los años uno se va dando cuenta que todo aquello que ocultaba de su personalidad o de su vida carecía de importancia o, en todo caso, era tan parecido a lo que le sucedía al vecino que no merecía la pena tanto misterio. Si la vejez tiene alguna ventaja es precisamente esa, la de minimizar la historia de nuestra vida, la de darnos cuenta de que los problemas no eran tan graves y de lo poco que mereció la pena vivir de cara a la galería. Intente escribir como si no hubiese lectores que pudieran censurarle, seguro que el resultado será espectacular. No amordace su creatividad y menos se deje amordazar por otros. El escritor tiene que ser valiente.