En la vieja Rusia vivía Sergei un fabricante de muñecas. Un frío día de invierno, Sergei encontró un trozo de madera pesado, seco y muy viejo, y con él talló una muñeca a la que nombró Matrioska".
El fabricante decidió conservar a la muñeca con él y cada mañana la saludaba: “Buenos días Matrioska”.
Un día la muñeca respondió al saludo de Sergei y a partir de allí todos los días ambos conversaban. Pero una mañana Matrioska se encontraba muy triste y le explicó a Sergei que le gustaría tener una hija.
El fabricante le explicó que debía extraer madera de su interior y que sería muy doloroso. Matrioska aceptó el sacrificio, Sergei quitó la madera y talló una muñeca similar pero más pequeña a la que nombró Trioska.
Ocurrió que también Trioska sintió la necesidad de ser madre. De modo que el viejo Sergei extrajo la madera de su interior y fabricó una muñeca aún más pequeña, a la que puso por nombre Oska.
Al cabo de un tiempo también Oska quería tener su propia hija, pero al abrirla Sergei se dio cuenta de que sólo quedaba un mínimo pedazo de madera. Sólo una muñeca más podría fabricarse.
Entonces Sergei tuvo una gran idea. Fabricó un pequeño muñeco con bigotes al que llamó Ka: “Mira Ka, eres un hombre, recuerda que no puedes tener un hijo o una hija de dentro de ti”.
Luego, Sergei introdujo a Ka dentro de Oska, a Oska dentro de Trioska y a ella dentro de Matrioska.
Y esta es la historia de Segei y su muñeca Matrioska. Un día Matrioska desapareció y nunca la han vuelto a encontrar. Estará en alguna tienda de antigüedades o en la estantería de alguna vieja librería. Si la encuentran no duden nunca en darle el mayor cariño, porque ella no dudó en hacer el mayor de los sacrificios por alcanzar algo tan importante como la maternidad.
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