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viernes, 2 de diciembre de 2016

Creo que un libro, bueno, merece un prologo, y esta vez he decidido hacermelo yo mismo ..Vladimir ataca de nuevo...

                                         ÁMBAR
                                        PROLOGO

Escribir es algo más que emborronar cuartillas…escribir es sentir, es volver a vivir e incluso soñar y nadie, absolutamente nadie que escriba, deja de sentirse identificado con alguno o varios de los personajes que maneja aun cuando escriba sin percibir que se está retratando…
Y esto es así porque nuestra mente es rehén de sus vivencias, de su memoria, de sus miedos, de sus alegrías, de su entorno, de su actividad profesional e incluso de su formación y otros muchos factores.
Solo cuando son así los libros tienen alma, alma que huele a celulosa pero alma al fin y al cabo y solo de ese alma depende que el volumen sea bueno, malo o regular, inadvertido, sentido, vivido, leíble…
Y es que nadie puede escribir situaciones que no ha vivido, sitios que no conoce o personas que no existen en realidad  y cuando lo hace bien, que es a lo que aspiramos todos los escritores, surgen las palabras solas, que los puntos y las comas ya se pondrán luego, como si fueran formando un torrente de sensaciones que se sienten vívidas y vividas como cuando se tiene la sensación, extraña sensación, de que aquello que nos sucede ya lo hemos vivido antes llenando muestra mente de dudas más que razonables sobre lo que pudo ser nuestra vida anterior…
En esas dudas y en la línea expuesta, me  muevo cuando escribo y hoy presento para vosotros una historia que bien pudo ser así, o no, ¿por qué no? Pero que, en realidad, solo refleja mis sensaciones sobre algo que debió pasarme cuando era eslavo, o mis sueños, independientemente de la trama argumental que planteo, porque la enjundia del relato solo es creíble desde el convencimiento de que lo he vivido de una forma u otra, lo he soñado o lo viviré, solo que ni yo mismo se la respuesta a la incógnita temporal que llevo dentro pero que, en su mayoría, es cierta.
Ámbar no es más que un título, un envoltorio para describir el Alma eslava, como piensa y cómo reacciona, como da vida a las personas haciéndolas distintas a cualquiera otra, aunque el marco que la rodea sea de resina fósil. Y casi todo en él es verdad, sucedió así aproximadamente…
En un país, Rusia, lleno de arcanos, misterios, leyendas, creencias…que la mayoría de las veces solo existen en nuestro imaginario, no solo se trata de entender lo increíble sino de vivirlo y es por eso que fuera del mundo eslavo todo es un desconocimiento general incluso de los por qué de su Historia y me afano escribiendo en hacerlo entendible desde la estúpida  prepotencia de que lo entiendo, solo que no es verdad, simplemente lo intento pero como nadie sabe nada pues paso por ser de los que más saben…solo hay que echarle cara al  asunto.
Cuando escribo me pasa como cuando hablo…al final me lio y no sé como acabar pero si sé como empiezo y es que a veces es mejor dejar las cosas como están pero siempre hay alguien que quiere conocer la verdad, pero claro, ese alguien es raro que sea eslavo…

Creo que escribir una buena historia requiere dos cosas como mínimo, poner el alma en ello y que sea verídica aunque parezca fruto de la imaginación...Vladimir existió, me llamaba jitrii y decía que yo era rico...lo mataron en Bielorrusia para robarle su Lada amarillo, su cadáver apareció a los seis meses de su desaparición y su Lada nunca...tuve con él una cuenta corriente en una caja española...confiaba en mi. A su muerte ,en plena depresión rusa, me las arreglé para llevarle todo su dinero sin perder una peseta a su viuda que no entendía por qué se lo devolvía...Cosas de la vida...escribir anoveladas algunas de nuestras andanzas es una forma de que siga viviendo, al menos en mi corazón.
No creo en las obras de ficción porque la ficción existe...

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