Abandonada la idea de ser el nuevo Ken Follet y por otras causas, he tomado la decisión de publicar aquí Ámbar, la segunda parte de Veintiun grados bajo cero, y empiezo hoy con el prologo...y seguiré a razón de un capítulo por semana.
Una de las razones tambien es que el blog languidece por muchas culpas...así que quizás así reviva. En cierto modo depende de vosotros y vuestros comentarios...
Otra razón, no menos importante, sería que sin haber leido la primera parte, la segunda, esta, tiene poco recorrido porque no se entendería a los personajes...
Otra razón, no menos importante, sería que sin haber leido la primera parte, la segunda, esta, tiene poco recorrido porque no se entendería a los personajes...
Podeis hacer con esta obrita lo que queráis, imprimirla para leerla mejor, comentarla, difundirla e incluso si alguien quiere editarla pues adelante que la propiedad intelectual solo está en mi cabeza...
Feliz lectura amigos¡¡¡
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ÁMBAR
(VEINTIUN GRADOS BAJO CERO, II PARTE)
RAFAEL GONZÁLEZ CRESPO
LIMPIAS 2017
ÁMBAR
- Prologo
- Capítulo
I: La cabra siempre tira al monte.
- Capítulo
II: Vladimir tenía un Lada amarillo.
- Capítulo
III: Éramos pocos… y parió la abuela.
- Capítulo
IV: Baikal.
- Capítulo
V: ¿No querías taza? Pues toma taza y media.
- Capítulo
VI: Lilí Marlen
- Capítulo
VII: …que buenos son que nos llevan de excursión.
- Capítulo
VIII: Lo que une una cerveza que no lo separe el hombre.
- Capítulo
IX: La verdad tiene muchas aristas.
- Capítulo
X: Las botellas no siempre contienen vodka.
- Capitulo
XI: Kompromat
- Capítulo
XII: Cuando el frio invierno se presente…
- Capitulo
XIII: Algo se muere en el Alma cuando un amigo se va.
- Capítulo
XIV: Mañana será otro día…
- Capitulo
XV: La Sudba…tiene la culpa.
- Glosario
breve sobre las palabras rusas empleadas.
ÁMBAR
PRÓLOGO
Escribir es algo más
que emborronar cuartillas…escribir es sentir, es volver a vivir e incluso soñar
y nadie, absolutamente nadie que escriba, deja de sentirse identificado con
alguno o varios de los personajes que maneja aun cuando escriba sin percibir
que se está retratando…
Y esto es así porque
nuestra mente es rehén de sus vivencias, de su memoria, de sus miedos, de sus
alegrías, de su entorno, de su actividad profesional e incluso de su formación
y otros muchos factores.
Solo cuando son así
los libros tienen alma, alma que huele a celulosa pero alma al fin y al cabo y
solo de ese alma depende que el volumen sea bueno, malo o regular, inadvertido,
sentido, vivido, legible…
Y es que nadie puede
escribir situaciones que no ha vivido, sitios que no conoce o personas que no
existen en realidad y cuando lo hace
bien, que es a lo que aspiramos todos los escritores, surgen las palabras
solas, que los puntos y las comas ya se pondrán luego, como si fueran formando
un torrente de sensaciones que se sienten vívidas y vividas como cuando se
tiene la sensación, extraña sensación, de que aquello que nos sucede ya lo
hemos vivido antes, eso que llaman ahora el dejá vu, llenando nuestra mente de
dudas más que razonables sobre lo que pudo ser nuestra vida anterior…y futura…porque
todos creemos en algo o en alguien aunque solo sea en combate o cuando empieza
a hacer cosas raras el avión..
En esas dudas, y en la
línea expuesta, me muevo cuando escribo
y hoy presento para vosotros una historia que bien pudo ser así, o no, ¿por qué
no? Pero que, en realidad, solo refleja mis sensaciones sobre algo que debió
pasarme cuando era eslavo, o en mis sueños, independientemente de la trama
argumental que planteo, porque la enjundia del relato solo es creíble desde el
convencimiento de que lo he vivido de una forma u otra, lo he soñado o lo
viviré, solo que ni yo mismo se la respuesta a la incógnita temporal que llevo
dentro pero que, en su mayoría, es cierta.
Ámbar no es más que un
título, un envoltorio para describir el Alma eslava, como piensa y cómo
reacciona, como da vida a las personas haciéndolas distintas a cualquiera otra,
aunque el marco que la rodea sea de resina fósil. Y casi todo en él es verdad,
sucedió así aproximadamente…
En un país, Rusia,
lleno de arcanos, misterios, leyendas, creencias…que la mayoría de las veces
solo existen en nuestro imaginario, no solo se trata de entender lo increíble
sino de vivirlo, porque en Rusia todo es posible y lo contrario también, y es
por eso que fuera del mundo eslavo todo es un desconocimiento general incluso
de los por qué de su Historia y me afano escribiendo en hacerlo entendible
desde la estúpida prepotencia de que lo
entiendo, solo que no es verdad, simplemente lo intento pero como nadie sabe
nada pues paso por ser de los que más saben…solo hay que echarle cara al asunto.
Cuando escribo me pasa
como cuando hablo…al final me lio y no sé cómo acabar pero si sé cómo empiezo y
es que a veces es mejor dejar las cosas como están aunque siempre hay alguien
que quiere conocer la verdad, pero claro, ese alguien es raro que sea eslavo…
A fuer de ser reiterativo creo que
escribir una buena historia requiere dos cosas como mínimo, poner el alma en
ello y que sea verídica aunque parezca fruto de la imaginación...Vladimir
existió, me llamaba jitrii y decía que yo era rico...lo mataron en Bielorrusia
para robarle su Lada amarillo, su cadáver apareció a los seis meses de su
desaparición y su Lada nunca...tuve con él una cuenta corriente en una caja
española...confiaba en mí. A su muerte ,en plena depresión rusa, me las arreglé
para llevarle todo su dinero sin perder una peseta a su viuda que no entendía
por qué se lo devolvía...Cosas de la vida...escribir noveladas algunas de
nuestras andanzas es una forma de que siga viviendo, al menos en mi corazón.
Y también existen Viktor, el chelnoki,
Ruslán, varios Oleg y otros que retrato con las carencias de mi pluma, y es que
como decía Campoamor “Ojalá tuviera el don de la palabra” o maneJara el pincel
mejor que la pluma…pero, claro, entonces pintaría y no escribiría…
No creo en las obras de ficción
porque la ficción siempre supera a la realidad.
En todo caso os pongo en antecedentes
de que el ámbar solo es una excusa para recorrer Rusia de cabo a rabo a través
de su Historia, de su gente, de sus costumbres…en una época en que la miseria merodeaba
a este gran país como los buitres en torno a una oveJa
desvalida…buitres que tienen nombre y apellidos porque, teniendo muchos
enemigos, quizás el peor carroñero de Rusia sea ella misma…la resignación, el
miedo como segunda naturaleza, la facilidad con que se apuntan a burlar las
leyes, y la creencia de que todo cambia para seguir igual o peor, hacen de su
sufrida gente una rara mezcla de oveja camino del matadero y águila imperial
capaz de comerse el mundo, mezcla que nos llevaría a un animal mitológico que
creo que aún no ha sido descrito…y que quizás, solo quizás, acabemos
bautizándolo leyendo estas malas cuatro líneas como el ovejáguila que tenía
bulimia…
No hagáis nada sin poner el alma en
ello, mejor no hacerlo…que hacerlo mal…
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