viernes, 29 de septiembre de 2017

Ámbar, capítulo XIV:Mañana será otro día...




                                   CAPÍTULO XIV
                            MAÑANA SERÁ OTRO DÍA…
Ruslán recogía sus cosas y le preocupaba no llevar regalos, o al menos eso decía, que ya se sabe nadie va de visita sin llevar algún presente, y, aunque Aleksander le tranquilizaba al respecto, el seguía inquieto.
Tenía esa media sonrisa entre el miedo a lo que se encontraría, a lo para él ya desconocido, y la alegría de volver a su casa o a algo más profundo como sus raíces.
 En un momento de aquel día dijo:
- No os extrañe que no me acuerde bien de las fechas, para mí la guerra acabó cuando llegué aquí y mi vida empieza hoy.
Aleksander y yo nos miramos sin decir nada, nunca entenderíamos a aquel gran hombre que nos sorprendía con su sabiduría.
El hijo de Olga le había dicho que había hecho gestiones, que conocería a sus parientes, los más ya centenarios que es sabido que en el Cáucaso la vida ese extremadamente larga, probablemente porque el alcohol conserva…
Aleksander, por el contrario, estaba taciturno, algo le preocupaba y sin embargo, estaba haciendo una gran obra, haciendo feliz a una persona y diciéndome implícitamente que estaba equivocado, que había cambiado, que no era el niñato que yo pensaba.
De repente dijo:
- Pasamos por vuestra casa camino del aeropuerto, quiero dar un beso a mi madre y que vea lo que estoy haciendo. Se merece lo mejor y así a ella se le disiparán las dudas.
- De acuerdo, le dije, me parece una muy buena idea.
No tardó el checheno en empaquetar sus escasas pertenencias y nos dispusimos a marchar mientras él, quizás emocionado, cerraba la puerta de su humilde morada como en un ritual para mí desconocido.
Aún volvió a entrar y colocó sus libros de nuevo, aquellos libros que conformaron su vida durante tantos años mientras nos decía que no quisiera perderlos, que eran un tesoro y que si conocíamos a alguien que los pudiera conservar.
Le dijimos que si, que le dejaríamos su llave a Olga y que yo me encargaría de cuidar la casa y todo lo demás…
Iniciamos la marcha y él miraba para atrás y saludaba con aire nostálgico al paso a los vecinos que habían confortado su vida en aquel lugar dejado de la mano de Dios y nos dispusimos en silencio a retroceder hacia su nueva vida. No sabía si quería volver allí o no porque no sabía si en su vida había esperanza todavía…y no podíamos ayudarle, al menos yo no sabía cómo hacerlo.
Ese silencio solo se rompió cuando Aleksander dijo que necesitaba hablar conmigo y que lo haría antes de irse cuando llegáramos al lado de su madre.
Asentí con la cabeza y me recosté sobre el asiento…era muy temprano…habíamos madrugado porque en Rusia se sabe cuándo empieza el camino, y a veces incluso a donde va, pero nunca cuando acaba…ni en donde…
Ruslán miraba  ambos lados como cuando en Rusia se dice que vagues allí donde los ojos te lleven… ¿Qué estaría pensando? ¿En lo que dejaba atrás? ¿En el futuro incierto que le esperaba? ¿En su monte Ararat perdido? ¿Quizás en aquellos amores juveniles con los que paseaba por el rio Terek? La verdad es que no sabía si estábamos haciendo las cosas bien…a veces, muchas, demasiadas,  la buena voluntad no es suficiente…
Simplemente podría ser que en aquel relativamente corto recorrido la película de su vida pasara en cámara lenta por su cabeza, una película de la que conocía la trama, el pasado pero no el final, y eso, precisamente eso, seguramente era lo que le desconcertaba…
Al llegar a casa Olga le recibió, nos recibió, con toda cordialidad, como si le conociera de toda la vida y se ofreció a preparar un té que Ruslán aceptó de buen grado. Mientras lo preparaba salí fuera a fumar un cigarrillo con la intención de que Aleksander saliera también y me dijera aquello que quería.
Salió como estaba previsto y Aleksander se sentó en el porche a mi lado…
- Sé en donde está Vladimir, dijo alargándome un papel con una dirección de la ciudad de Pinsk, en Bielorrusia. Está muy mal pero no sé si morirá antes de las lesiones o de tristeza. No le falta de nada en el sanatorio para veteranos salvo aire y libertad…
- No iré a verle, el me lo pidió. Le haré saber que conozco su paradero y que si me necesita allí iré pero antes no…es su deseo y lo cumpliré, dije lleno de tristeza.
- Quiero contarte algo aunque no sé por dónde empezar...
- Adelante sea lo que sea, contesté.
- Soy hijo del Coronel Volkov, el segundo jefe de las tropas soviéticas en Afganistán, cuyo Jefe al mando era el General Grumov.
Crecí al lado de mi hermano mayor Nicolai y vivíamos relativamente bien, mejor que la mayoría. Nicolai me protegía de todo y de todos. Los dos entramos en una academia militar y los dos nos hicimos pilotos de helicópteros.
La URSS  tuvo numerosas bajas y aquella guerra era tremendamente impopular, tanto como Gorbachov a quien la gente llamaba traidor y nuestro padre, un soldado de verdad, sufría por esta situación y porque sabía que iban a perder una guerra sin haber perdido una sola batalla por culpa de los políticos…
Nicolai y yo nos presentamos voluntarios para ir al lado de nuestras tropas, creíamos que era nuestro deber no solo para con nuestro país sino para con nuestro padre, y allí que fuimos al mando de dos aparatos anticuados como todo entonces en nuestro país, dos K-25, Kamov que la OTAN llamaba con el nombre clave de Hormone, y patrullábamos juntos, mi hermano delante, yo detrás…
Un mal día, no el peor, los talibanes recibieron los misiles Stinger regalo de los americanos y comenzamos a caer como mosca antes de que descubriéramos que no tenían visores nocturnos y empezáramos a patrullar de noche. En el valle del Panshir cayó mi hermano y aterricé jugándome la vida para ayudarle como él hubiera hecho por mí…
Murió sereno, dándome ánimos y me pidió que saliera de allí vivo y que buscara a su madre…absolutamente conmocionado le cerré los ojos y milagrosamente salí vivo de allí al echarse la noche  y volví sin daño a la base.
El 15 de Mayo de 1988 volví a casa lleno de pena y de incertidumbres pero tenía que esperar a poder hacer preguntas a mi padre, a que fuera el momento oportuno, a que se recuperara, y yo también, de tanto dolor
Cuando creí llegado el momento, mucho tiempo después, ni se inmutó con mi pregunta sobre la madre de Nicolai…lo demás ya lo sabes…más o menos…
Cuando empecé a investigar encontré en el FSB todo lo relativo a Beria…e intenté aprovecharme sin dejar de cumplir la petición de mi hermano…solo que al conoceros todo cambió en mi interior, hasta a ti te tengo un gran afecto por mucho que  quise utilizarte y habrás notado que es la primera vez que te trato de tú. Nunca lo habría hecho si no fuera por mis actuales sentimientos. En cuanto al ámbar me he visto obligado por mis jefes, yo no tengo ningún interés y no sé si se creerán lo que pasó simplemente porque lo diga yo…o tú… pero no me importa porque este no es el camino para ser feliz y yo quiero serlo. Afortunadamente los tiempos han cambiado y encontraré un trabajo que me permita ganarme la vida dignamente y, en última instancia, sé que tú me echarías una mano.
Quiero profundamente a Olga, como a una madre que nunca tuve y, por mi parte, jamás la contaré la verdad y si tú lo haces te las verás conmigo y, créeme, cuando tengo que ser malo, soy muy malo.
Olga es Rusia, la Rusia eterna, la Rusia que sufre, la Rusia envuelta en misterios, en sudor y en lágrimas, la Rusia que huele a hierba mojada segada por babuskhas, la Rusia que nunca tuvo suerte con sus gobernantes, que cree en el destino como algo inevitable que no se puede cambiar, que tiene miedo, un miedo pegado a la piel como una segunda naturaleza y que merece ser feliz o, al menos, intentarlo. Es así como yo lo veo ahora, es así como quiero verlo y pelearé toda mi vida para que Rusia sea por fin feliz. Y sé que me ayudarás con todas tus fuerzas porque en una vida anterior fuiste ruso y sientes como yo que este es un gran pueblo y debe de ser un gran país.
Me ha costado mucho contarte esto, Vladimir me convenció de que lo hiciera y casi me obligó a hacerlo adelantándose con su carta pero ahora estoy contento de haberlo hecho, que nunca haya ninguna mentira entre los dos y menos sobre algo que dada tu intuición y saber hacer, podrías averiguar en cualquier momento
Olga merece ser feliz y si para ello debo de ser su hijo, lo seré siempre. Ahora tú decides y date prisa con el cigarrillo que nos llamará en cualquier momento.
Tienes que ir con nosotros al aeropuerto, no quiero dejar en él el coche, me lo robarían seguro. Te pido que lo traigas y lo guardes por favor.
Cuando entramos ella empezaba a servir el té, nos sentamos y nos miramos sonrientes. Ella siguió y de pié se aproximó a su hijo y se apoyó en la espalda de su hijo diciendo:
- Te quiero mucho hijo, enredándole en su pelo…
- Tienes motivos para quererle y estar orgulloso de él, dije sin pensar y de repente.
Aleksander me miró supongo que agradecido y aliviado y nos reímos todos, sin saber por qué, a carcajadas…
Al marchar el ambiente había cambiado totalmente y hasta Ruslán estaba alegre y comentaba el miedo que tenía al avión y que solo se subiría si me subía yo y entre grandes risas le dije que yo no me montaba, que los aviones me daban miedo…
El avión…le asustó más de lo que él mismo pensaba…un Antonov de carga que era el único tipo que podía volar en el deshielo en aquella parte del mundo y, pálido como la nieve, se subió mirando atrás y diciéndome adiós con la mano…
Esperé a que despegara el aparato y lentamente abandoné el lugar en busca del coche de mi “hijastro”…y silbando la banda sonora de “·El bueno, el feo y el malo”…si Vladimir era el feo, Aleksander el bueno ¿Quién era yo?
Volví a casa con la mente en blanco y creo que no veía la carretera, que conducía por instinto y contaba los árboles del camino como los niños cuando juegan esas cosas volviendo loco a su padre mientras conduce…
La noche era hermosa y el frío horrible haciendo necesaria la chimenea…me apetecía escuchar música pero no sabía cuál…al calor de la riechka me entraba un sueñecillo estupendo y ella se reía mirándome…
Opté por un LP de Paul Mauriat titulado Rusia Eterna…y con el sopor, repasé todos los últimos acontecimientos montándome un batiburrillo mental enorme…en el que entraban y salían Beria y Kruchev, Vladimir y su Lada, el chelnoki, su abuelo y el ámbar, Aleksander y Nicolai, Ruslán, el lago sagrado, los trenes, Maroto y el de la moto…como si me hubiera pasado con el vodka aunque no lo había probado. Me resultaba imposible poner en orden los acontecimientos de los dos últimos años, algo que me solía pasar, en menor escala, siempre que hacía un viaje a algún lugar mágico y este parecía el caso llevado al extremo, propio de una novela de intriga que quizás algún día escribiría…
No sé ni a qué hora nos fuimos a la cama cuando aún sonaban las Danzas del Príncipe Igor en el disco de Mauriat y con un importante dolor de cabeza solo aliviado cuando se apagó la luz.
No acababa allí mi larga jornada porque no me dormía pensando en cómo le iría al checheno en el regreso a sus raíces y solo el cansancio me cerró los ojos muy avanzada la noche y su cielo negro en el que las nubes dibujaban caprichosamente la silueta del Ararat en una especie de burla benévola.
Es totalmente cierto eso de que mañana será otro día o amanece que no es poco…me desperté como un reloj Raketa de cuerda, que aquí los de batería aún no se habían generalizado por falta de pilas…el café obra en mi milagros y en diez minutos estaba dispuesto aunque no sabía para qué…seguramente para no hacer nada pero desde muy temprano y muy deprisa…pero el día no había hecho más que comenzar…
A las dos, cuando comíamos, sonó el teléfono y una voz que se me antojó gangosa preguntó por mi:
- Don Alfredo Vigón?
- Escucho, contesté con esa simple palabra que en Rusia se utiliza gracias a su simpleza.
- Le llamo desde el bufete de abogados Roca y Asociados de Moscú, me dijo mientras yo calculaba la hora de la capital para convenir que había cinco horas de diferencia y que el tal señor había madrugado hoy…
- Escucho con interés, le dije.
- Somos un despacho de abogados españoles que defendemos los intereses de nuestros compatriotas en Rusia y , antes en la URSS. Un amigo suyo, Vladimir Vladimirovich Ignatiev, ha fallecido en Pinsk, Bielorrusia, y ha dejado un legado para usted. Se trata de una caja de cartón con documentos muy antiguos  que no he leído, por supuesto, y que debo de entregarle en mi bufete cuando usted quiera y pueda acercarse a Moscú.
- Aún no sé cuando podré ir, contesté, porque es algo absolutamente inesperado pero tan pronto me sea posible iré.
- No hay prisa, los documentos son muy viejos creo y porque envejezcan un poco más no les pasará nada. Simplemente le indico que me avise con tiempo y que venga debidamente identificado porque aunque usted tiene estatus de residente, sigue siendo extranjero por lo que lo más conveniente sería que trajera el pasaporte.
- Así lo haré, respondí despidiéndome.
Me quedé estupefacto, sin saber que pensar y menos que hacer y cuando. Hasta después de muerto el viejo zorro me sorprendía y no se separaba de mí, poco sabía que nuca saldría de mi corazón…¿Qué me mandaba desde el más allá? Aquel viejo ¿osetio?¿ruso? era todo un personaje que nunca habría de haber desaparecido para siempre y me dio por pensar que quizás fueran sus vivencias, sus memorias o el material para escribirlas. Ojalá fuera eso.
Se lo comenté a Olga y con su lógica aplastante me respondió que cuanto antes saliera de dudas sería mejor para todo…
Dicho y hecho y cuatro días después volvía con mi caja de cartón a casa lleno de incertidumbres, de nervios y de esperanzas aunque ya es sabido que la Esperanza solo es una prostituta que va vestida de verde como decía Maki el Navaja…
Al día siguiente y lleno de nervios, abrí la caja…papeles, el historial militar de Vladimir, sus condecoraciones, su nombramiento de Oficial en el Frente de Bielorrusia con tan solo veinte años, algo de dinero y muchos recibos cuyo contenido ya conocía…iguales al que el abuelo de Viktor me había proporcionado solo que fechados en Kaunas, Vilna, Smolensk, Orsha, Safanovo, Moscú, Gorki, Ufá, Cheliabinsk, Omsk, Novosibirk, Kemerovo, Krasnoyarsk y un montón firmados en pequeñas localidades y , evidentemente, faltaba el de Irkutsk, todos indicando las cantidades entregadas y aludiendo a la patriótica misión encomendada a los soviets respectivos…
Todos ellos confirmaban la desaparición de la Cámara de ámbar en los términos que ya conocía y haciendo responsable del desaguisado a la incultura, la ambición y la maldad humana, culpables de sangre, sudor y lágrimas con el único objetivo de no se sabe qué y con el resultado final de que se enriquecieran unos pocos a costa de muchos…y se hablaba, no sé si con fundamento, de que se iba a reconstruir con los planos antiguos en el mismo lugar en el que estuvo originalmente, solo que está por cuenta, nuevamente, del estado ruso…
No podía imaginar cómo Vladimir había conseguido aquellos documentos y quizás, solo quizás, leyendo el resto de documentos llegara a comprender que mi amigo del alma, y a pesar de su Lada era, fue, alguien mucho más importante de lo que yo creía, de lo que él daba a entender…
Completamente anonadado, posé la caja y me dije que no leería más hasta que no me repusiera del shock que todo aquello me había causado, que  a lo mejor podría ser mañana mismo pero no ya hoy… mañana volverá a salir el Sol…
Sol que no aportó nada interesante, fotos viejas de un joven aun con dientes, un reloj Paliot de cuerda y de bolsillo con el escudo de la URSS grabado en su tapa, el historial militar de Vladimir en el que destacaba su empleo de Coronel de las fuerzas del Ministerio del Interior, una matrioskha llena de rayones y mugre que era imposible saber lo que significaba allí, una amarillenta nómina, una cinta de San Jorge, tres cartas ilegibles y lo que probablemente era un dibujo con la cara de tres niños, quizás sus hijos…me dio por pensar que toda una vida cabía tristemente en una caja de cartón y no importa que seas Rey o mendigo, científico o analfabeto, alto o bajo…en una caja cabías…y me entristecí y no sólo por él sino también por mí y creo que era la primera vez que veía a la muerte tan cerca…aunque, menos mal, no era la mía…
No tenía por qué pero seguramente lo fotocopiaría y enviaría los originales de todo a su familia, de todo menos los recibos que ya no importaban a nadie… ni siquiera a mí…
Cada vez me gustaba menos la Historia, la grande y la pequeña, nunca recoge fielmente la realidad ni de los países ni de los hombres que la conforman, llena de falsedades y de olvidos…si bien es cierto que la muerte tiene de bueno que es igualitaria…todos nos volveremos polvo más tarde o más pronto haciendo realidad aquello de “El muerto al hoyo y el vivo al bollo"... o aquello de Zorrilla y su Don Juan…” Todos iguales para mí seréis, el trece, el catorce, quince y el dieciséis…”…el olvido es la última parada de todos y cada uno de nosotros…

domingo, 24 de septiembre de 2017

Ámbar, capitulo XIII: Algo se muere en el alma cuando un amigo se va...


                                          CAPÍTULO XIII
      Algo se muere en el Alma cuando un amigo se va…
Sin Vladimir y sin Aleksander Volkov la vida era menos divertida, menos emocionante aunque también más tranquila…me quedaba la moto como último recurso para pasar el invierno…era una M-72, antecedente de la Ural,  sospechosamente parecida a la alemana de Viktor pero aquella, aquellas,  también era sospechosamente parecidas a las que se diseñaron en Eibar incluso antes de nuestra guerra incivil que me imagino no habría tantos ingenieros dedicados a inventar motos en aquella época y se practicaba más el copio, copias copiare que se decía en mi cole.
Viktor seguramente no dejaría de trabajar ni en invierno así que tendría que llamarle, pensé, al menos para que viera mi moto “nueva” e incluso echar una carrera por la nieve aunque lo más importante era saber si se encontraba bien, si quería seguir siendo mi amigo, importante, y sobre todo si se le había pasado el disgusto, o el shock,  que le produjo nuestra visita a Ruslán en su casa…
Le tuve que llamar varias veces hasta que di con él y, como imaginaba, había estado fuera moviéndose dedicado a su peculiar modo de vida. Se alegró mucho de mi llamada, lo cual me quitó un peso de encima, y quedamos en vernos al día siguiente. Se ofreció a irme a buscar pero decliné su oferta aunque sin decirle el motivo…
El día parecía de sorpresas, Aleksander llamó a su madre y no quiso hablar conmigo pero no fui capaz de decidir si esto era bueno o malo…y tampoco ella me dijo nada.
Olga se empeñó en que cuando me pusieran internet debería tener ya un ordenador, estaría preparado y me podría dedicar a mis cosas todo el tiempo que quisiera cuanto antes. Pensé que sí pero tendría que inventarme algo para seguir visitando el hotel de la ciudad. Hablaría con Viktor por ver si él podría traerme un ordenador porque aunque quisiera elegirlo yo, no valdría de nada `porque de informática no sabía ni papa… y el chelnoki…al menos tendría a quien preguntar me decía yo.
Nuestro encuentro fue espectacular, parecía que no nos habíamos visto en mil años y nuestros abrazos debieron resonar como un volcán mientras los viandantes nos miraban con cierta indiferencia si es que esto se podría dar en semejante situación pero al menos lo parecía.
Ajenos a todo, le llevé a la zona del hotel cercana a la entrada en la que había aparcado la moto y allí le dejé admirar mi adquisición, más bien regalo, que le dejó asombrado para liarse con un montón de datos sobre caballos, centímetros cúbicos, velocidades y una serie de cosas de las que yo no entendía nada. La cuestión es que la suya era mejor aunque reconocía que la mía era muy bonita, cuestión que zanjé por la vía del patriotismo más ramplón al decirle que la M-72 era rusa y que los alemanes la habían copiado, argumento definitivo para aquel hombre sencillo que le dejó en silencio solo roto por su invitación a tomar unas cervezas.
Nuestra camaradería era total y, para no romperla, omití cualquier referencia a nuestro último encuentro y viaje a Sukhaya que si él quería ya me haría algún comentario.
Viktor miraba con insistencia a la puerta, parecía como si esperara a alguien pero, fuera quien fuera, no apareció, o al menos no me di cuenta de que contactara con alguien. Al final me dijo que esperaba un recado y que, si no me importaba, querría comer allí mismo algo mientras seguía esperando. Naturalmente estuve de acuerdo aunque la cocina solía ser lamentable pero, dadas las circunstancias, me daba igual con tal de que fuera caliente.
A eso de las cuatro y ya con un café delante apareció un joven que sin dudar se dirigió a él y le dio un papel. Viktor lo leyó y le dijo al chico que en media hora estaríamos en el sitio convenido. No le di mucha importancia, ya me diría que se traía entre manos, que mi paciencia podía llegar a ser infinita, como si fuera eslavo casi y no mediterráneo, por lo que apuré mi café y tuve la osadía de pedir otro pero solamente para no dormirme esos diez minutos traicioneros de los que aún no había logrado desprenderme después de las comidas.
Minutos después me invitó a acompañarle con lo indicación de que ya me diría por el camino a dónde íbamos.
Andados unos metros me dijo:
- Quiero que conozcas y escuches a alguien. Te interesará para lo que buscáis.
- De acuerdo, lo que tú digas, contesté.
- No andaremos mucho, solo una verstá, por eso es mejor ir andando, nos hará mejor la digestión.
Vamos a ver a mi abuelo, es casi centenario y se fatiga mucho al hablar por lo que te ruego que no le preguntes demasiadas cosas aunque supongo que no te hará falta, añadió.
Asentí con la cabeza y, con las manos en los bolsillos de la pelliza porque había olvidado los guantes en la moto, aceleré el paso a su lado completamente intrigado.
Llegamos a una casa de fachada barroca horriblemente pintada, más bien lo estuvo hace años que ahora estaba llena de desconchones, de rosa y amarillo y deduje que en ella no vivía alguien cualquiera, vamos que no era una komunalka precisamente.
Llegados al primer piso nos abrió la puerta una babuskha que después de besar a mi amigo nos insistió en que no fatigáramos al abuelo y, sobre todo, que evitáramos emocionarle contándole historias de la Gran Guerra Patria.
Viktor la aseguró que no lo haríamos y que el abuelo ya sabía a qué íbamos y que seríamos breves.
Camino de la habitación me dijo que su abuelo estaba en antecedentes porque él le había hablado de mí y que había sido un jefe de por arriba en el escalafón bolchevique y en la URSS y que él mismo se había ofrecido a contarme algo.
Sin contestar, le seguí hasta una puerta de madera artísticamente labrada en la que me pareció ver alguna piedra incrustada y ni quise pensar que fuera ámbar…porque o estaba entrando en una situación de paranoia o me lo había parecido…
Tras las presentaciones de rigor aquel hombre dijo aquel hombre apoyado en tres almohadas y con voz cortada y cansina:
- Sé que eres español casi ruso, que eres amigo de mi nieto y muy listo o al menos es lo que me ha dicho él. También sé lo que buscas y entre los dos daremos solución a tus preguntas. Pero antes quiero saber hasta dónde llegan tus dotes de observación, saber si eres tan listo como Viktor dice.
- Que quiere saber exactamente?
- Lo que has observado al entrar en esta casa y lo que piensas en este momento, así sabré si merece la pena hablar contigo y si mi nieto dice la verdad sobre ti.
- Pues, comencé, he visto una casa muy bella aunque en plena decadencia, seguramente construida por los decembristas o sus familias pues su estilo es barroco afrancesado. Ha conocido tiempos mejores porque está muy descuidada como todo en Rusia y es más grande, como mansión que es, de lo que un ciudadano normal podría aspirar. También me ha llamado la atención la puerta de su dormitorio, está decorada con molduras y una flor en el centro, quizás una margarita, que brillan más que la madera que la conforma y que podría ser de ámbar o alguna resina similar pero no imagino el material exacto porque apenas he podido mirar.
Si quiere que le diga lo que pienso…pues siento curiosidad aunque sé que mi amigo no me va a hacer perder el tiempo. Estoy seguro de que lo que tenga que decirme será muy interesante y se lo agradezco, le agradezco que haga un esfuerzo para hablar conmigo.
- Es un placer para mí, en cierto modo hacerlo será como librarme de un peso que no quiero llevarme a la tumba.
El trabajo de mi nieto, continuó,  no me gustaba al principio a pesar de que era muy rentable pero en resumidas cuentas ayuda a los demás cosa que yo no hice nunca y no estoy orgulloso de ello, por eso quiero hablar con usted y me quitaré algún kilo de encima, solo alguno…
En cuanto a sus dotes de observación, es usted muy bueno y a pesar de que le observaba detenidamente, no me he dado cuenta de cómo escudriñaba cada rincón…
Tiene usted razón, esta casa es decembrista, construida por la familia de Ekaterina Trubyskaya a la muerte de su esposo a poco de llegar a este paraje inhóspito entonces. Dicen que murió de tristeza pero le puedo asegurar que su viuda, cuando él murió, rebosaba alegría y se convirtió en una de las reinas del nivel cultural que alcanzó la ciudad que apenas había nacido.
He vivido en ella toda mi vida, desde que el Soviet de la ciudad se incautó de ella y aunque primero fue para oficinas pronto se convirtió en domicilio de los jerarcas del régimen comunista y yo era el Secretario General del mismo.
Al caer la URSS y llegar las privatizaciones de Chubais la compré…Como usted sabrá a cada ciudadano de Rusia se le dio un voucher, bono, como participación en los bienes del Estado, participación que en el aún vigente código comunista le correspondía. Fue una torpeza más de las muchas que se cometieron pero a mí me valió para mucho. La gente no sabía ni quería saber para qué valía aquel papel y era fácil comprarlos por un puñado de rublos que eran más papel mojado que el propio voucher. Acumulé los suficientes para comprar casa y muebles y en ella moriré cuando Dios quiera.
No estoy orgulloso de lo que hice pero lo hubiera hecho otro de no haber obrado yo así. Eran otros tiempos del sálvese quien pueda y me salvé. Otra cosa es cómo me hice con el dinero para comprar los bonos…
En cuanto a la puerta, está tan sucia que no sé cómo ha podido darse cuenta de las incrustaciones, nadie lo percibe y  todos creen que es un adorno más, nunca ningún visitante me ha hecho mención alguna sobre ello. Tiene usted razón, es ámbar de una pureza que ahora sé lo mucho que vale pero no cuando llegó a mis manos.
Y el ámbar es la clave de todo lo que ocurrió hace tantos años. Viktor me ha contado toda su peripecia en busca de una verdad llena de otras verdades según quien la interprete y quizás le pueda aportar algo en que cimentar su verdad, que será sólo la suya como todas las verdades y que le llevará a la conclusión de si merece la pena o no seguir indagando en un cruel pasado.
Tienen razón los que buscan el tren solo que no lo encontrarán o no como ellos, ustedes, creen o quieren. El tren existió, ahora lo sé y puedo recomponer su historia y motivos…pero…
En mi opinión ese tren se fue descargando en muchas paradas, probablemente con la idea de financiar a los Soviet locales a base de piedras preciosas, oro y plata aunque finalmente su destino fue otro más bien particular…
Y lo sé porque hasta nosotros también llegó. Una noche tuvimos que descargar catorce cajas desvencijadas, recicladas, reclaveteadas, alemanas y muy pesadas, vaciarlas y llenarlas de piedras aunque nunca supe por qué aunque ya lo intuyo.
De Kalinigrado se recuperó lo que se pudo pero estaba destrozado, no teníamos ni cajas de embalar, ni material para hacerlas ni personal que lo pudiese hacer ni quien conociera el valor exacto de lo que teníamos entre manos y alguien decidió que podrían valer, al menos los metales preciosos, para financiar al PCUS e ideó la forma de repartirlo, no sé en qué medida ni en que sitios, y aquí nos llegaron los restos de aquello de lo que se habla como el gran misterio.
La realidad es esa, no hay arcano ni nada que se le parezca, entre alemanes y soviéticos lo destruimos y el remate fue repartirlo con el cruel resultado que usted ya conoce. La Cámara de Ámbar nunca aparecerá porque no existe ya, salvo lo que usted ha visto en la puerta de mi alcoba…o poco más vaya a saber en dónde.
Las cajas contenían resina ámbar deteriorada totalmente y que parecía de restos de muebles o de marcos de espejo o algo así en una cantidad de unos sesenta kilos. La tiramos en el basurero de la ciudad excepto eso poco de mi puerta, el marco y la flor, que guardé por curiosidad ignorante de su precio. También contenía veinte kilos de oro en trozos procedentes, lo mismo que la resina, de muebles y marcos o algo así y unos cien de plata. La plata la vendimos, la hicimos dinero y la compraron sobre todo extranjeros y el oro…me quedé con ello alegando que convenía tener una reserva que nos cubriera de cualquier emergencia, incluso de la que podría suponer que la URSS no se consolidase y tuviéramos que huir…la realidad es que nunca la devolví y que es el origen de que en estos tiempos sea casi millonario.
Si me pregunta por qué recuerdo con exactitud las cantidades le diré que hice un recibo sobre lo entregado que nadie me pidió nunca y que le enseño y le entrego para que lo examine.
Así lo hizo sacando un papel amarillo de debajo de una de sus almohadas y acercándomelo. Decía más o menos así:
“El Comité Central del PCUS ha hecho entrega al camarada Secretario General del Soviet de Irkutsk de las siguientes cantidades producto de determinadas requisas no mencionadas:
Sesenta kilos de ámbar
Veinte kilos de oro
Cien kilos de plata
El objetivo final de esta entrega es sufragar los gastos que el citado Soviet genere con motivo de su gloriosa y patriótica misión.”
La fecha estaba borrosa así como la firma que tenía encima un tampón negro ilegible aunque se podía leer algo así en ella como Vladimir Vladimirovich Leshennikov, que debía de ser el señor con el que hablaba.
- Esto aclara muchas cosas, dije, incluidas las preguntas sin respuestas del viaje de ese tren.
- Si, respondió, incluso su itinerario final parece claro, de aquí a Puerto Baikal y de allí…no se sabe pero tampoco importa porque ya estaba vacío.
- Es curioso pensar, le dije, que el misterio de la Cámara  no lo es tal, y triste creer que la ignorancia y la maldad acabaron con ella de una forma tremenda. Ni siquiera sé si merecían la pena tantas muertes.
- No quiero creer que solo a mí se me ha ocurrido esta versión de los hechos y mucho menos que yo solamente firmé un recibo que al final no ha servido para nada, por lo que si usted quiere recomponer la historia entera debería buscar entre Kaliningrado y Puerto Baikal más datos aunque solo sea por cerrar el asunto definitivamente. En algún lugar tiene que haber documentos que avalen nuestra teoría. Usted sabrá si merece la pena.
Nos quedamos en silencio unos segundos eternos que él rompió sacando una botella de vodka Moskovskaya, aquella tan popular que Andropov mandó fabricar baratísima para ganarse el cariño de la gente cuando ya no se creía, o se tenían grandes dudas, sobre la supremacía del “homus sovieticus”. Como revancha por su escaso éxito Andropov promulgó la primera Ley que regulaba y penaba el absentismo laboral por causa del alcohol. Y es que aquí todo es posible y lo contrario también, como digo mil veces y  como en este caso.
Brindamos en ese peculiar rito de la amistad eterna entre los pueblos y sus gentes y nos despedimos.
Cuando cruzaba el umbral de su puerta me dijo:
- No vuelva, ya no me encontrará y no puedo perder el tiempo hablando de las causas perdidas y de historias sin solución. No se lo tome a mal, es simplemente que mi tiempo se ha acabado.
- Así lo haré, respondí, pero permítame una última pregunta ¿Quién les dio la orden de actuar así?
-El Soviet de los Urales…más arriba no lo sé, respondió.
Asentí con la cabeza y murmuré un gracias apagado saliendo despacio con una sensación de que me ahogaba, de que me faltaba aire aunque no había ninguna razón aparente. Qué pena de país y cómo me recordaba al nuestro en aquello del buen vasallo y del buen señor… ¿Cómo es posible que quisieran cambiar el mundo sin cambiar la infame condición humana? Si al menos se hubieran dedicado a implantar aquella sin razón a sí mismos pero recordaba que soviet significa asesor y que su última intención era asesorar al mundo para que abrazara entero aquella sin razón teñida de sangre. Sin embargo la maldad es inherente a la condición humana y nuestra Historia está escrita en rojo toda ella. Hasta aquel personaje me parecía más humano con sus flaquezas que todos los que subyacían en la historia de la revolución bolchevique.
¿Quién dio la orden de destrozar lo que quedara de la Cámara?¿El propio Stalin? Poco importaba ya, el daño y el mal ya estaba hecho irreparablemente…
Había oscurecido  pero no tanto como para impedirme volver a casa en mi moto, y quería hacerlo ya  a pesar de la invitación de Viktor a tomar la última copa. Decliné su ofrecimiento, le di las gracias y prometí llamarle al día siguiente para hablar de su abuelo, darle las gracias y hacerle el encargo de mi ordenador pero entonces solo quería acogerme a la tranquilidad del hogar, al fuego de le estufa y dormir…si podía…si mis pensamientos me dejaban…aquel hombre no era malo sino que le había tocado en la lotería de la vida una etapa horrorosa en la que tuvo que decidir si vivir o morir y decidió lo primero, un hijo de su tiempo…Su tragedia mayor es entender que el pasado nunca se va sino que se esconde entre los pliegues del corazón, entre las arrugas del rostro, en las canas y en los sueños pero nunca se va…
Como había prometido le llamé al día siguiente y nos reunimos para tomar algo. El ambiente era raro, estábamos juntos pero callados como si ninguno quisiera ser el primero en hablar de lo sucedido el día anterior. Por edad, dignidad y gobierno, que se decía antes, debía de comenzar yo y así lo hice.
- Tu abuelo me pareció un gran hombre, le dije.
- Lo sé, respondió, aunque eso no me preocupa sino que cada cosa nueva que oigo sobre mi tierra me desazona más y más y ahora, cuando parece que levantamos la cabeza por fin, todo lo que se habla, se dice y se sabe es peor que malo y no sé si quiero saberlo, concluyó.
- No todo es malo, solo hay que ponerlo en su contexto, en su tiempo y saber separar el grano de la hoja.
- Sepáralo  para mí, por favor, porque yo cada día entiendo menos.
- Mira, continué, en el marco de la Revolución de Octubre se hicieron barbaridades y se cometieron crímenes atroces, de eso no tengas la menor duda porque fue así. Pero salvo casos muy excepcionales propios de la terrible condición humana y de las guerras, la participación de la URSS en la Gran Guerra Patria fue magnífica, heroica y sangrienta también y, sin ella, se podría quizás haber derrotado al III Reich o no pero, en el mejor de los casos, habría costado muchas vidas más, muchos sufrimientos más y, en el peor, la capital de Europa ahora sería Berlín.
Por otra parte ni tú ni nadie de tu generación tienen la culpa de nada, tampoco de lo bueno, porque ni siquiera habíais nacido. El mundo gira empujado por gente corriente que madruga cada día para ganarse el pan honradamente, gente a la que confundimos con sus gobernantes en un alarde de simpleza intelectual y, de tal forma lo hacemos, que logramos que se sientan culpables por nada que no hubieran ni siquiera podido evitar.
Y no te voy a dar una lección pretenciosa y gratuita sobre tu tierra pero te invito a que repases la Historia y te desafío a que encuentres en ella un solo ruso que haya cometido los crímenes que se le atribuyen a la URSS. Eslavos y caucásicos sí, pero rusos no. Piénsalo.
- No sé por qué me dices todo eso…
- Porque es verdad, le contesté sin dejarle continuar, y porque eres un jovenzuelo que no sabes de la vida ni la cuarta parte que yo.
Se echó a reír al verme tan serio y, más tarde me confesó, que la seguridad con la que hablaba le infundía respeto y, a la vez, le daba seguridad, una seguridad que le hacía sentirse cómodo y tranquilo.
Las birras llenaban nuestras tripas ya de mala manera cuando nos separamos con un fuerte abrazo.
- ¿Sabes lo que voy a hacer ahora mismo? inquirió Viktor.
- Pues no, le respondí.
- Voy ir a visitar a mi abuelo y le voy a dar un abrazo enorme, de esos sin palabras.
- Estoy seguro de que lo pasó mal hablando conmigo, de que le traje malos recuerdos, quizás mala conciencia y seguro que está deseando saber qué piensas y ese abrazo que le darás será la respuesta a todas sus dudas.
Me puse el casco de piloto y de repente me di cuenta que se me olvidaba algo importante y como él ya había arrancado me crucé con la moto para que parara.
- Viktor, necesito un ordenador, bueno, bonito y barato por ese orden.
Se echó a reír diciéndome que para que lo quería  si yo sabía más que aquel trasto y es que la bebida hace decir tonterías muchas, demasiadas, veces.
- Lo tendrás la semana que viene seguro que a buen precio pero me tendrás que enseñar a usarlo, dijo mientras se alejaba.
Apañado estaba si pensaba que le podía ayudar en eso por mucho que me hubiera convertido, muy a mi pesar, en su oráculo de Delfos personal.
En casa todo seguía igual pero una intranquilidad se hacía hueco en mí, esa intuición que siempre me acompañaba, como si algo fuera a pasar aunque no podía precisar qué y lo malo era que ese sexto sentido no me solía fallar aunque sólo cabía esperar… hasta que llegó Aleksander Volkov con su sonrisa de donuts y palabrería fácil para mamá pero, claro, algo fallaba, malas noticias no podían ser porque o era, lo era, un caradura extraordinario o había acertado una quiniela de catorce resultados y venía a decírmelo. Y Olga tan feliz aprovechando para ejercer de  madraza regañándole por venir con aquel tiempo, que debía haber esperado un poco más y bla, bla, bla…
- Tenemos mucho de qué hablar, me dijo, pero prefiero con calma aunque no me importa que sea aquí. Es importante a medias nada más.
- Después de comer mejor, que pienso mal con el estómago vacío… ¿No me dijiste una vez que no sé qué personaje de las novelas de caballería de España decía que no se puede manejar la espada sin el buen gobierno de las tripas?
!!!Alonso Quijano capullo¡¡¡ pensé…y creo que me entendió…
Olga no tenía nada preparado para tal visita y me ofrecí a poner una fabada de lata, caducada pero no hinchada todavía. Olga no comía alubias y yo me excusaría…por si acaso…
Aún me gustaba ser malo, más que nada porque cuando era bueno me aburría. Mucho después decidí ser bueno por si había Cielo. Pensaba que aguantar a tanto canalla durante una vida era terrible pero si era cierto todo en lo que creía y no tenía el billete para el lugar de los buenos, tendría que aguantarles otra vez pero entonces sería para toda una eternidad y por ahí sí que no pasaba de ninguna manera.
Mientras calentaba las latas me reía sólo acordándome de que años antes en Terespol, Polonia, unos imberbes guardas fronterizos me retuvieron cerca de cinco horas en el coche con el motor apagado y con un frío de mil pares hasta que descubrieron que llevaba en el maletero un paquete de yogures que, por supuesto, me requisaron alegando que no se podían introducir alimentos en el país…omití decirles que los llevaba para tirarlos porque hacía quince días que habían caducado y deseé firmemente que tuvieran un desprendimiento de retina que les tuviera en el cuarto de baño al menos el tiempo que yo había tenido que estar allí…
Después del café nos pusimos al día aunque le dejé hablar primero a él.
Me extendió dos sobres en los que se leía claramente la dirección con su nombre aunque estaban abiertos. En la plaza de la Lubianka solo había un portal y no era precisamente el de un bar sino el del FSB y en la segunda planta tenía su despacho aquel ganapán. El descuido era tan garrafal que sólo pude pensar que lo hacía con alguna intención aunque no imaginaba cual era.
En el remite el nombre de Vladimir y una dirección en un hotel de Minsk que supuse temporal.
Abrí el primero y en él encontré recibos similares al que me proporcionó el abuelo de Viktor fechados en Minsk, Pinsk y Moguilov con la única variante de las cantidades recibidas y esperé a que me diera una explicación que ya conocía.
- Como puede usted ver, a lo largo de la vía férrea se produjo un destrozo del patrimonio que comenzó en el expolio de Kaliningrado y, sin seguir más adelante, se puede decir que la Cámara de Ámbar nunca aparecerá y que la dilapidamos nosotros mismos ignorantes de su valor. No podemos echarle la culpa a nadie. Nuestro trabajo de investigación completado por Vladimir ha sido completamente inútil, no vale ni para un kompromat que ni siquiera tiene por qué ser cierto.
Le interrumpí para enseñarle mi recibo y se echó a reír diciéndome:
- Verdaderamente es muy bueno en lo que hace, más bien hacía, y además tiene suerte, algo que ya sabía también. Ahora, cerrado este asunto que no podemos resolver ¿Qué podríamos hacer con la información? concluyó volviéndome a tratar de usted.
- Perdona que sea grosero después de comer pero en mi tierra hay un giro dialéctico que viene a decir que la mierda cuanto más se mueve peor huele…lo que significa que hay cosas que es mejor dejarlas estar.
- Me parece bien y por mi parte así será. En el segundo sobre encontrarás otro sobre dirigido a ti. Creo que Vladimir quería que lo abriera, no tiene sentido que no te lo mandara directamente pero tiene usted mi palabra de que no lo he hecho.
- Lo leeré más tarde, le respondí.
- Hay otro tema como es cumplir lo prometido a Ruslán y necesito hablar con él cuanto antes para que nada más llegue el buen tiempo hacer el viaje. También necesito datos para buscar a sus familiares que a lo mejor ni existen ya.
- Podemos ir mañana mismo, le dije, nos llenaremos de barro pero después tú me ayudarás a limpiar la moto.
 Menos mal que parece le quedaba algo de vergüenza que engañar a aquel anciano sería una canallada …Habló muy firmemente cuando se lo prometió pero de este elemento ya no me fiaba un pelo porque no había dicho una verdad en su vida…En el caso de que se le hubiera olvidado, por decirlo de una manera suave, lo tendría que asumir yo aunque no me hacía mucha gracia que el Cáucaso estaba muy revuelto, en pié de guerra y, la verdad, no estaba ya para estos trotes que los años y la dolce far niente habían hecho estragos en mi cuerpo y en mi ánimo…más en el segundo porque el frío conserva y cortar leña endurece, de hecho había adelgazado un par de kilos y algunos pantalones me quedaban como a Cantinflas…
- No vayas al hotel, intervino Olga, es tarde y mañana no tendrás que madrugar si te quedas. Desayunaremos juntos que tendrás que estar fuerte para limpiar la moto dijo riéndose…
- De acuerdo madre, respondió. ¿Ya tiene ordenador Alfredo? preguntó.
- Pues creo que no dijo ella, al menos no lo tendrá hasta la semana que viene.
- Pues internet ya tiene…y tengo interés en que lea algo sobre la Operación Focks, pero no os alarméis no es por nada, solo que afecta a su país y quizás le guste leerlo. Lo leí por casualidad sobre los planes de Stalin para su país, sólo es una curiosidad, ni siquiera se puede jugar con ella a la Geopolítica ficción. Solo eso.
Me quedé con los ojos a cuadros mientras Olga se reía porque cuando me habló de comprar el aparato ya sabía que tendría la conexión en breve…
A la mañana siguiente Aleksander desayunó frugalmente, no se encontraba bien del estómago y, en mi fuero interno, me reía de mi maldad aunque él había colaborado decisivamente comiendo más de lo que debía…yo meditaba sobre cuando leer la carta de Vladimir…me daba miedo…creía que no serían buenas noticias…
Ruslán nos recibió con una amplia sonrisa y con sorpresa y, creo, con agrado. Se ofreció a prepararnos un té que Aleksander aceptó encantado…
La conversación se generalizó y rebuscando en cómo encontrar a su familia nos dio una gran lección de Historia que nunca olvidaré por cuanto seguí posteriormente indagando sobre lo que nos comentó.
Hurgando en su memoria recordaba que su familia era de origen armenio y se refirió ampliamente al genocidio a manos de los turcos de sus antepasados no muy lejanos.
- No les he mentido pero tampoco les he dicho toda la verdad. El verdadero apellido de mi familia era el de Abakimyan y mis antepasados adoptaron el rusificado Mamedov por la vía del matrimonio, algo muy conveniente en aquellos tiempos y más con el miedo en los huesos con el que salieron de su tierra para afincarse aquí tras el genocidio de nuestro pueblo. Yo nací en Grozny aquella capital bautizada con el sobrenombre terrible de Iván IV pero, como les he dicho, soy de origen armenio que, en definitiva es ser del Cáucaso, toda la Humanidad tiene su origen allí, en el monte Ararat, como seguro que ustedes saben muy bien.
No crean que aquel asesinato masivo fue algo puntual  sino que se venía produciendo desde el sultanato de Abdul Hamid, sultán que da el nombre a las “Matanzas Hamidianas” entre 1894 y 1896. Solo en la quema de la catedral de Urga en la que se habían refugiado los  armenios, murieron quemados vivos más de tres mil y en 1909 se produjeron las “Visperas Cilicianas”  a las que da nombre el antiguo reino de Cilicia que ocupó Armenia en la Edad Media, matanzas que produjeron más de veinte mil víctimas…Los Jóvenes Turcos del  partido Comité para la Unión y el Progreso sólo elevaron la maldad a su grado más extremo a pesar de que fueron recibidos por la comunidad armenia con alegría pensando que peor que les iba no podía ser…se equivocaron…ahora nadie quiere saber nada de Armenia, quizás Rusia…a los turcos les han perdonado todo…
No queda tanto de mi familia, creo, porque tampoco éramos muchos pero descendientes mezclados con otras etnias del Cáucaso tiene que haber, nietos o bisnietos de mis hermanos, quizás alguno de ellos, viejos como yo…Le daré todos los datos que pueda.
También me gustaría saber que han averiguado sobre el tren y por qué murieron aquellos soldados ¿Merecía la pena tanto dolor? concluyó.
Aleksander le puso sinceramente al corriente, no omitió nada para concluir que fue un crimen inexplicable e innecesario porque aquellos jóvenes no representaban ningún peligro para nada ni para nadie…
Mesándose los cabellos aquel anciano, repitió mil veces que el comunismo era intrínsecamente malo porque imponía su verdad a la fuerza, sin reparar en daños,  y olvidando que los principios de la Democracia, inspirada en la Grecia antigua y en Perícles fundamentalmente, respetaban los derechos individuales y la libertad de pensamiento, negando la posibilidad de imponer criterios por la fuerza de la sinrazón.
Aquel hombre era un sabio pensé, y parecía inexplicable su capacidad de comprensión y su conocimiento dado sobre todo su modo de vida, aislado y solo acompañado de sus libros, libros que él mismo podría reescribir.
Poco a poco, malo pa malu, la conversación tomó otros derroteros en los que todos nos sentimos más cómodos, e incluso, Ruslán, quizás animado porque podría cumplir su sueño, se mostró alegre y confiado como nunca le había visto.
La tarde se nos echaba encima y había que regresar y en cuanto tuvieron concretadas las fechas y otros detalles del viaje, emprendimos el regreso con cierto tono alegre.
Al poco de arrancar Aleksander preguntó:
- ¿Ha leído ya la carta de Vladimir?
- Pues no, repliqué, tengo ciertos temores que me dicen que no hay nada bueno en ella y estoy posponiendo la lectura deliberadamente sin encontrar el momento de abrirla. ¿No la has abierto tú?
- Sé que no confía en mí pero por extraño que le parezca y le repito no lo he hecho y podría haberla abierto sin que usted llegara a sospecharlo nunca, dijo.
- No puedo creer que hay sido una ligereza tuya dejar que viera tu dirección en los sobres…
- He cambiado y mucho, no me ha sentado bien moverme entre las miserias de mi país y de sus gentes y pretendo tener una relación sincera con usted. Creo que es honesto y además vive con mi madre por lo que mantenernos en una situación de desconfianza no sería lo más deseable. Estoy siendo sincero y sólo espero que me crea.
Me mantuve en silencio unos segundos, no demasiados,  antes de responder sabiendo de sobra que callar desconcertaba al interlocutor y titubeando deliberadamente le contesté que de acuerdo, que me parecía bien lo que proponía y que trataría de creerle aunque llevaría su tiempo hacerlo.
- No me importa, dijo, si lo intenta tendré mucho ganado y comprendo sus reticencias pero cuando me conozca más comprenderá que quiero formar parte de esta familia. Léala por favor, puede ser importante. Su coche ha aparecido en Moscú pero no lo llevaba él. No sé nada de él hace más de un mes salvo las cartas, y el Lada se lo cogió la Policía a unos matones de la mafia Tombovskaya, más bien a una rama que se ha desplazado a la capital. No nos dijeron de donde lo habían sacado y no nos lo dirán porque por sus tatuajes, y sin mirar más antecedentes, han estado más tiempo en la cárcel que en la calle y por robar un coche poco les va a caer que no puedan soportar…Vladimir estaba en Bielorrusia hasta que le perdí la pista y el coche en Moscú… todo es muy raro y me intranquiliza.
Asentí con la cabeza con gesto de preocupación, prometí abrirla nada más llegara a casa y comentarle el contenido, incluso dejársela leer y le comenté que mi amigo sabía arreglárselas, sobre todo para tranquilizarme a mí mismo, y continuamos en silencio nuestro camino y, al llegar, preguntó a su madre si se podría quedar a dormir y la respuesta de su madre fue la que cabría esperar en Rusia, en España y en la China, que eso de ser madre es lo más hermoso que ha hecho la Naturaleza y que crea unos vínculos indestructibles entre madres e hijos. Seguro que ya estaba pensando en que poner de desayuno a su vástago…
Esperé a quedarme solo y que durmieran, o lo pareciera, para abrir la misiva, mientras pensaba que por qué Aleksander ahora me tuteaba o me hablaba de usted indistintamente.
“Querido amigo Alfredo, mucho más que amigo diría yo, el Destino nos unió y quizás ese mismo Destino nos separe. Tú no crees en la Sudba pero sé que crees en mí que, en definitiva es lo mismo, y por eso te quiero confiar mis pensamientos y lo que has significado en mi vida.
Encontrar a alguien que piense como yo, que se sienta eslavo y nos comprenda, es lo mejor que me ha pasado en la vida. Hemos vivido juntos, hemos llegado a entendernos sin hablar y hemos disfrutado de nuestra libertad haciendo de estos últimos años los mejores que he vivido y quiero que lo que me quede de vida sea un continuo recordar nuestras ¿aventuras? Sé que sientes lo mismo por mí y, por ello, te pido que me lleves siempre en tu pensamiento.
 No quiero ponerme dramático, simplemente pretendo que lo sepas.
Hay cosas que debes de saber, una referida a mí y la otra Volkov y las dos tienen su importancia aunque el orden lo debes de poner tú mismo. Del ámbar olvídate, cuando leas estas líneas ya sabrás que lo destruimos por ignorantes, por malvados y por estúpidos y siento mucho que las ventanas de vuestro hogar nunca lleguen a ser de esa resina como prometí a Olga. Lo único cierto de esta historia es la muerte innecesaria de muchos jóvenes que creían ayudar a salvar su Patria…lo demás…ni siquiera valdría para el kompromat que pretendía, ya no, Volkov. Un kompromat vale mil dólares…no hace falta tanto esfuerzo, sólo una mísera cantidad de dinero.
Volkov ha cambiado y mucho aunque solo puedo intuir el por qué. Se ha vuelto más humano, piensa en los demás y se ha metido en charcas de aguas fecales hasta el cuello para acabar empachado. Creo que ha visto en nosotros, en Olga, en su tía Yulia y Oleg su marido, un espejo en donde mirarse para aprender que para ser feliz hace falta muy poco, mucho menos de lo que él ha tenido y tiene y creo que, a partir de ahora, debes de confiar en él en la seguridad de que no te va a defraudar. Dale un voto de confianza y no te arrepentirás. Guarda un doloroso secreto en su corazón pero solo él debe decidir si decírtelo o no. Y no seré yo quien traicione su confianza. Creo que te lo dirá cuando haya llegado el momento o quizás nunca porque puede afectar a vuestras relaciones. En cualquier caso, si no te lo cuenta solo será por modestia, por incluso timidez aunque te extrañe, nunca por ocultarlo consciente de que callar hará más bien que mal.
En cuanto a mí… lo mejor es decirlo directamente…me robaron, me apalearon y he quedado en silla de ruedas…cuando me recogieron hacía tres días que estaba tirado en una cuneta y ya no había remedio para mis lesiones. No hay nada más, simplemente unos pandilleros querían mi Lada amarillo…nuestro fiel aliado era objeto de deseo para unos desalmados, y  si no fuera trágico resultaría hasta cómico…¿Qué voy a hacer? Estoy cuidado en una especie de asilo para veteranos cerca de Minsk y no intentaré salir de aquí, no quiero que nadie me vea así y, por otra parte, tengo quien me cuide y no necesito más. Se a lo que renuncio pero no quiero nada más, simplemente vivir tranquilo lo que me quede de vida y poder rememorar todo lo vivido.
Te agradecería que no intentaras buscarme, no serviría de nada salvo aumentar mi dolor, un dolor que ahora no siento y no me gustaría que me recordaras vencido y lo que te digo vale también para Volkov, para cualquiera…déjalo estar así, recuérdame y si algún día puedes, devuélveles la paliza a aquellos cabrones.
Un abrazo muy fuerte amigo mío, saluda a Olga y no llores mi pérdida porque merece más la pena lo vivido que cualquier lágrima.  Estos últimos años han sido los mejores y ha merecido la pena vivir los otros para disfrutar de estos. Por ser han sido hasta divertidos¡¡¡
A mi familia ni una palabra aunque dudo que te recibieran… haré lo posible por dejarles en buena posición que, al fin y al cabo, son lo único que tengo y seguramente lo único que quieren…
S ubaseniem, tboi drug
Vladimir Vladimirovich Ignatiev “
Pasé la noche en vela dándole vueltas a la misiva, desconcertado, triste, sin respuestas, sin soluciones y me dio el alba despierto y con la sensación extraña de que ya no me gustaban aquellos amaneceres.
Pasé largas horas, no dormir se estaba convirtiendo casi en un hábito, viendo como en una película nuestra vida desde aquel día en Varsovia…sus risas, sus complicidades, sus silencios cómplices tan explícitos, sus cigarros que olían fatal, su vino georgiano…su amistad con mayúsculas…tenía la sensación de que mis noches empezaban a ser muy largas…
 Sólo saqué en limpio que debería dejar leer la carta a Aleksander y él sabría qué decisión tomar sobre aquel secreto que Vladimir anunciaba. Lo demás…perder un amigo es dejar morir algo en el alma…
Por la mañana le dije que le acompañaría a la ciudad cuando marchara porque tenía que hacer unas cosas y ver si Viktor había conseguido el ordenador, algo que podía hacer por teléfono pero no se me ocurrió una excusa mejor y tampoco nadie me preguntaría sobre tan estúpido motivo, simplemente entenderían los dos que quería hablar con Aleksander a solas.
Por el camino le dije que ya había leído la carta de Vladimir y que convenía que la leyera él también. Asintió y nos dirigimos a la cafetería para que pudiera hacerlo tranquilo.
Leyó en silencio y al acabar dijo:
- No tengo nada que decir por el momento. Lo que dice en esta carta es cierto todo pero no estoy aun en condiciones de sincerarme contigo. Quizás la próxima vez…cuando venga a buscar a Ruslán…
Recogió su pelliza y se marchó con aire cansado, como si hubiera envejecido de repente.