Se cumplen cien años del execrable crimen que acabó con la familia
Romanov en Ekaterimburgo, crimen del que a pesar de tanto historiador, brujo,listo y un largo etc. , se que escapó la pequeña Anastasia y lo sé porque así lo siento ...y lo creo.
Se han rodado ocho películas que yo sepa sobre su historia, un musical y varias decenas de libros y hasta en mi novela "Ámbar" hay una pequeña alusión que ahora reproduzco para vosotros, sin mas intención que recordaros el centenario del magnicidio...
La pèlicula completa está al final...
La pèlicula completa está al final...
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De todas estas
creencias, Rasputín nada de nada a pesar de que su supuesto pene de veinte
centímetros se conserva en formol en un museo de la antigua Leningrado, la que
más me gusta es la de la princesa, en realidad Gran Duquesa, Anastasia, la que escapó de la matanza de la
familia imperial de Nicolás II en la casa de Ipatiev en Ekaterimburgo. Y digo
que escapó porque así lo creo y no quiero creer otra cosa. Mi admirada
Anastasia Nikolayevna vive porque lo digo yo que ya es suficiente motivo.
Leo todo lo que cae en
mis manos sobre ella, tratando de dar sentido a su final y creyendo que Anna
Anderson, probablemente enredada en un sinfín de problemas jurídicos, fue
víctima de las circunstancias y no del soviet de los Urales.
Por casualidad vi una
película antigua sobre ella protagonizada por Ingrid Bergman y ¡¡¡Yul
Brinner!!! del que aún no sabía que era romaní y ruso de Vladivostok. No sé si fue la magnífica interpretación, mi
calurosa imaginación, mi predilección por los personajes caídos en desgracia,
los perdedores, o mis tendencias a averiguar la parte de la verdad que me interesa,
nunca completa que puede ser hasta peligroso, pero el personaje me fascinó y he
leído y leo todo lo que cae en mis manos sobre mi Anastasia, mi heroína de
mirada triste. La realidad es que aún no habían aparecido sus restos lo cual
era altamente sospechoso por cuanto, lógicamente, deberían haber sido
enterrados junto con los de toda la familia de Nicolás.
Al menos es lo que se
desprende del relato del carnicero Mijail Medvedev en su libro “Torbellinos
hostiles”, mejor manuscrito, en el que se atribuye el mérito del asesinato
dejando a los matarifes restantes como simples espectadores. La crueldad del
personaje se manifiesta en su testamento en el que legó la pistola que utilizó
en los crímenes a Nikita Kruchev, que, en mi opinión, no era mejor que él. Su
tumba, mancha para siempre el fantástico cementerio moscovita de Novodevichi no
muy lejos de la del heredero de su arma, tal para cual, sin que, al menos yo,
se sepa el destino último de la pistola de marras.
https://www.youtube.com/watch?v=2wfU3kDUlB8
https://www.youtube.com/watch?v=2wfU3kDUlB8
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