lunes, 24 de diciembre de 2012

Mi regalo de Navidad :El Amor va en silla de ruedas

                        EL AMOR VA EN SILLA DE RUEDAS
 Vivía en el centro de la ciudad. Delante de mis ventanas había una plaza con una fuente en medio y algo más allá un gran parque lo que hacía la visión desde casa más que agradable, deliciosa y el ruido suave del agua sonaba delicioso y traía paz al espíritu.
A unos escasos cien metros se encontraba una residencia de la tercera edad y con sus habitantes me cruzaba un día sí y el otro también haciéndoseme casi familiar la cara de aquellos vecinos y pensando muchas veces en qué pasaría por su mente tras toda una vida de alegrías y tristezas, como todas, al verse allí ahora, pero uno se acostumbra a lo cotidiano, por eso se llama así, y tan solo al poco tiempo pasamos a saludarnos con esa confianza que se despierta entre la gente desconocida cuando los rostros ya nos son familiares.
Una mañana de sábado cuando el cuerpo se despierta perezoso y la visión de la calle se hace lenta intentando averiguar la temperatura y el qué hacer con tanto tiempo libre, observé a un hombre que no se si empujaba una silla de ruedas o se apoyaba en ella porque su estado físico no daba para mucho mas y en aquella silla dormitaba una mujer que me dio la impresión de que no sentía ni padecía, agotada por la vida y los años y tapada con una manta que se veía colocada con absoluto mimo y pensé en que extraña fuerza hacía que aquel hombre caminara sin parar alrededor de la fuente hasta las casi dos horas que me mantuve observándole hasta que enfiló la calle lateral que llevaba a la residencia.
La escena se repitió cada sábado y cada domingo durante mas de un año y yo me levantaba apresurado para ver si estaban allí aquellas dos personas que se habían colado en mi vida y de las que ya no podía desprenderme y cuando les veía me llevaba una alegría y pensaba y repensaba en de donde sacaría aquel hombre la fuerza para seguir empujando-apoyándose en aquella silla. El insólito paseo solo se interrumpía por la lluvia porque cuando hacía frío no era obstáculo suficiente y ella era arropada con verdadero cuidado por aquel hombre de voluntad de hierro.
¿Qué pasaba por su cabeza? ¿Cuantas horas, días, meses, años, vivencias juntas se agolpaban en su débil corazón para empujar y empujar sin descanso?
Un día aquellos paseos cesaron y mi corazón entró en una zozobra desconocida para mí y me puse en lo peor y pensé que aquel hombre  había agotado sus últimas fuerzas pero me equivoqué porque pasado algún tiempo apareció de nuevo, solo, para sentarse en un banco de aquella plaza y estar allí pensativo las dos horas de rigor. Después  con paso cansino y la espalda doblada desaparecía por el mismo camino que antes tomaba hacia la residencia.
Supongo que se dejó ir hacia el lado de aquella mujer que le había abandonado físicamente porque de otra manera era imposible y seguramente lo hizo porque ya no quería nada más de este mundo, porque al faltar ella ya había acabado su misión en la tierra y un buen día , no mucho después, desapareció el para siempre dejando en mi interior una sensación de vacío como si algo me faltara aquellos fines de semana y durante un tiempo y por inercia me asomaba a la ventana por ver si se había producido un milagro pero no fue así y el tiempo que todo lo borra acabó difuminando la imagen de aquellas dos personas que me enseñaron que el amor no viaja en limusina sino en silla de ruedas.

8 comentarios:

  1. Maravilloso relato digno de la más dulce Nochebuena. Gracias por compartirlo. Es un placer leerlo.

    Isi.

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  2. Conocía esta historia y me alegra verla escrita, que no se pierda y se olvide. Le da calor humano a este blog, y no tiene lugar a miles de kilómetros, sino a la puerta de casa, que decimos en lenguaje coloquial. El amor en este caso va en “silla de ruedas”, pero también va en el corazón de las personas a las que no les pasan desapercibidos estos actos cotidianos de lo que tanto deberíamos de aprender. Son las diez de la noche del 24 de diciembre de 2012 y probablemente nunca fue tan necesario el AMOR. Puede ir en silla de ruedas… pero de lo que no tengo ninguna duda es de que siempre, siempre hay que empujarlo. Por desgracia, con frecuencia nos olvidamos que, igual que hacía el protagonista de esta historia, hay que dejar que el aire fresco de cada mañana lo alimente.

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  3. Вспомнилось высказывание А.П.Чехова: "То, что мы испытываем, когда бываем влюблены, быть может, и есть наше нормальное состояние. Влюбленность указывает человеку, каким он должен быть."
    - Вы подтвердили эту глубокую фразу своим замечательным рассказом.

    "Однажды я встретил на улице влюбленного нищего. На нем была старая шляпа, пальто потерлось на локтях, башмаки его протекли, а в душе сияли звезды." Виктор Гюго

    Спасибо.Замечательное повествование!
    С уважением
    Ольга.

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    1. Gracias Olga....he leido a Chejov con frecuencia pero no conocía esta parte de algun relato, supongo...y me parece que las personas somos personas en todas partes, en lo bueno y en lo malo.Debe de ser porque vivmos bajo el mismo cielo, bajo el mismo sol, bajo las mismas estrellas...

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  4. Hay regalos que siempre vuelven por Navidad. Y este relato lo es. Gracias y feliz Navidas.

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