CAPÍTULO V
¿No querías taza? Pues toma taza y media…
El Sol de Otoño se
colaba temprano por mi ventana sin cortinas, había dormido como un niño, lo que
soy, y estaba dispuesto a empezar una jornada que, como mínimo, se presentaba
interesante y llena de incógnitas que no tenía ni idea de cómo se iban a
resolver.
Sobre todo tenía un
interés casi morboso en saber que
milonga nos contarían sobre sus ganas repentinas de visitarnos y como me iban a
liar, y al cuñado de Olga, para que les ayudáramos, y procuraría no reírme
para no descubrir a Vladimir porque si
Aleksander se daba cuenta de que ya estaba en antecedentes todo el tinglado se
caería. !!!Cuanto me apetecía saber cómo habían llegado a la conclusión de que
el ámbar estaba en el Baikal y de qué manera se las iban a arreglar para
encontrarlo¡¡¡ Mi imaginación era grande pero no tanta…
Olía ya a café
caliente que Olga hacía estupendamente aunque ella era más de té, como todos en
Rusia. Me moví perezoso para asearme y presentarme bien pues los visitantes,
como aquellos de la serie “V”, se presentarían de forma imprevista y
probablemente pronto y casi sin darme cuenta y sumido en mis pensamientos, me
encontré en la mesa comiendo una rebanada de pan frito tranquilamente.
Me sobresaltó el
claxon acatarrado de Vladimir y miré displicentemente la hora, las diez y
media, mala para visitas y mala también
para atragantarme con el pan. Supuse que el coche de Volkov, aún no le había
visto, sería demasiado llamativo para ir por aquellos andurriales.
A media mañana
estábamos en camino a Sludyanka llenos
de paquetes, bultos y una maleta harto sospechosa propiedad de los dos socios
ocasionales en el asunto de la resina fósil que ya veríamos como acababa y,
antes, como empezaba.
La llegada fue digna
de una película cómica, Yulia y su marido en la puerta de su casa, ella medio
histérica de felicidad y radiante con su mejor, supuse, vestido; él con una
cara a medio camino entre el miedo y la curiosidad; Olga loca de alegría, su
hijo con una encantadora sonrisa que olía a falsa que apestaba y Vladimir…al
margen, atento a todo lo que se movía y dispuesto a no dejar escapar nada a su
mirada inquisidora y dos pasos por detrás para no perder la perspectiva.
¿Y yo? Pues parecía el
único intruso en aquella reunión así que me apoyé en Vladimir y le dije algo así como que creía
que iba a llover cuando la realidad era que hacía un Sol radiante. Él sí que me
entendía pero algo me decía que estaba preocupado, probablemente por mí, así
que decidí pasarle el brazo por encima del hombro y, apretándole, le dije que
nuestra amistad era inquebrantable y por primera vez ese día, le vi sonreír. En
realidad el gesto era el que él empleaba para tranquilizarme y creo que, en
alguien que solo era atrevido cuando se pasaba en la dosis de vodka, era todo
un símbolo de nuestra unión por malos vientos que surcaran la tierra, por peor
resultado que tuviera su aventura, siempre juntos, Semper
Fidelis como
en la Legión.
Comimos y bebimos a la
rusa como cuando hay algo que celebrar, es decir mucho, muchísimo, bailando
entre plato y plato, brindando por todo lo imaginable, por el amor, por el encuentro, por la salud, por Rusia y
España, por la amistad, por la salud otra vez…lo de bailar se me daba mal pero
peor a Vladimir…era la auténtica estampa del Oso Ruso y ponía en la reunión la
nota cómica hasta casi hacerme olvidar que estaban allí por algo pero ¿Quién
estropeaba a Olga y Yulia su fiesta?
Aleksander se manejaba
muy bien, se dejaba querer, estrujar…y era muy hábil en la conversación, tanto
que de no estar enterado de que algo tramaba, nadie diría que su preguntas solo
tenían la intención de agradar al marido de su tía y hacer así que participara
en la conversación y en la fiesta.
Dos cosas me llamaron
la atención, ambas antes de que el vodka y las vueltas del baile nos marearan,
y las dos relacionadas con la actividad pesquera en el lago. Aparentemente
inocuas pero no estaba yo para ser bien pensado precisamente.
Como al descuido
Aleksander preguntó a su tío que qué tal se ganaba la vida con la pesca y que
tipos de especies se pescaban allí.
Aquel hombre sencillo
se desvivió por darle toda clase de explicaciones y así me enteré de que los
peces más abundantes eran el siluro, el esturión siberiano, el omul y una
especie de trucha llamada lenok.
- Las comercializamos
de tres formas diferentes, dijo, dependiendo de la época del año. En invierno
hacemos unas perforaciones en la capa de hielo de más de un metro de espesor
para pescar con caña o con redes pequeñas según creamos que hay o no
posibilidades de pescar mucho o no. Como nada más salir del agua el pez se
congela lo vendemos así que es una forma muy natural de conservación. En
realidad pescamos poco y vendemos poco…Los barcos los sacamos a tierra y los mantenemos de pie con unas palancas de
madera. Aunque su casco es metálico el hielo acaba por deformarlo por la
presión que sufre y aunque las cuadernas son muy fuertes acaban perdiendo su
curvatura por eso lo hacemos así.
La época más
fructífera es el verano y parte del otoño y además complementamos la pesca con
paseos para los turistas que llegan de todo el mundo y para aficionados a la
pesca a los que alquilamos los aparejos y las cañas, continuó. En esta época el
pescado lo ponemos a secar al Sol y lo vendemos en rodajas alargadas que se
conservan mucho tiempo y que se comen así, casi en crudo y tienen un valor
alimenticio igual de grande que el pescado fresco que aunque lo vendemos lo es
en mucha menos proporción.
Aleksander escuchaba y
asentía con la cabeza y el gesto y sin interrumpir, los demás escuchábamos a
aquel buen hombre que se ganaba la vida duramente, sobre todo su mujer y Olga
que le veían participar y hablar de su trabajo como uno más lo que le situaba
por momentos en el centro de la reunión.
Al acabar la charla,
Aleksander, con gesto de interés, preguntó por qué no se daba en aquellas aguas
el llamado pescado de roca, de anzuelo tan apreciado en otras partes.
- Pues simplemente
porque no hay rocas, o no en la abundancia y formas como para que se de ese
pescado que dices, y que yo no conozco. El lago Baikal está rodeado de altas montañas
y por cada vaguada baja durante todo el año una gran cantidad de agua, sobre
todo en la época del deshielo que produce más de trescientas corrientes de agua
hacia el rio, lo que unido a la acción de hielo y del viento provoca la rotura
de las rocas, muy blandas en todo caso, dando lugar a arenales muy finos en
donde en verano la gente se baña y se tiende al Sol. Simplemente hay pocas
rocas, concluyó.
- Entonces su costa no
es muy escarpada, dijo Aleksander, por lo que supongo será de fácil acceso, quizás
con grutas bonitas para visitar y fotografiar.
-No lo creas,
respondió, hay muchas torcas verticales y de cierta profundidad generadas por
las cuñas del hielo pero grutas no, las bóvedas que se generarían no
resistirían los embates y la presión y se derrumbarían transformándose luego en
esas finas arenas que antes te decía. Las torcas no son muy profundas, más bien
son grietas de cierta anchura y que no llegan, creo yo, a la profundidad que
tendrían si encontraran el agua. En cualquier caso las pocas veces que nos
acercamos a ellas procuramos que no sea demasiado porque en ocasiones se
producen unos efectos sifón que puede absorberte. Es peligroso.
La conversación se
generalizó otra vez y yo tomé muy buena cuenta de lo que se había hablado
aunque no lo encajaba en nada concreto porque no tenía ninguna información
previa pero no se me olvidaría lo escuchado.
Más tarde Aleksander
volvió a la carga preguntando si se podría navegar por el lago, alegando que le
gustaría conocerlo y hacer fotografías a lo que encontró seguramente la
respuesta que esperaba.
- Tendría que hablar
con mis dos compañeros pero pasado mañana no hará viento y saldremos a pescar.
Quizás podáis salir con nosotros y hacer las fotos que con buena luz serán estupendas.
Llamad mañana y lo concretamos. En caso de ir prepararos para madrugar porque
el omul es muy madrugador y además necesitamos aprovechar al máximo las horas
de luz. Estaremos como mínimo siete horas en el agua.
- Sería genial, dijo
Aleksander, así que mañana llamaremos para concretarlo si te parece. Y comenzó
a darnos una lección de fotografía con las que sacó de la maleta misteriosa,
varias alemanas Voigslander Vitesse y una enorme Zhenit soviética armada de un
potente teleobjetivo.
Así que me esperaba una
bonita excursión pero no estaba dispuesto a ir, ni dejarles solos a ellos, si
no tenía de antemano toda la información de lo que se traían entre manos
aquella insólita pareja…
La fiesta continuaba
con un protagonista de excepción, Aleksander, capaz de bailar con madre y tía a
la vez, ahora con una, ahora con la otra, haciéndolas sentir importantes y
felices y sobre todo reír. Era un perfecto galán hasta cabrearme porque yo era,
y soy, ciertamente patoso. Me disgustaba que alguien invadiera mi espacio y
menos alguien en el que no confiaba así que en cuanto puede y en medio de un
arrebato agarré a Olga por el talle y me puse a bailar con ella. La verdad es
que esperé a que sonara una canción lenta…que se adaptaba más a mis
cualidades…pocas cualidades, y rezando para que no durara mucho aquello.
Al acabar la canción
era Vladimir el que interrogaba a Oleg, el marido de Yulia, sobre Port Baikal.
- Este puerto está a
unos sesenta kilómetros pero no lo usamos habitualmente.
- ¿Por qué?
- Hay varias razones,
la principal es que los restos del antiguo ferrocarril no permiten acercarse
para atracar el barco salvo cuando el agua está muy alta y es peligroso porque
es en pleno deshielo y el lago desagua por el rio Angara, la única salida que
tiene, y se forma una fuerte corriente que puede estrellarnos contra el muelle.
Solo llegamos a un kilómetro de allí
cuando los esturiones siberianos intentan volver al lago después de desovar
pero solo es durante un mes, más o menos, y sigue siendo peligroso.
- Pero, insistió
Vladimir. ¿Una estación de ferrocarril? ¿A
dónde iba?
- Bueno, eso es una de
las cosas menos conocidas del Transiberiano pero me extraña que vosotros no lo
sepáis. Este tren al principio atravesaba el lago en barco, los vagones se
cargaba en Port Baikal a través de grandes vías y los pasajeros iban en otros
barcos durante la travesía hasta Mysovaya en la otra ribera para desde allí
seguir por el método natural, por tierra…. El barco que llevaba a los pasajeros
está en Irkutsk en forma de monumento aunque pocos se paran a mirarlo. Años más
tarde se abandonó esta fórmula para hacer la vía férrea actual toda por tierra.
Durante la Gran Guerra
Patria y durante el largo invierno se construyó una vía sobre el hielo pero yo
no la he conocido y en Rusia se vive poco así que no quedan personas mayores
que lo vieran y todo lo que se sabe es de oídas, de boca en boca. Todo lo que
rodea a este tren y a esa vía es puro misterio se dice que se usaba para llevar
lejos los tesoros del país para que no cayeran en manos de los fascistas que,
según cuentan ya habían robado todo lo que pudieron para llevarlo a Alemania.
- Me dejas muy
sorprendido con lo que cuentas, para mi es nuevo, comentó haciendo un gran
papel teatral que seguro hubiera sido
digno de un gran aplauso de haber tenido otro público, y es muy interesante lo
que cuentas. Hemos traído un buen equipo fotográfico, quizás podríamos
acercarnos pasado mañana a una distancia en la que se pudieran hacer fotos, me
encantaría y voy a estudiar todo lo que pueda sobre este asunto.
- No depende solo de
mí, replicó Oleg, pero supongo que si no interfiere en nuestro trabajo y en
nuestra ruta no habrá inconveniente.
- No perderéis el día
seguro, dijo aquel viejo zorro, y no quiero ofenderte pero os pagaremos generosamente
y a lo mejor no necesitáis pescar.
- No es cuestión de
dinero sino de que sea posible. Aquí, con nosotros, el dinero no te solucionará
nada porque seréis nuestros invitados y sería una grave ofensa para vosotros
pagar y para nosotros aceptarlo. Somos pobres pero nuestra hospitalidad está
por encima del dinero y no os cobraremos, de eso estoy seguro sin consultar con
mis compañeros.
- Lo sé pero habría
que encontrar una manera de compensaros.
- Si, la hay, solo se
trata de que estéis contentos, dijo Oleg.
Empecé a hacerme idea
de lo que tramaban y pensé que aunque tuvieran un plan aquello les, nos,
quedaba grande, salvo que no estuvieran solos…
De vuelta a casa
admiraba el sol poniente y rojo que iluminaba tenuemente los abedules ocres
haciéndome pensar en lo sabía que era la Naturaleza que era capaz de permitir
semejante floración en tan poco tiempo y antes de que la nieve se echara encima.
Me medio desperté de aquella visión en
un gran bache que atravesó Vladimir como Perico por su casa y casi sin pensar
dije:
- Mañana a las diez
estaré en el hotel que me apetece desayunar con vosotros, dije como una forma
de aplazar el viaje en el barco de Oleg .
Aquellos dos granujas
se miraron sin decir nada y yo pensé que cuando me quejaba de mi escasa actividad
era un insensato y que aquella Sudba de las narices se reía de mí y decía
aquello tan español de ¿No quieres taza? Pues vas a tomar taza y media…Todo sea
por Olga.
Me gustaría muchísimo leerlo pasando sus hojas...
ResponderEliminar( Jana )
repito lo anterior: me gustaría muchísimo leerlo pasando sus hojas...
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