CAPÍTULO
VI
Lili Marlen
Estábamos en la
cafetería del hotel, a las diez en punto y se mascaba la tragedia que dirían
los peliculeros…Vladimir, Aleksander y yo… bueno y la camarera que debía de
tener mal día porque hacia media hora que la habíamos pedido un café con leche
y una botella de Vodka con dos limones. Suponíamos que estaría ordeñando a la
vaca pero el problema era que no empezaríamos a hablar hasta cerciorarse de que
la chica no podría escuchar la conversación. Aun no sabían que también avisaría
al FSB como hacía cada día que yo aparecía por allí.
Me sentía obligado a
decirles algo y lo dije.
- Sea lo que sea lo
que os traéis entre manos no quiero de ninguna manera que Olga sufra de tal
manera que no puede enterarse de que la visita de Aleksander es más interesada
de lo que ella pueda suponer aunque intuya algo, que tonta no es. Está feliz
porque su hijo ha venido a verla y nada ni nadie pueden quitarla esa ilusión.
Este es el trato, yo os ayudo en lo que sea
que buscáis y Olga no sufre. ¿Queda claro? Y tu Aleksander no trates de poner
cara de decir eso de jamás se me habría ocurrido, porque tú eres capaz de eso y
de mucho más así que quita el gesto de indignación que no cuela…y deja de mover
el culo en la silla que me acabarás poniendo nervioso. No te aplicaré el tercer
grado pero empezar a contarme todo de pe a pa y dejar de esperar a la camarera,
simplemente tarda porque no la cogen el teléfono en el FSB, les llama cada vez
que yo vengo y, supongo que no escucha porque no les hace falta que esto debe
de estar de micrófonos hasta arriba pero como hay nada que ocultar y tú, Aleksander, eres uno de ellos pues nada
que temer, digo yo, o si…tú dirás…
- Nada que ocultar,
dijo, en realidad es casi oficial lo que nos ha traído aquí así que nada
llamará la atención, más bien me felicitarán por hacer mi trabajo a conciencia.
- Eso no se lo cree
nadie, eres un autosuficiente, y empezar mintiéndome no es buen camino. Tú
verás, le dije, pero puedo ayudar o puedo echar a pique lo que os traigáis
entre manos. Elige.
Vladimir inició un
amago de protesta, sabía que no me engañarían, o al menos no lo suficiente, por
lo que advirtió a Volkov de que me hiciera caso o esto, lo que fuera, no
funcionaría.
Al fin llegó la
camarera que displicentemente, como acostumbraba, dejó los servicios, más bien
los tiró, sobre la mesa que entre aquellos tres nada había que rascar, bueno de
uno quizás sí pero hablaba demasiado y muy serio…ya habrá otras ocasiones…debió
pensar. De todas las maneras a uno ya le conocía y los otros dos tenían pinta
de cualquier cosa menos de turistas con pasta.
Me recosté en la
butaca y puse aire de pasar de todo, como aquel que decía lo del anuncio de
Kodak…Revele aquí su rollo…
- Se trata de la
Cámara de Ámbar, comenzó Aleksander.
-Pero ¿eso no es una leyenda?
interrumpí.
- No, no lo es,
continuó. Esa cámara existió y está en algún lugar. Te contaré todo lo que se
sobre ella.
- Pues adelante, dije
intrigado.
- Esto que le voy a
decir no forma parte de los arcanos de la Historia de Rusia y la URSS, más bien
lo que constituye un misterio es la desaparición de la Cámara de Ámbar…
A principios del Siglo
XVIII los orfebres alemanes decoraron una gran sala para el Palacio Imperial de
Berlín compuesta de ámbar y oro que recubrían las paredes en paneles ricamente
decorados, incluidos algunos muebles del mismo material adosado a los muros. No
se sabe ni cuánto tiempo ni cuantos kilos de resina fósil emplearon pues el
resultado debía de ser de tal pureza, sin burbujas ni insectos atrapados, que
se valora en muchas toneladas el material empleado. El resultado debió de ser
espectacular al extremo de que Pedro I en uno de sus viajes quedó fascinado por
la obra y así lo manifestó de tal forma
que algún tiempo después Federico I de Prusia se la regaló como una muestra de
amistad entre los dos países y al objeto de reforzar sus relaciones de todo
tipo.
No era fácil encontrar
acomodo a tal maravilla y solo en tiempos de la Zarina Isabel, se instaló en el
palacio de Catalina en Tsarskoye Selo y allí permaneció hasta que los alemanes
en la Gran Guerra Patria se acercaron a Leningrado a la que sitiaron durante
novecientos días, tiempo que aprovecharon para apoderarse de todos los bienes
que pudieron, cuadros, joyas, esculturas…y la cámara.
En realidad los
soviéticos habían protegido y escondido todo lo que pudieron pero esta joya no
pudieron al no tener personal cualificado para desmontarla lo que hizo muy fácil
a los fascistas apoderarse de ella y, ellos, si tenían gente que pudiera desmontarla
y si fueron tan cuidadosos como el caso merecía. Parece ser que la encontraron
y desmontaron en Septiembre de 1941.
Antes de que las cosas
se pusieran más feas de lo que ya estaban, los alemanes cargaron un montón de
vagones de tren con lo expoliado y le dirigieron hacia Konigsberg, la actual
Kaliningrado, en donde fue visto por última vez a finales de ese mismo año.
Parece ser que estuvo
allí junto con otras obras de arte hasta que la RAF empezó a bombardear aquel
territorio en el año 1944 pero cuando nuestras tropas ocuparon la zona ya en el
verano de 1945 el tren ya no estaba allí.
A partir de aquí las
teorías se disparan, que se llevó a Polonia, que se destruyó en los bombardeos,
que bandas de ambos bandos lo fueron robando sin saber el valor real de su
botín…pero ¿Cuánto? ¿Tres cajas? ¿Un vagón? ¿Cómo puede desaparecer un tren de
cuarenta o cincuenta unidades y al menos dos locomotoras? ¿A dónde fue a parar?
Y esto es todo lo que
se sabe de una manera resumida y hasta el día de hoy, al menos oficialmente.
- Pero algo más habrá
cuando vosotros estáis husmeando en ello y a sabiendas de que esto os queda demasiado
grande salvo que no estéis solos…
- Tenemos una teoría
basada en un testigo más bien un viejo loco que cuenta historias que nadie cree
y que vive en Sukhaya al otro lado del lago, en las páginas de un viejo diario
y en la Intuición.
-Sí, claro, la
intuición, la Sudba, y Yaga Babá…
- No, es una teoría
sólida o al menos creíble. El FSB y antes el KGB nunca dejaron de investigar de
una manera discreta para no ofender a Alemania. Se consideraba este tesoro algo
así como cuando una pareja de novios discuten y se separan, deben de devolverse
los regalos por mucho que cueste…y este podría ser el caso. Pero la URSS nunca
quiso devolverla alegando aquello de Santa Rita, lo que se da no se quita…
Los resultados fueron
nulos, sin testigos, eliminados seguramente, o muertos que la esperanza de vida
aquí es pequeñita, sin nada por dónde empezar solo la idea de que estaba en
Kaliningrado porque alguien vio algún rótulo a través de una rendija de un
vagón que, en alemán, podía significar cualquier cosa pero alguien creyó leer la palabra amber y ahí se
desataron las elucubraciones.
Nosotros también
elucubramos pero hemos recogido documentación suficiente para creer que el tren
no avanzó, era imposible en aquel infierno de fuego que se desató en Konigsberg
y menos sin que nadie lo viera. Creemos que el tren retrocedió pero no
entendemos por qué ni por qué tan lejos como creemos.
Todo lo que se trasladó
al Este, fabricas, arte, personas… pasó los Urales y allí se quedó y solo
podemos pensar que alguien no entendió las ordenes u obró de mala fe con la
maligna intención de hacerse con el tesoro al acabar la guerra y si sobrevivía
en ella, por lo que tenemos que creer que era alguien con cierto poder, alguien
que pudo dar la orden y que no estaba implicado en los combates. Lógicamente
debería haber redactado algún documento, carta, plano…pero no lo hemos
encontrado, tan solo un viejo diario, más bien tres hojas, de alguien que suponemos trabajaba en los
ferrocarriles, diario que aún no te podemos enseñar porque no lo tenemos.
Para nosotros es
prioritario hablar con un tal Ruslán Mamedov, de origen checheno, el hombre que
vive en la parte Este del Baikal, al
lado del antiguo desembarcadero, al que todo el mundo tacha de loco ¿Has oído
ese dicho de ” Salud siberiana y longevidad caucásica”? El hombre debe de andar
por los noventa años lo que no ayuda a su credibilidad pero resulta que nuestra
gente habla de un relato coherente que queremos escuchar en vivo.
Es una pena que Oleg no
conozca esa parte del litoral y no sé cómo nos las arreglaremos para ir hasta
allí sin que parezca lo que es, concluyó.
Había estado hablando
más de media hora y todavía no había rumiado yo todo el contenido de la charla,
charla que me parecía inconexa, poco creíble aun en Rusia y con demasiadas
lagunas para hilarla hasta hacer de ella una aventura realizable aun a
sabiendas de que no me había dicho todo, probablemente intencionadamente, y no
me lo diría hasta saber si podía confiar en mi ayuda o hasta que creyera
llegado el momento por las causas que fueran.
La historia del ámbar
la conocía superficialmente aunque tampoco se sabía mucho más en general, pero
hasta el extremo de que hubieran desaparecido varias toneladas de aquella resina
y de metales preciosos montados en un tren no solo no lo sabía sino que no
entraba en mi cabeza, tenía que haber algo más.
Había alguna pregunta
que necesitaba hacer y esperé en silencio hasta que la camarera me trajo el
segundo café, cuestión de diez minutos, tiempo sobrado para desconcertar a
aquel Rasputín de pacotilla, y todavía me tomé otro respiro revolviendo el
azúcar negro mientras mis dos interlocutores me miraban atónitos y creí que de
un momento a otro saltarían preguntándome sobre aquello pero no lo hicieron…a
lo mejor me devolvían la jugarreta y me pagaban con la misma moneda como ese
juego de niños que el primero que habla pierde. Intentaré, pensé, no darle importancia a lo contado, como si
fuera otro juego así que de repente, cuando ya los tenía desquiciados y
riéndome, me tomé un sorbo del brebaje que allí llamaban café, y dije:
- Si fuera escritor
estaría delante de una bonita historia de la que tú me has hecho un breve
resumen, una hipótesis interesante pero sobre la que habría que investigar,
indagar, inventar…una salida lógica.
Se me ocurren un
montón de preguntas pero estoy seguro que lo que tenga que saber o lo averiguo
yo o me lo iréis dando en pequeñas dosis como el jarabe para la tos.
En realidad no me
interesa mucho el tema, si el FSB no ha podido encontrar el tren, suponiendo
que exista, mal lo voy a hacer yo por más que me esfuerce. Soy tirando a
estoico y de la escuela de Santo Tomás…si no lo veo, no lo creo…
Hay una cuestión
principal que me martillea la cabeza desde que os escucho ¿Por qué me
necesitáis? ¿Qué puedo aportaros yo? ¿Cómo me vais a involucrar en esto y que
saco yo de ello?
Supongo que Aleksander
Volkov esperaba la pregunta porque reaccionó inmediatamente y dijo:
- Es fácil. Una vez en
Oviedo le dije que sabíamos de usted más que nadie, es bueno en su trabajo,
tiene carisma y suerte, suerte porque la busca sin duda y porque como piensa en
eslavo, cree en la Sudba, en el Destino, aunque lo niegue, porque es el Destino
el que le ha guiado hasta aquí.
Por otra parte y por
más que se esfuerce Olga, aquí se aburre, este no es su sitio, usted es de
asfalto, de ciudad, y confunde Rusia con Moscú y San Petersburgo. Necesita
moverse, necesita mantener los cinco sentidos alerta porque si no lo hace
languidece y eso es peligroso a su edad para la salud mental y esa será su
recompensa porque el dinero para usted no es un estímulo y no porque no lo
necesite, que tampoco, sino porque nunca ha tenido importancia para usted que
aún recuerdo su negativa a vender el manuscrito de mi abuelo
Se acerca el invierno
y tengo que volver a mis obligaciones antes, aquí no puedo estar largo tiempo y
usted tiene el tiempo, las ganas y la adaptación al medio y amigos que le
respetan y le ayudaran. El tedio invernal no le afectará así
Usted se encargaría de
averiguar todo lo posible sobre este asunto por si es cierto que aquel tren
retrocedió hasta Sukhaya, Vladimir se acercará a Kaliningrado y Bielorrusia y yo
coordinaría desde Moscú y ayudaría a buscar documentación que interese sobre lo
que descubran.
Otra cosa sería
averiguar cómo retrocedió hasta aquí. La idea de raíles de tren sobre el hielo
no es nueva porque en la guerra ruso-japonesa se construyó una vía de treinta y
ocho kilómetros aunque solo se utilizó para transportar municiones y
artillería, las tropas cruzaron el lago sobre trineos o a caballo. Se supone
que las vibraciones de las locomotoras podrían resquebrajar el hielo abriendo
grietas que se tragarían los vagones. Posteriormente lo que se hizo con el
transiberiano fue embarcarle y se descartó el trazado ferroviario porque solo
sería útil cuando el espesor del hielo fuera de dos metros o más, y solo
durante tres o cuatro meses al año, y aun así sería peligroso.
Quizás el tren que
buscamos no sea tal sino algún vagón que fuera remolcado sobre el hielo o
embarcado en algún buque de tonelaje medio poco habituales por estas latitudes…
Existe la posibilidad
de que se oponga a este pequeño trabajo y por eso no espero una respuesta ahora
porque estoy seguro de que sería negativa pero cuando duerma al lado de mi
madre, lo piense y lo analice la contestación será otra y si no es así es que
no le conozco de nada…ya sabe lo que nos dijeron de usted…inteligente,
impulsivo, con suerte y algo bocazas y esto último es lo que no le dio
precisamente buena fama entre sus jefes pero si entre sus compañeros que le
consideran una leyenda, acabó.
Me tomé mi tiempo para
contestar, el niñato había salido además pelotillero pero estaba seguro de que
sabía de mi hasta de qué lado dormía y que no mentía en cuanto que cuando se
reunió conmigo en Asturias se había informado, le habían informado, a
conciencia. Lo de ser una leyenda me hacía gracia y la tal se habría engordado hasta
límites de película con mi “desaparición” de la escena y mi exilio dorado en el
quinto pino que era la parte del mundo en la que vivía.
De repente me encontré
diciendo que aceptaba pero el día estaba de sobresaltos o bromas, o las dos
cosas porque Volkov sacó dos billetes de diez dólares y se los extendió
resignado a Vladimir quien riéndose a carcajadas dijo:
- No es tan listo como
se cree, apostó conmigo que dirías que no a la primera pero es que no te conoce
de nada…
- Vladimir eres un
viejo zorro, dije, pero me hace gracia que me conozcas tan bien. Me voy a casa,
vosotros os emborrachareis como cosacos y yo pensaré como decirla a Olga todo
esto. Si todo va bien iremos a ver al tal Ruslán mañana o pasado, dependerá de cómo me levante así
que si de verdad tenéis prisa procurar que duerma bien y no me deis más la lata
por hoy. Y del viaje en barco con Oleg …iros olvidando…si hay que hacerlo seré
yo el que diga cuando.
Aún tengo otra
curiosidad… ¿Cuánto vale ese ámbar?
- No es solo una
cuestión de dinero, respondió Aleksander, sino de prestigio nacional, de
recuperar lo que es nuestro, de no dejar impune un expolio tan grande… ¿Valor?
En Kaliningrado se
extrae tanto que se dice que Polonia obtiene más beneficio robándolo a los
vecinos que extrayéndolo legalmente en su propio territorio. Por otra parte la
limpieza del material empleado así como el trabajo artesanal realizado le da un
valor añadido que es incalculable. Yo creo que en este caso es una cuestión de
honor y que con su valor real no se puede ni especular, algo así como esos
coleccionistas que creen que valen mucho sus piezas recopiladas con muchos años
de esfuerzo de todo tipo pero que, sin embargo, solo valen lo que le quieran
dar en el mercado por ellas.
- Supongo que en lo
del prestigio entra el tuyo profesional y ya te ves ascendiendo como loco a la
cima…, dije, pero te voy a decir algo que aún no has aprendido…el prestigio, la
fama no solo son efímeros por gratos que sean sino que además no dan de comer…
Me miró con esa mirada
que refleja la prepotencia de la juventud, aquello de “Que sabrá este carroza”
pero preferí no contestarle, no merecía la pena dar explicaciones profundas a
esta generación de tuercebotas que más que relevarnos a los veteranos, nos
empujaban en una lucha por deshacerse de nosotros que no era tal porque
nosotros no nos defendíamos que ya estábamos cansados de enseñar sin frutos a
toda aquella patulea igual en todos os países. A veces pensaba en qué habríamos
hecho tan mal para que nuestros herederos no tuvieran ni idea del esfuerzo, el
honor, la satisfacción del deber cumplido o simplemente de disfrutar sin prisas
de lo que teníamos sin soñar en lo que tenían otros……que corra el escalafón…
Ya en la acera nos
estrechamos la mano aunque con cierta desgana y nos despedimos casi a la
francesa…sin decir nada…y caminé pensativo y subiéndome el cuello del abrigo.
Yo diría que, sin ninguna causa aparente, me había hecho viejo de repente.
Me dio por silbar
“Lilí Marlen” que es una canción de perdedores…e imaginaba como alguien pensó
que levantaría la moral de las tropas…Marlen Dietrich podría ser que lo hiciera
pero la Marlen de la canción…no…Es como el “Yo te diré” de “Los últimos de
Filipinas” pero en versión menos heroica y más teutona…
Y las letras de las
dos son infumables…Nos creamos mitos, o
nos crean, rarísimos…la paloma de la Paz, un animal que todo lo ensucia, lo
atasca y lo destruye al extremo de conocérsela como la rata del aire… o el
despertar que dice la versión española… ¿Se puede elegir un momento del día
peor? Ojeras, resaca, tos, ganas de ir al baño…ya solo quedamos tres o cuatro poetas…hasta,
yo mismo, casi me consideraba el anteúltimo romántico…
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