CAPITULO XI
Kompromat
Las fiestas de Navidad siempre se celebraron en Rusia
aun en la época de la peor represión, en la intimidad del hogar, desprovistas
las más de las ocasiones del sentido religioso e incluso como una forma de
despedir la temporada en la que el tiempo atmosférico permitía desarrollar la
vida cotidiana con cierta normalidad, de mil maneras, pero se celebraban.
Hoy han vuelto con más fuerza, con más sentido
religioso, la gente se pone sus mejores galas para ir a la iglesia a celebrar
el nacimiento de Jesús, llevan cirios encendidos, sus objetos más queridos para
que sean bendecidos e incluso aprovechan para bautizar a los recién nacidos, o
no tanto, y adultos que, como San Pablo camino de Damasco, adoptan una Fe
tardía propiciada por aquello de que la gente cuando le falla la tierra mira al
Cielo. Un General americano, cuyo nombre he olvidado, decía que en combate no
había conocido a ningún ateo…debía de tener razón…
Nosotros hicimos aquello de donde fueres haz lo que
vieres, nos pusimos nuestras ropas de domingo, por llamarlas de alguna forma,
fuimos a la iglesia en la Nochebuena, rezamos como todos y, personalmente, vi
una religiosidad que nunca conocí en la España católica, y la vi en el respeto,
en la actitud, en la ceremonia en sí, en los maravillosos cánticos
ortodoxos…verdaderamente emocionante.
¿Lo peor? Volver de noche a casa emperifollados y con
raquetas de nieve…ridículos totales aunque nadie presta atención a estas cosas
aquí, salvo los extranjeros…con Olga con la cara, como la mía, colorada como un
tomate, y no precisamente negro de Crimea sino más bien de La Rioja…nos dio por
reírnos, era una noche diferente, y de haber sido en otra temporada quizás
hubiéramos ido a cenar al hotel para bailar después y quedarnos a dormir en él
hasta la mañana siguiente.
La vida transcurría tranquila, olvidados los avatares
del tren, las emociones encontradas de las averiguaciones que a nada me
conducían y casi, casi, me estaba haciendo un vago a base de lectura y siestas
a la española pero, ya se sabe, poco o nada se podía hacer.
El teléfono en silencio, una o dos veces por semana
roto por las llamadas de Yulia y Oleg, su marido, que no podía trabajar y, por
tanto, no cobraba. El tío era un santo del que nunca oí una queja pero no hacía
falta ser un lince para saber cómo vivía…
Cuando aquel aparato decorativo sonaba ni me movía
porque, evidentemente, no era para mí, solo que un día, por febrero, me
equivoqué, bueno no del todo…
Obviamente no lo cogí yo sino Olga y sus grititos de
alegría solo podían significar que era “su Sasha”, su hijo, Aleksander Volkov,
que como nunca llamaba para nada supuse que alguna causa importante habría…
Después de decir, supongo, toda clase de zalamerías a
su madre durante algunos minutos, preguntó por mí y con más curiosidad que
ganas me puse y le dije tres o cuatro frases de rigor
- Que hay de nuevo Aleksander?
- Pues en realidad nada pero supongo que no te habrás
parado y quizás tengas algo para mí.
- Pues no, respondí, se mucho pero nada nos vale. De
muertos lo sé todo, de ámbar nada…y no creo que lo encontréis nunca. Quizás tú
tengas previsto decirme algún día toda la verdad pero como nunca me la has
dicho esta vez no será una excepción.
Se echó a reír, que desparpajo no le faltaba y con voz
alegre me dijo:
- La verdad ni siquiera la sé yo pero para empezar ¿me
puedes contar lo que sabes?
Le puse al corriente someramente omitiendo que el
checheno no se fiaba de ellos y solo habló cuando estuvimos solos para contarme
su tragedia personal y de otros, pero nada le dije, nada sabía, que tuviera que
ver con lo que buscábamos, ni siquiera indicios. Si podría adivinarse en lo que
escuché, para él averiguado por mi cuenta, que alguien, algunos, cometieron
quizás el robo del siglo pero las piezas aun no encajaban ni por asomo.
- En realidad tampoco sabemos lo que buscamos, lo de
la Cámara es solo un pretexto interesante del cual sale un hilo del que tirar
pero detrás, como en todo, hay algo más.
¿Sabes, siguió, como se arruinó Rusia a la caída de la
URSS? No solo por una razón pero hubo algo que fue lo que desencadenará la
quiebra que se avecina y que se producirá en unos días anunciada, otra vez más,
por Guerasimov el Gobernador del Banco Nacional.
El Gobierno se ha forrado y ha forrado a personas
presuntamente dóciles a él por un procedimiento sencillo. Daba dinero a Bancos
creados para la ocasión que, a su vez, daban préstamos a los llamados oligarcas
quienes con ese dinero compraban a precio de saldo las empresas estatales. Así
se crearon, más o menos, las grandes fortunas pero, en realidad, muchos de ellos
ya eran millonarios antes solo que no podían mostrarlo…el enriquecimiento
inexplicable era en la URSS un delito y aún hoy día puede considerarse como
tal, o al menos así muchos lo creen, por lo que se debió montar un tinglado
financiero para aflorarlo incluso al margen de los créditos que le he contado.
El dinero circulaba rápidamente con lo que podían
poner en el mercado muchos millones de divisas que habían tenido escondidas y
cuya procedencia no podían acreditar.
Estos llamados oligarcas, que el pueblo llama “nuevos
rusos”, eran afectos al Kremlin que se beneficiaba mediante participaciones en
las empresas privatizadas y ya en el mercado mundial de crudos y productos
energético el dinero era lavado rápidamente aunque con ello se descapitalizara
al Estado, pero eso no le importaba a nadie entre otros argumentos porque el
Kremlim siempre supuso que cuando quisiera se haría nuevamente con las empresas
y su control, algo que también sabían los otros beneficiarios de la situación
lo que provocó la gran fuga de capitales y la huida al extranjero de gente como
Gusinski, Berezovskii o la imputación y condena de otros como Jodorkovskii.
Algunos oligarcas se creyeron dueños de las empresas
así compradas y acabaron o en el exilio o en la cárcel, muchas de las veces traicionados
por sus propios compañeros y otras machacados por la Justicia al servicio del
Gobierno…
¿Me estás escuchando? preguntó.
- Si, le contesté, aunque no sé a dónde vas a llegar.
- Bien, estos nuevos rusos ostentosos y maleducados y
que están dañando gravemente la imagen de Rusia en el exterior, firmaron un
tratado en la Colina de los Gorriones, antes Colinas de Lenin, al lado de la
Universidad Estatal Lomonosov, en el que se comprometían a no atacarse y a
repartirse, sin interferirse, el pastel, pero no obraban de buena fe…
Uno de los puntos del tratado fue que no se atacaran
con kompromat…¿Sabes lo que es? En esta Rusia corrupta todo se compra y se
vende y hay periodistas que, previo pago, elaboran dossiers falsos para
comprometer a algún enemigo de quien les paga y en ello estamos…quizás hayas
oído el caso del Fiscal General Skuratov caído en desgracia por un kompromat…
Un amigo mío está siendo atacado por este
procedimiento y recurrió a mí para indagar en como hicieron su fortuna sus
enemigos para contrarrestar lo difundido sobre él.
Suponemos que su fortuna, como las de todos los
oligarcas que proceden del Komsomol, está basada en los robos de obras de arte,
oro y joyas durante la guerra, algunas vendidas a coleccionistas americanos y
alemanes, otras en medio mundo, cobradas en divisas guardadas incluso en bancos
extranjeros, que los de aquí ni daban ni dan para mucho. Vendido
convenientemente supondrían muchos millones.
¿El tren? Es una pista, por lo que sabes bastante
fiable ¿el ámbar? Quizás sí, quizás no…Que salió de Kaliningrado y llegó hasta
allí es seguro pero no lo que contenía o si fue descargado por el camino para,
supuestamente, financiar los Soviet de determinadas ciudades y luego acabaron
en los bolsillos de los que hoy llamamos padres de los oligarcas y que con un
buen kompromat, basado en hechos reales, pasaríamos a llamar enemigos del
pueblo. ¿Por qué si no se habrían tomado tantas molestias para llegar tan lejos
y eliminar a todos los testigos? Testigos que figuran como desaparecidos, algo
que a nadie extrañaría y menos siendo de las ex repúblicas soviéticas asiáticas
en las cuales por sí mismo ya eran difíciles las comunicaciones…demasiado bien
planeado para ser bueno…concluyó esperando una respuesta mía. Y si además lo
encontramos, nos haremos muy ricos…
Se hizo un embarazoso silencio, no sabía si estaba
sorprendido o cabreado como una mona de Gibraltar, si estrangularle si lo
tuviera a mano, colgar el teléfono o reírme. Finalmente opté por preguntarle el
motivo por el que me había metido en semejante jaleo procurando que Olga no
notara en mi tono que la situación estaba tornando a mal…
- Meterme en esto es hasta peligroso y no sé lo que
dirá tu madre pero a mí no me gusta nada así que me gustaría conocer una
respuesta convincente, le dije. Por otra parte nunca nos haremos ricos porque
lo que encontráramos sería propiedad del Estado.
- No hay ningún peligro, nadie te conoce ni sabe nada
de ti. Ya te dije que confío en tu instinto, muy importante, y tu situación al
lado del lago te hacía la persona idónea para investigar sin demasiadas
explicaciones que, por otra parte, no sueles dar, eres hábil en el manejo de la
información y eres de confianza ¿Qué más se puede pedir?
- Y ¿Qué sacas tú de esto? dije cabreado porque ahora
me tuteaba.
- Alguien me deberá un gran favor y Rusia cambiará más
rápido de lo que puedes imaginar. Si mi amigo sube, que subirá, yo subiré con
él y no tendré que hacer trapisondadas, ya no me hará falta, para vivir muy
bien.
- ¿Y yo? repliqué.
- Habrás ayudado al hijo de tu compañera y ganarás
muchos puntos ante ella y además mi amigo paga bien y te pondré internet en
casa, dijo riéndose.
Estaba visto que tenía respuesta para todo así que me
limité a preguntarle por Vladimir y si habían hecho alguna gestión interesante.
- Pues Vladimir está en Bielorrusia y tendrá que
volver enseguida antes de que la nieve no deje despegar a los aviones. Allí
tiene amigos con los que trabajó hace años, y unidos por esa extraña
camaradería de los años difíciles y le han dado un documento que aún no conozco
y que cree importante. Seguramente hasta los mayores canallas dejan algún cabo
suelto. Lo cierto es que ahora pararemos los tres, ya sabes, la nieve…aunque yo
me dedicaré a investigar, hasta donde me dejen, en los archivos del FSB y
procuraré teneros informados aunque estoy sorprendido por tu actitud…creí que
te cabrearías y resulta que te parece casi normal lo que te he contado…
Por cierto, si tienes gastos dímelo, te los pagarán
inmediatamente y con discreción
Le dije que no pero tuve una idea genial y le pedí una moto con sidecar so pretexto de
poderme mover por aquellos andurriales.
Se echó a reír a carcajadas y me comentó que la
tendría porque conocía un almacén de material bélico en desuso en Moscú en el
que seguramente se la regalarían.
Por cierto nada
le dije del famoso barquito de papel ni de cómo había resuelto su madre el
enigma…no le hacía falta saberlo y mi ego no quedaría maltrecho…o no más de lo
que ya estaba…tampoco importaba de cara al caso.
Nos despedimos con sus, seguramente falsas, promesas
de mantenerme informado, de enviarme la moto como fuera y de decir a Vladimir
que me llamara y, nada más colgar, Olga ya estaba a mi lado con mirada
inquisidora.
La dije que eran cosas de su niño, que ya sabía que
estaba siempre metido en trapicheos y que no se preocupara, que solo debería
preocuparse cuando me viera preocupado a mí. Y no lo estaba porque aquella
extraña historia ya me estaba intrigando y quería llegar al final pero nada más.
Pena de internet que no tenía y, para el deshielo aún faltaba mucho, tres meses
como mínimo y es que estar fuera de la vida ciudadana, y en medio de la nieve,
aportaba poca cosa a la actividad incluso intelectual y cortar troncos para la
chimenea y la riechka, me daba unos buenos abdominales, que a veces los
michelines me desbordaban, pero poca cosa. Cosas de la edad o a lo mejor era
cierto lo que me dijo Olga de que me estaba aburguesando…la verdad es que no me
importaba mucho.
Le había dado tantas vueltas a las cosas que ni el
largo y duro invierno me ayudaría a ponerlas en orden y, piensa que te piensa,
elaboré una teoría que seguramente resultaría falsa y que derivaba de las
medias verdades, o medias mentiras, que Aleksander me contaba en pequeñas
dosis.
Por supuesto me fiaba y mucho de Vladimir pero no
estaba seguro de que él supiera toda la verdad y aunque era muy intuitivo e
inteligente, no acertaba por qué causa estaba metido en el lío aunque ya me
dijo, camino de Irkutsk, que por salir de casa hacía cualquier cosa y después
de la conversación, por llamarla de alguna manera, que mantuve con su esposa no me extrañaba nada que huyera
con cualquier excusa. Tampoco podía preguntarle porque ni sabía en donde estaba
aunque si hacía caso al niño de Olga debería estar en Minsk. Solo cabía esperar
que me llamara.
¿La teoría? Rebuscada pero en Rusia, como digo
frecuentemente, todo es posible y lo contario también…
Habría que partir de dos premisas ciertas y la primera
sería que un convoy de ferrocarril de las dimensiones descritas no podía pasar
desapercibido ni a la artillería ni a la aviación por lo que es muy probable
que como tal y con dudas sobre su contenido, habría sido destruido, y a las
dudas habría que referirse como al ámbar de la cámara en su estado original,
labrado maravillosamente y engarzado en metales preciosos. Habría que dar por
hecho que el famoso tren llegado al lago no era el original aunque a él se
hubiera transferido la carga del primero en el estado que fuera.
La segunda premisa debiera ser que las sucesivas
purgas llevadas a cabo por los revolucionarios en todos los órdenes incluido el
Ejército, habría que recordar al General Tujachevskii creador de la famosa
guerra relámpago o Blitzkrieg entre otros y estimada entre veintidós mil
oficiales como víctimas, había descabezado todos los grupos sociales capaces de
dirigir o entender cualquier orden, quedando todo en manos de los soviet de
cada casa y de cada cosa con un nivel cultural ínfimo por lo que no habrían
sido capaces de reconocer el gran tesoro que tenían entre manos salvo el oro y
la plata lo que hubiera dado lugar a la destrucción de la resina para recuperar
y guardar solo lo que entendían que tenía valor.
Convenía recordar que no se evacuó la cámara de
Tarskoye Sielo porque no había personal con la capacidad suficiente para
desmontarla sin daño por lo que se optó solamente por cubrirlo con unas lonas
lo que dio lugar a que cayera en manos fascistas y a la odisea posterior.
A partir de aquí si se suponía que se había salvado
solamente lo que consideraron valioso de lo embarcado en el tren de
Kronigsberg, de Kaliningrado, y alguien, con poder suficiente para hacerlo,
decidió sacar de allí lo que pudo rescatarse después de ser trasladado a otros
vagones, estaríamos casi en lo cierto.
Y además ese alguien tuvo la capacidad de hacer
retroceder el nuevo convoy y recorrer con él casi toda Rusia haciendo trasvases
del contenido de las cajas que supuestamente eran las originales…
Y aquí llegaba mi imaginación y mi teoría ¿Quién mandó
aquello?¿Que contenían en realidad las cajas?¿En manos de quien y para qué
cayeron?¿Fue inicialmente el objetivo financiar la guerra que aún se preveía
larga y luego fue a los bolsillos de particulares como decía Volkov?¿Estamos
ante el robo del siglo? Un rompecabezas envuelto en sangre que no cabía entero
en mi mente por muchas vueltas que le diera…
Aquello, lo que fuera, era maquiavélico y llegué a
pensar que hasta los soldados que escoltaron el que podríamos llamar el tren de
la muerte, fueron escogidos a propósito entre los más jóvenes y los de
repúblicas más alejadas y aisladas, como dijo Aleksander, para que no pudieran
ser reclamados y engrosaran la inmensa lista de desaparecidos de aquella
tragedia mundial.
En todo caso demasiadas preguntas y ninguna respuesta
porque mi teoría era indemostrable y, me temía, que nunca se podría averiguar
la verdad y el caso era que deseaba con fuerza saberla aunque fuera una
decepción más de tantas como presentaba la Historia de este país que te
enamoraba cada día para decepcionarte al siguiente y volver al tercero a
comenzar un ciclo eterno de amor y odio, de Esperanza o incertidumbre, de
sonrisas y lágrimas, de rosas y de espinas. Como se dice en la famosa canción
popular ucraniana, eslava, Ojos Negros “…Kak liubliu ya vas, kak baius ya
vas…”, “…Como te amo, como te temo…”…
Por otra parte no me acababa de creer el asunto de los
kompromat aunque creía recordar muy vagamente lo del tal Yuri Skuratov, Fiscal
General del Estado, que tuvo que dimitir por algún artículo de periódico que le comprometía con asuntos de prostitución
y blanqueo de dinero y si bien no le pasó factura penal ni nada por el estilo,
si recordaba que había desaparecido de la escena política pasando a un oscuro
retiro y, supongo, a penurias de todo tipo aunque luego se demostrara que el
video bailando desnudo con dos señoritas en bolas era más falso que Judas, pero
como era algo que me pillaba muy lejano pues no le di importancia hasta ahora y
sólo como anécdota entre aquello que me comentaba Volkov, nada importante en un
océano de miserias de la Rusia de la época Yeltsin. Supongo que los rusos no
inventaron esto pero sí que seguramente lo habían perfeccionado con su
retorcido refinamiento eslavo.
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