CAPÍTULO
XII
Cuando el frío invierno se presente…
Hay inviernos e inviernos…los míos son como un libro
de hojas en blanco del que se conoce el final cuando los primeros rayos de sol
y la floración inminente anuncian la primavera…cuando el trinar de los pájaros
me despierta cada mañana y la riechka ya solo se enciende de noche…Los días ,
uno a uno, son muy largos pero el tiempo vuela sin darnos cuenta…tempus fugit…
Cada hoja en blanco de mi libro invernal es como un
poema a la Naturaleza y pasar de página significa abrir la ventana y sentir la
emoción del frío y del blanco blanquísimo que hacen daño en los ojos hasta
obligarme a medio cerrarlos como si no hubiera dormido, invitándome a la pereza
de volver a la cama, aunque mi lado rebelde me empuja al sentido contrario,
empezar a hacer cosas por banales que sean como si no quisiera que el día se
fuera de vacío, como si la noche se volviera de repente y perdiera el tiempo,
un tiempo que, a veces siento que se me escapa y me resisto a ello…y es que en
esta época la luz se escapa de nosotros como el agua cuando un niño quiere
cogerla con las manos y nunca acaba de llenar su cubo…
En Siberia los inviernos son mágicos hasta para
alguien como yo que se siente ciudadano, de asfalto, porque fascinan sus
colores, sus ruidos y sus silencios, sus leyendas, sus noches largas y sus días
cortos…sus cielos llenos de estrellas rutilantes…sus noches de bayas en
conserva al calor del fuego…la lectura…los cortos paseos…los cafés de puchero… ¿Por
qué alguien se puede enamorar de una Naturaleza tan extrema? En mi caso por
Olga, claro, porque era su tierra y su vida y porque a su lado vivir aquí
cobraba sentido. Era el reposo del guerrero en todos los sentidos.
Aun así ya me estaba pasando por la cabeza
trasladarnos a la ciudad sobre todo por motivos de seguridad que, cada día me
preocupaban más aunque tenía montado un sistema de alarma rudimentario pero
eficaz demasiado fallón porque a veces lo hacía sonar el viento o el frío.
Dentro de muy poco las nevadas me impedirían ir al
centro porque cada día eran más copiosas y violentas y ni siquiera con la moto,
que todavía no me había mandado Aleksander, podría desplazarme por lo que me
disponía a pasar los largos días y los cortos meses cortando leña, escuchando
la radio y leyendo libros manoseados de tanto repasarlos…al menos estaría
tranquilo aunque antes quería volver a la cafetería del hotel un par de veces
por ver si encontraba algo sobre kompromats y oligarcas en internet y comprar
algún libro nuevo y quizás alguna revista. Mañana mismo lo haría pensé.
Y lo hice…
Nada nuevo en el hotel de las Artes. La pizpireta
camarera aspirante a modelo y espía, no había mejorado su situación contractual
ni en un rublo, seguía fingiendo que la cafetera funcionaba mal para hacer
tiempo y yo hacía como que no me enteraba remedando aquel dicho muy popular en
la URSS de “Nosotros hacemos como que trabajamos y ellos hacen como que nos
pagan”. Eso sí, preguntó amablemente por mi prolongada ausencia y casi esboza
una sonrisa que enseguida se disipó al comprobar que yo no iba a entrar en
materia.
La decoración había cambiado de hortera a hortera
plus, como las gasolinas, y los mochileros seguían abarrotando aquello y
hablando como si estuvieran estreñidos sobre aquellos tiempos pasados que no
conocían de nada porque ni siquiera habían nacido, cuando la URSS era la URSS y
el samagón y el kvas las bebidas más populares…tomaban vodka como tontos e
ignoraban que la bebida más consumida en Rusia siempre fue la cerveza. Ni me
imagino lo que contarían al volver a su país…
Poco había sobre oligarcas de los que el pueblo
llamaba “nuevos rusos” que, al cambio, aquí llamaríamos nuevos ricos,
ostentosos, soberbios, clasistas, altaneros…como casi todos los que se habían
enriquecido ilícitamente en todas partes. Reconocibles a primera vista…entre la
lista de los más conocidos nacidos todos desde el consumo y a la sombra de
aquella privatización salvaje impulsada por Chubáis, Vinogradov, Freeman,
Jodorkovskii, Gusinskii, Abramovich, Berezovskii…me sorprendía encontrar a un
tal Feeman…apellido de innegable ascendencia judía, y me sorprendía porque en
Rusia a los de esta procedencia se les llama hebreos con malísima intención, ni
son bien vistos ni creo que lo sean nunca aunque esto no es nada nuevo pues en
todas partes despiertan tantos odios como simpatías sin que haya nadie
averiguado el por qué.
Es cierto que todo lo que leí les era absolutamente
desfavorable, algo que a ellos seguramente les importaba tres pepinos, por no
decir otra cosa, pues, en lo poco que yo sabía, se sentían por encima del bien
y del mal a pesar de que ese estado se suele encontrar más en personas de
cierta edad que ya olvidan más que aprenden y cuyo status no va a cambiar a
menos que acierten en las quinielas de futbol una de catorce aciertos…y a lo
mejor ni aun así…
Me interesé por conocer los términos del Pacto de la Colina
de los gorriones que mencionó Volkov pero nada encontré y en todo caso era
mucho suponer que respetarían lo firmado fuera lo que fuese porque, al parecer
se hablaba de miles de millones…de rublos…y mucho esperar era que semejante
pacto saliera en los periódicos…
Nada nuevo que no coincidiera con lo que me contó
superficialmente el hijo de Olga y nada que se pudiera corregir de un día para
otro sin graves riesgos, como si Rusia hubiera decidido optar por el mal menor
esperando que el tiempo lo suavizara todo, lo sumiera en el olvido como había
sucedido en otros países en iguales situaciones.
Cuando veía a la puerta de los bancos a gorilas de
gimnasio, vestidos completamente de negro, incluidas sus chupas de piel,
cambiando dólares o marcos por rublos a los que entraban en el establecimiento,
pensaba que este país tenía mal arreglo porque sus raíces estaban destrozadas
hacía setenta años y de Occidente había aprendido lo peor que no sé yo por qué
razón lo malo se transmite por osmosis a la velocidad del rayo y lo bueno
bastante más lentamente y se destruye fácil. Esta era otra forma de hacerse
rico rápidamente aunque, la verdad, más “honrada” que expoliar a un país, a un
pueblo. En realidad hasta me caían bien, casi que voy a tener que cambiar de
enemigos porque estos eran como de casa, de hecho yo también había aceptado sus
servicios en ocasiones aunque el beneficio era escaso y se obtenía mucha más rentabilidad
guardando las divisas porque las continuas devaluaciones convertían en papel
mojado a los rublos.
De los kompromats…casi nada o mejor dicho nada…algo
sobre el tal Skuratov negando a la mayor que el artículo que le inculpó fuera
falso y muchas suposiciones aunque nada demostrable salvo el daño irreparable
que se podía, y se puede, hacer con estos panfletos…aún no se había inventado
la guerra mediática, pero si la desinformación aunque me temía que toda esta
porquería no la habían inventado los rusos porque la humanidad era lo
suficientemente vieja para estar ya todo inventado pero, sin embargo se seguían
atribuyendo a Rusia todas las maldades, esto, la mafia, las purgas… hay países
a los que se les ha perdonado todo, en función de su posición en el mundo, y a
otros no solo nada sino que se les atribuye toda la maldad posible.
Me dio por recordar el caso de la Inquisición española,
caso más falso que los billetes de chocolate porque esa Santa creación fue
inventada en Francia, nunca en España, para combatir a los cátaros aunque sí es
cierto que entre nosotros hubo un aventajado discípulo llamado Torquemada. Hay
gente, léase España y Rusia por poner un ejemplo, que venden muy mal hasta lo
que hacen bien…hay otros USA, UK…el mundo sajón en general, que convierten sus
tropelías históricas en epopeyas memorables con la complicidad de los
ignorantes, que son muchos más de lo que creemos…
En internet encontré una estúpida definición de
kompromat atribuidos, claro, al espacio post soviético como si no hubiera sido
inventada la difamación antes que la pana…así que pelillos a la mar, la gente
todo lo que lee en los periódicos o escucha en la radio o la tele lo hace como
si el Papa hablara ex cátedra y en la mayoría de las ocasiones ni merece la
pena intentar desmentirlo…exactamente se decía en el maléfico instrumento de
información, lo siguiente:
Kompromat
(en ruso: компромат, corto para компрометирующий материал,
literalmente «material comprometedor») es el término ruso para describir
los materiales comprometedores sobre un político u otra figura pública. Tales
materiales pueden ser usados para crear publicidad negativa, como chantaje, o para asegurar lealtad. El kompromat puede ser
obtenido desde varios servicios de seguridad, o creados completamente, para
luego ser hechos públicos mediante un periodista pagado para esos fines.1 El uso extendido de kompromat
ha sido una de las características de la política en 2Rusia3 y otros Estados
postsoviéticos.4 5
La pera limonera…por lo demás nada que hiciera
verosímil la versión de Volkov sobre el porqué de nuestra labor investigadora,
no al menos como motivo suficiente, y además sabiendo el poco interés de las
autoridades rusas por remover un pasado cómodo que se podía volver todo lo
contrario y, salvo por curiosidad y en ocasiones aburrimiento, tampoco yo tenía
demasiada sensibilidad por el tema por lo que llegué a pensar en dejarlo
aparcado si no para siempre si al menos hasta la primavera aunque , la verdad,
ni yo me lo creía…
No encontré ningún libro interesante en la Dom Knigi,
que como su nombre indicaba vendía de todo e incluso libros… pero de todas
formas compré el Anuario de RIANovosti, dos Burdas en versión rusa para Olga y
otras dos revistas de crucigramas más para mí. La compra se completaba con un
libro de fotos de Madrid por si visitaba a Ruslán…
Volví a casa silbando Katiusha, ese segundo himno
nacional, para espantar a los espíritus malignos y porque estaba contento como
casi siempre, y esa canción me gustaba mucho, era, es, alegre e incluso una vez
escuché una versión que cantaba en sus desfiles la Falange Española. Cosas
mías.
No había oscurecido cuando llegué a casa y en la
puerta Olga me esperaba abrigada raramente y con un mohín muy suyo me dijo que
creía que no llegaría nunca, me tomó de la mano y me llevó a la parte trasera
en donde una lona tapaba algo…se alza el telón y aparece !!! La moto con
sidecar más bonita que había visto nunca color rojo pasión y con una loneta
plegable para el pasajero¡¡¡ y ella mirándome con ojos penetrantes y como
diciendo aquello de no te fías de mi hijo pero…aquí la tienes…
De un abrazo la senté en su asiento, me puse el casco
que reposaba en el asiento del piloto y que bien podría haber pertenecido a
alguna de las famosas pilotos que formaron el escuadrón aéreo de las Brujas de
la Noche y arranqué hacia la ciudad y esta vez sí cantábamos los dos aquella
fantástica de canción de “Garmon Maya”.
Cenamos en la ciudad, bailamos como era costumbre en
los locales rusos al compás de un acordeón y unos pocos más instrumentos… del
cantante mejor no decir nada que el silencio también es una opinión, volvimos a
casa felices y…nos fuimos a dormir…
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