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viernes, 14 de julio de 2017

Ámbar, capítulo VI :Lilí Marlen

                                        CAPÍTULO VI
                                                Lili Marlen
Estábamos en la cafetería del hotel, a las diez en punto y se mascaba la tragedia que dirían los peliculeros…Vladimir, Aleksander y yo… bueno y la camarera que debía de tener mal día porque hacia media hora que la habíamos pedido un café con leche y una botella de Vodka con dos limones. Suponíamos que estaría ordeñando a la vaca pero el problema era que no empezaríamos a hablar hasta cerciorarse de que la chica no podría escuchar la conversación. Aun no sabían que también avisaría al FSB como hacía cada día que yo aparecía por allí.
Me sentía obligado a decirles algo y lo dije.
- Sea lo que sea lo que os traéis entre manos no quiero de ninguna manera que Olga sufra de tal manera que no puede enterarse de que la visita de Aleksander es más interesada de lo que ella pueda suponer aunque intuya algo, que tonta no es. Está feliz porque su hijo ha venido a verla y nada ni nadie pueden quitarla esa ilusión.
 Este es el trato, yo os ayudo en lo que sea que buscáis y Olga no sufre. ¿Queda claro? Y tu Aleksander no trates de poner cara de decir eso de jamás se me habría ocurrido, porque tú eres capaz de eso y de mucho más así que quita el gesto de indignación que no cuela…y deja de mover el culo en la silla que me acabarás poniendo nervioso. No te aplicaré el tercer grado pero empezar a contarme todo de pe a pa y dejar de esperar a la camarera, simplemente tarda porque no la cogen el teléfono en el FSB, les llama cada vez que yo vengo y, supongo que no escucha porque no les hace falta que esto debe de estar de micrófonos hasta arriba pero como hay nada que ocultar y  tú, Aleksander, eres uno de ellos pues nada que temer, digo yo, o si…tú dirás…
- Nada que ocultar, dijo, en realidad es casi oficial lo que nos ha traído aquí así que nada llamará la atención, más bien me felicitarán por hacer mi trabajo a conciencia.
- Eso no se lo cree nadie, eres un autosuficiente, y empezar mintiéndome no es buen camino. Tú verás, le dije, pero puedo ayudar o puedo echar a pique lo que os traigáis entre manos. Elige.
Vladimir inició un amago de protesta, sabía que no me engañarían, o al menos no lo suficiente, por lo que advirtió a Volkov de que me hiciera caso o esto, lo que fuera, no funcionaría.
Al fin llegó la camarera que displicentemente, como acostumbraba, dejó los servicios, más bien los tiró, sobre la mesa que entre aquellos tres nada había que rascar, bueno de uno quizás sí pero hablaba demasiado y muy serio…ya habrá otras ocasiones…debió pensar. De todas las maneras a uno ya le conocía y los otros dos tenían pinta de cualquier cosa menos de turistas con pasta.
Me recosté en la butaca y puse aire de pasar de todo, como aquel que decía lo del anuncio de Kodak…Revele aquí su rollo…
- Se trata de la Cámara de Ámbar, comenzó Aleksander.
-Pero ¿eso no es una leyenda? interrumpí.
- No, no lo es, continuó. Esa cámara existió y está en algún lugar. Te contaré todo lo que se sobre ella.
- Pues adelante, dije intrigado.
- Esto que le voy a decir no forma parte de los arcanos de la Historia de Rusia y la URSS, más bien lo que constituye un misterio es la desaparición de la Cámara de Ámbar…
A principios del Siglo XVIII los orfebres alemanes decoraron una gran sala para el Palacio Imperial de Berlín compuesta de ámbar y oro que recubrían las paredes en paneles ricamente decorados, incluidos algunos muebles del mismo material adosado a los muros. No se sabe ni cuánto tiempo ni cuantos kilos de resina fósil emplearon pues el resultado debía de ser de tal pureza, sin burbujas ni insectos atrapados, que se valora en muchas toneladas el material empleado. El resultado debió de ser espectacular al extremo de que Pedro I en uno de sus viajes quedó fascinado por la obra y así  lo manifestó de tal forma que algún tiempo después Federico I de Prusia se la regaló como una muestra de amistad entre los dos países y al objeto de reforzar sus relaciones de todo tipo.
No era fácil encontrar acomodo a tal maravilla y solo en tiempos de la Zarina Isabel, se instaló en el palacio de Catalina en Tsarskoye Selo y allí permaneció hasta que los alemanes en la Gran Guerra Patria se acercaron a Leningrado a la que sitiaron durante novecientos días, tiempo que aprovecharon para apoderarse de todos los bienes que pudieron, cuadros, joyas, esculturas…y la cámara.
En realidad los soviéticos habían protegido y escondido todo lo que pudieron pero esta joya no pudieron al no tener personal cualificado para desmontarla lo que hizo muy fácil a los fascistas apoderarse de ella y, ellos, si tenían gente que pudiera desmontarla y si fueron tan cuidadosos como el caso merecía. Parece ser que la encontraron y desmontaron en Septiembre de 1941.
Antes de que las cosas se pusieran más feas de lo que ya estaban, los alemanes cargaron un montón de vagones de tren con lo expoliado y le dirigieron hacia Konigsberg, la actual Kaliningrado, en donde fue visto por última vez a finales de ese mismo año.
Parece ser que estuvo allí junto con otras obras de arte hasta que la RAF empezó a bombardear aquel territorio en el año 1944 pero cuando nuestras tropas ocuparon la zona ya en el verano de 1945 el tren ya no estaba allí.
A partir de aquí las teorías se disparan, que se llevó a Polonia, que se destruyó en los bombardeos, que bandas de ambos bandos lo fueron robando sin saber el valor real de su botín…pero ¿Cuánto? ¿Tres cajas? ¿Un vagón? ¿Cómo puede desaparecer un tren de cuarenta o cincuenta unidades y al menos dos locomotoras? ¿A dónde fue a parar?
Y esto es todo lo que se sabe de una manera resumida y hasta el día de hoy, al menos oficialmente.
- Pero algo más habrá cuando vosotros estáis husmeando en ello y a sabiendas de que esto os queda demasiado grande salvo que no estéis solos…
- Tenemos una teoría basada en un testigo más bien un viejo loco que cuenta historias que nadie cree y que vive en Sukhaya al otro lado del lago, en las páginas de un viejo diario y en la Intuición.
-Sí, claro, la intuición, la Sudba, y Yaga Babá…
- No, es una teoría sólida o al menos creíble. El FSB y antes el KGB nunca dejaron de investigar de una manera discreta para no ofender a Alemania. Se consideraba este tesoro algo así como cuando una pareja de novios discuten y se separan, deben de devolverse los regalos por mucho que cueste…y este podría ser el caso. Pero la URSS nunca quiso devolverla alegando aquello de Santa Rita, lo que se da no se quita…
Los resultados fueron nulos, sin testigos, eliminados seguramente, o muertos que la esperanza de vida aquí es pequeñita, sin nada por dónde empezar solo la idea de que estaba en Kaliningrado porque alguien vio algún rótulo a través de una rendija de un vagón que, en alemán, podía significar cualquier cosa pero  alguien creyó leer la palabra amber y ahí se desataron las elucubraciones.
Nosotros también elucubramos pero hemos recogido documentación suficiente para creer que el tren no avanzó, era imposible en aquel infierno de fuego que se desató en Konigsberg y menos sin que nadie lo viera. Creemos que el tren retrocedió pero no entendemos por qué ni por qué tan lejos como creemos.
Todo lo que se trasladó al Este, fabricas, arte, personas… pasó los Urales y allí se quedó y solo podemos pensar que alguien no entendió las ordenes u obró de mala fe con la maligna intención de hacerse con el tesoro al acabar la guerra y si sobrevivía en ella, por lo que tenemos que creer que era alguien con cierto poder, alguien que pudo dar la orden y que no estaba implicado en los combates. Lógicamente debería haber redactado algún documento, carta, plano…pero no lo hemos encontrado, tan solo un viejo diario, más bien tres hojas,  de alguien que suponemos trabajaba en los ferrocarriles, diario que aún no te podemos enseñar porque no lo tenemos.
Para nosotros es prioritario hablar con un tal Ruslán Mamedov, de origen checheno, el hombre que  vive en la parte Este del Baikal, al lado del antiguo desembarcadero, al que todo el mundo tacha de loco ¿Has oído ese dicho de ” Salud siberiana y longevidad caucásica”? El hombre debe de andar por los noventa años lo que no ayuda a su credibilidad pero resulta que nuestra gente habla de un relato coherente que queremos escuchar en vivo.
Es una pena que Oleg no conozca esa parte del litoral y no sé cómo nos las arreglaremos para ir hasta allí sin que parezca lo que es, concluyó.
Había estado hablando más de media hora y todavía no había rumiado yo todo el contenido de la charla, charla que me parecía inconexa, poco creíble aun en Rusia y con demasiadas lagunas para hilarla hasta hacer de ella una aventura realizable aun a sabiendas de que no me había dicho todo, probablemente intencionadamente, y no me lo diría hasta saber si podía confiar en mi ayuda o hasta que creyera llegado el momento por las causas que fueran.
La historia del ámbar la conocía superficialmente aunque tampoco se sabía mucho más en general, pero hasta el extremo de que hubieran desaparecido varias toneladas de aquella resina y de metales preciosos montados en un tren no solo no lo sabía sino que no entraba en mi cabeza, tenía que haber algo más.
Había alguna pregunta que necesitaba hacer y esperé en silencio hasta que la camarera me trajo el segundo café, cuestión de diez minutos, tiempo sobrado para desconcertar a aquel Rasputín de pacotilla, y todavía me tomé otro respiro revolviendo el azúcar negro mientras mis dos interlocutores me miraban atónitos y creí que de un momento a otro saltarían preguntándome sobre aquello pero no lo hicieron…a lo mejor me devolvían la jugarreta y me pagaban con la misma moneda como ese juego de niños que el primero que habla pierde. Intentaré, pensé,  no darle importancia a lo contado, como si fuera otro juego así que de repente, cuando ya los tenía desquiciados y riéndome, me tomé un sorbo del brebaje que allí llamaban café, y dije:
- Si fuera escritor estaría delante de una bonita historia de la que tú me has hecho un breve resumen, una hipótesis interesante pero sobre la que habría que investigar, indagar, inventar…una salida lógica.
Se me ocurren un montón de preguntas pero estoy seguro que lo que tenga que saber o lo averiguo yo o me lo iréis dando en pequeñas dosis como el jarabe para la tos.
En realidad no me interesa mucho el tema, si el FSB no ha podido encontrar el tren, suponiendo que exista, mal lo voy a hacer yo por más que me esfuerce. Soy tirando a estoico y de la escuela de Santo Tomás…si no lo veo, no lo creo…
Hay una cuestión principal que me martillea la cabeza desde que os escucho ¿Por qué me necesitáis? ¿Qué puedo aportaros yo? ¿Cómo me vais a involucrar en esto y que saco yo de ello?
Supongo que Aleksander Volkov esperaba la pregunta porque reaccionó inmediatamente y dijo:
- Es fácil. Una vez en Oviedo le dije que sabíamos de usted más que nadie, es bueno en su trabajo, tiene carisma y suerte, suerte porque la busca sin duda y porque como piensa en eslavo, cree en la Sudba, en el Destino, aunque lo niegue, porque es el Destino el que le ha guiado hasta aquí.
Por otra parte y por más que se esfuerce Olga, aquí se aburre, este no es su sitio, usted es de asfalto, de ciudad, y confunde Rusia con Moscú y San Petersburgo. Necesita moverse, necesita mantener los cinco sentidos alerta porque si no lo hace languidece y eso es peligroso a su edad para la salud mental y esa será su recompensa porque el dinero para usted no es un estímulo y no porque no lo necesite, que tampoco, sino porque nunca ha tenido importancia para usted que aún recuerdo su negativa a vender el manuscrito de mi abuelo
Se acerca el invierno y tengo que volver a mis obligaciones antes, aquí no puedo estar largo tiempo y usted tiene el tiempo, las ganas y la adaptación al medio y amigos que le respetan y le ayudaran. El tedio invernal no le afectará así
Usted se encargaría de averiguar todo lo posible sobre este asunto por si es cierto que aquel tren retrocedió hasta Sukhaya, Vladimir se acercará a Kaliningrado y Bielorrusia y yo coordinaría desde Moscú y ayudaría a buscar documentación que interese sobre lo que descubran.
Otra cosa sería averiguar cómo retrocedió hasta aquí. La idea de raíles de tren sobre el hielo no es nueva porque en la guerra ruso-japonesa se construyó una vía de treinta y ocho kilómetros aunque solo se utilizó para transportar municiones y artillería, las tropas cruzaron el lago sobre trineos o a caballo. Se supone que las vibraciones de las locomotoras podrían resquebrajar el hielo abriendo grietas que se tragarían los vagones. Posteriormente lo que se hizo con el transiberiano fue embarcarle y se descartó el trazado ferroviario porque solo sería útil cuando el espesor del hielo fuera de dos metros o más, y solo durante tres o cuatro meses al año, y aun así sería peligroso.
Quizás el tren que buscamos no sea tal sino algún vagón que fuera remolcado sobre el hielo o embarcado en algún buque de tonelaje medio poco habituales por estas latitudes…
Existe la posibilidad de que se oponga a este pequeño trabajo y por eso no espero una respuesta ahora porque estoy seguro de que sería negativa pero cuando duerma al lado de mi madre, lo piense y lo analice la contestación será otra y si no es así es que no le conozco de nada…ya sabe lo que nos dijeron de usted…inteligente, impulsivo, con suerte y algo bocazas y esto último es lo que no le dio precisamente buena fama entre sus jefes pero si entre sus compañeros que le consideran una leyenda, acabó.
Me tomé mi tiempo para contestar, el niñato había salido además pelotillero pero estaba seguro de que sabía de mi hasta de qué lado dormía y que no mentía en cuanto que cuando se reunió conmigo en Asturias se había informado, le habían informado, a conciencia. Lo de ser una leyenda me hacía gracia y la tal se habría engordado hasta límites de película con mi “desaparición” de la escena y mi exilio dorado en el quinto pino que era la parte del mundo en la que vivía.
De repente me encontré diciendo que aceptaba pero el día estaba de sobresaltos o bromas, o las dos cosas porque Volkov sacó dos billetes de diez dólares y se los extendió resignado a Vladimir quien riéndose a carcajadas dijo:
- No es tan listo como se cree, apostó conmigo que dirías que no a la primera pero es que no te conoce de nada…
- Vladimir eres un viejo zorro, dije, pero me hace gracia que me conozcas tan bien. Me voy a casa, vosotros os emborrachareis como cosacos y yo pensaré como decirla a Olga todo esto. Si todo va bien iremos a ver al tal Ruslán mañana  o pasado, dependerá de cómo me levante así que si de verdad tenéis prisa procurar que duerma bien y no me deis más la lata por hoy. Y del viaje en barco con Oleg …iros olvidando…si hay que hacerlo seré yo el que diga cuando.
Aún tengo otra curiosidad… ¿Cuánto vale ese ámbar?
- No es solo una cuestión de dinero, respondió Aleksander, sino de prestigio nacional, de recuperar lo que es nuestro, de no dejar impune un expolio tan grande… ¿Valor?
En Kaliningrado se extrae tanto que se dice que Polonia obtiene más beneficio robándolo a los vecinos que extrayéndolo legalmente en su propio territorio. Por otra parte la limpieza del material empleado así como el trabajo artesanal realizado le da un valor añadido que es incalculable. Yo creo que en este caso es una cuestión de honor y que con su valor real no se puede ni especular, algo así como esos coleccionistas que creen que valen mucho sus piezas recopiladas con muchos años de esfuerzo de todo tipo pero que, sin embargo, solo valen lo que le quieran dar en el mercado por ellas.
- Supongo que en lo del prestigio entra el tuyo profesional y ya te ves ascendiendo como loco a la cima…, dije, pero te voy a decir algo que aún no has aprendido…el prestigio, la fama no solo son efímeros por gratos que sean sino que además no dan de comer…
Me miró con esa mirada que refleja la prepotencia de la juventud, aquello de “Que sabrá este carroza” pero preferí no contestarle, no merecía la pena dar explicaciones profundas a esta generación de tuercebotas que más que relevarnos a los veteranos, nos empujaban en una lucha por deshacerse de nosotros que no era tal porque nosotros no nos defendíamos que ya estábamos cansados de enseñar sin frutos a toda aquella patulea igual en todos os países. A veces pensaba en qué habríamos hecho tan mal para que nuestros herederos no tuvieran ni idea del esfuerzo, el honor, la satisfacción del deber cumplido o simplemente de disfrutar sin prisas de lo que teníamos sin soñar en lo que tenían otros……que corra el escalafón…
Ya en la acera nos estrechamos la mano aunque con cierta desgana y nos despedimos casi a la francesa…sin decir nada…y caminé pensativo y subiéndome el cuello del abrigo. Yo diría que, sin ninguna causa aparente, me había hecho viejo de repente.
Me dio por silbar “Lilí Marlen” que es una canción de perdedores…e imaginaba como alguien pensó que levantaría la moral de las tropas…Marlen Dietrich podría ser que lo hiciera pero la Marlen de la canción…no…Es como el “Yo te diré” de “Los últimos de Filipinas” pero en versión menos heroica y más teutona…

Y las letras de las dos  son infumables…Nos creamos mitos, o nos crean, rarísimos…la paloma de la Paz, un animal que todo lo ensucia, lo atasca y lo destruye al extremo de conocérsela como la rata del aire… o el despertar que dice la versión española… ¿Se puede elegir un momento del día peor? Ojeras, resaca, tos, ganas de ir al baño…ya solo quedamos tres o cuatro poetas…hasta, yo mismo, casi me consideraba el anteúltimo romántico…

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