CAPÍTULO
XIII
Algo
se muere en el Alma cuando un amigo se va…
Sin Vladimir y sin Aleksander Volkov la vida era menos
divertida, menos emocionante aunque también más tranquila…me quedaba la moto
como último recurso para pasar el invierno…era una M-72, antecedente de la
Ural, sospechosamente parecida a la
alemana de Viktor pero aquella, aquellas,
también era sospechosamente parecidas a las que se diseñaron en Eibar
incluso antes de nuestra guerra incivil que me imagino no habría tantos
ingenieros dedicados a inventar motos en aquella época y se practicaba más el
copio, copias copiare que se decía en mi cole.
Viktor seguramente no dejaría de trabajar ni en
invierno así que tendría que llamarle, pensé, al menos para que viera mi moto
“nueva” e incluso echar una carrera por la nieve aunque lo más importante era
saber si se encontraba bien, si quería seguir siendo mi amigo, importante, y
sobre todo si se le había pasado el disgusto, o el shock, que le produjo nuestra visita a Ruslán en su
casa…
Le tuve que llamar varias veces hasta que di con él y,
como imaginaba, había estado fuera moviéndose dedicado a su peculiar modo de
vida. Se alegró mucho de mi llamada, lo cual me quitó un peso de encima, y
quedamos en vernos al día siguiente. Se ofreció a irme a buscar pero decliné su
oferta aunque sin decirle el motivo…
El día parecía de sorpresas, Aleksander llamó a su
madre y no quiso hablar conmigo pero no fui capaz de decidir si esto era bueno
o malo…y tampoco ella me dijo nada.
Olga se empeñó en que cuando me pusieran internet
debería tener ya un ordenador, estaría preparado y me podría dedicar a mis
cosas todo el tiempo que quisiera cuanto antes. Pensé que sí pero tendría que
inventarme algo para seguir visitando el hotel de la ciudad. Hablaría con
Viktor por ver si él podría traerme un ordenador porque aunque quisiera
elegirlo yo, no valdría de nada `porque de informática no sabía ni papa… y el
chelnoki…al menos tendría a quien preguntar me decía yo.
Nuestro encuentro fue espectacular, parecía que no nos
habíamos visto en mil años y nuestros abrazos debieron resonar como un volcán
mientras los viandantes nos miraban con cierta indiferencia si es que esto se
podría dar en semejante situación pero al menos lo parecía.
Ajenos a todo, le llevé a la zona del hotel cercana a
la entrada en la que había aparcado la moto y allí le dejé admirar mi
adquisición, más bien regalo, que le dejó asombrado para liarse con un montón
de datos sobre caballos, centímetros cúbicos, velocidades y una serie de cosas
de las que yo no entendía nada. La cuestión es que la suya era mejor aunque
reconocía que la mía era muy bonita, cuestión que zanjé por la vía del
patriotismo más ramplón al decirle que la M-72 era rusa y que los alemanes la
habían copiado, argumento definitivo para aquel hombre sencillo que le dejó en
silencio solo roto por su invitación a tomar unas cervezas.
Nuestra camaradería era total y, para no romperla,
omití cualquier referencia a nuestro último encuentro y viaje a Sukhaya que si
él quería ya me haría algún comentario.
Viktor miraba con insistencia a la puerta, parecía
como si esperara a alguien pero, fuera quien fuera, no apareció, o al menos no
me di cuenta de que contactara con alguien. Al final me dijo que esperaba un
recado y que, si no me importaba, querría comer allí mismo algo mientras seguía
esperando. Naturalmente estuve de acuerdo aunque la cocina solía ser lamentable
pero, dadas las circunstancias, me daba igual con tal de que fuera caliente.
A eso de las cuatro y ya con un café delante apareció
un joven que sin dudar se dirigió a él y le dio un papel. Viktor lo leyó y le
dijo al chico que en media hora estaríamos en el sitio convenido. No le di
mucha importancia, ya me diría que se traía entre manos, que mi paciencia podía
llegar a ser infinita, como si fuera eslavo casi y no mediterráneo, por lo que
apuré mi café y tuve la osadía de pedir otro pero solamente para no dormirme
esos diez minutos traicioneros de los que aún no había logrado desprenderme
después de las comidas.
Minutos después me invitó a acompañarle con lo
indicación de que ya me diría por el camino a dónde íbamos.
Andados unos metros me dijo:
- Quiero que conozcas y escuches a alguien. Te
interesará para lo que buscáis.
- De acuerdo, lo que tú digas, contesté.
- No andaremos mucho, solo una verstá, por eso es
mejor ir andando, nos hará mejor la digestión.
Vamos a ver a mi abuelo, es casi centenario y se
fatiga mucho al hablar por lo que te ruego que no le preguntes demasiadas cosas
aunque supongo que no te hará falta, añadió.
Asentí con la cabeza y, con las manos en los bolsillos
de la pelliza porque había olvidado los guantes en la moto, aceleré el paso a
su lado completamente intrigado.
Llegamos a una casa de fachada barroca horriblemente
pintada, más bien lo estuvo hace años que ahora estaba llena de desconchones,
de rosa y amarillo y deduje que en ella no vivía alguien cualquiera, vamos que
no era una komunalka precisamente.
Llegados al primer piso nos abrió la puerta una
babuskha que después de besar a mi amigo nos insistió en que no fatigáramos al
abuelo y, sobre todo, que evitáramos emocionarle contándole historias de la
Gran Guerra Patria.
Viktor la aseguró que no lo haríamos y que el abuelo
ya sabía a qué íbamos y que seríamos breves.
Camino de la habitación me dijo que su abuelo estaba
en antecedentes porque él le había hablado de mí y que había sido un jefe de
por arriba en el escalafón bolchevique y en la URSS y que él mismo se había
ofrecido a contarme algo.
Sin contestar, le seguí hasta una puerta de madera
artísticamente labrada en la que me pareció ver alguna piedra incrustada y ni
quise pensar que fuera ámbar…porque o estaba entrando en una situación de
paranoia o me lo había parecido…
Tras las presentaciones de rigor aquel hombre dijo
aquel hombre apoyado en tres almohadas y con voz cortada y cansina:
- Sé que eres español casi ruso, que eres amigo de mi
nieto y muy listo o al menos es lo que me ha dicho él. También sé lo que buscas
y entre los dos daremos solución a tus preguntas. Pero antes quiero saber hasta
dónde llegan tus dotes de observación, saber si eres tan listo como Viktor
dice.
- Que quiere saber exactamente?
- Lo que has observado al entrar en esta casa y lo que
piensas en este momento, así sabré si merece la pena hablar contigo y si mi
nieto dice la verdad sobre ti.
- Pues, comencé, he visto una casa muy bella aunque en
plena decadencia, seguramente construida por los decembristas o sus familias
pues su estilo es barroco afrancesado. Ha conocido tiempos mejores porque está
muy descuidada como todo en Rusia y es más grande, como mansión que es, de lo
que un ciudadano normal podría aspirar. También me ha llamado la atención la
puerta de su dormitorio, está decorada con molduras y una flor en el centro,
quizás una margarita, que brillan más que la madera que la conforma y que
podría ser de ámbar o alguna resina similar pero no imagino el material exacto
porque apenas he podido mirar.
Si quiere que le diga lo que pienso…pues siento
curiosidad aunque sé que mi amigo no me va a hacer perder el tiempo. Estoy
seguro de que lo que tenga que decirme será muy interesante y se lo agradezco,
le agradezco que haga un esfuerzo para hablar conmigo.
- Es un placer para mí, en cierto modo hacerlo será
como librarme de un peso que no quiero llevarme a la tumba.
El trabajo de mi nieto, continuó, no me gustaba al principio a pesar de que era
muy rentable pero en resumidas cuentas ayuda a los demás cosa que yo no hice
nunca y no estoy orgulloso de ello, por eso quiero hablar con usted y me
quitaré algún kilo de encima, solo alguno…
En cuanto a sus dotes de observación, es usted muy
bueno y a pesar de que le observaba detenidamente, no me he dado cuenta de cómo
escudriñaba cada rincón…
Tiene usted razón, esta casa es decembrista,
construida por la familia de Ekaterina Trubyskaya a la muerte de su esposo a
poco de llegar a este paraje inhóspito entonces. Dicen que murió de tristeza
pero le puedo asegurar que su viuda, cuando él murió, rebosaba alegría y se
convirtió en una de las reinas del nivel cultural que alcanzó la ciudad que
apenas había nacido.
He vivido en ella toda mi vida, desde que el Soviet de
la ciudad se incautó de ella y aunque primero fue para oficinas pronto se
convirtió en domicilio de los jerarcas del régimen comunista y yo era el
Secretario General del mismo.
Al caer la URSS y llegar las privatizaciones de
Chubais la compré…Como usted sabrá a cada ciudadano de Rusia se le dio un
voucher, bono, como participación en los bienes del Estado, participación que
en el aún vigente código comunista le correspondía. Fue una torpeza más de las
muchas que se cometieron pero a mí me valió para mucho. La gente no sabía ni
quería saber para qué valía aquel papel y era fácil comprarlos por un puñado de
rublos que eran más papel mojado que el propio voucher. Acumulé los suficientes
para comprar casa y muebles y en ella moriré cuando Dios quiera.
No estoy orgulloso de lo que hice pero lo hubiera
hecho otro de no haber obrado yo así. Eran otros tiempos del sálvese quien
pueda y me salvé. Otra cosa es cómo me hice con el dinero para comprar los
bonos…
En cuanto a la puerta, está tan sucia que no sé cómo
ha podido darse cuenta de las incrustaciones, nadie lo percibe y todos creen que es un adorno más, nunca
ningún visitante me ha hecho mención alguna sobre ello. Tiene usted razón, es
ámbar de una pureza que ahora sé lo mucho que vale pero no cuando llegó a mis
manos.
Y el ámbar es la clave de todo lo que ocurrió hace
tantos años. Viktor me ha contado toda su peripecia en busca de una verdad
llena de otras verdades según quien la interprete y quizás le pueda aportar
algo en que cimentar su verdad, que será sólo la suya como todas las verdades y
que le llevará a la conclusión de si merece la pena o no seguir indagando en un
cruel pasado.
Tienen razón los que buscan el tren solo que no lo
encontrarán o no como ellos, ustedes, creen o quieren. El tren existió, ahora
lo sé y puedo recomponer su historia y motivos…pero…
En mi opinión ese tren se fue descargando en muchas
paradas, probablemente con la idea de financiar a los Soviet locales a base de
piedras preciosas, oro y plata aunque finalmente su destino fue otro más bien
particular…
Y lo sé porque hasta nosotros también llegó. Una noche
tuvimos que descargar catorce cajas desvencijadas, recicladas, reclaveteadas,
alemanas y muy pesadas, vaciarlas y llenarlas de piedras aunque nunca supe por
qué aunque ya lo intuyo.
De Kalinigrado se recuperó lo que se pudo pero estaba
destrozado, no teníamos ni cajas de embalar, ni material para hacerlas ni
personal que lo pudiese hacer ni quien conociera el valor exacto de lo que
teníamos entre manos y alguien decidió que podrían valer, al menos los metales
preciosos, para financiar al PCUS e ideó la forma de repartirlo, no sé en qué
medida ni en que sitios, y aquí nos llegaron los restos de aquello de lo que se
habla como el gran misterio.
La realidad es esa, no hay arcano ni nada que se le
parezca, entre alemanes y soviéticos lo destruimos y el remate fue repartirlo
con el cruel resultado que usted ya conoce. La Cámara de Ámbar nunca aparecerá
porque no existe ya, salvo lo que usted ha visto en la puerta de mi alcoba…o
poco más vaya a saber en dónde.
Las cajas contenían resina ámbar deteriorada
totalmente y que parecía de restos de muebles o de marcos de espejo o algo así
en una cantidad de unos sesenta kilos. La tiramos en el basurero de la ciudad
excepto eso poco de mi puerta, el marco y la flor, que guardé por curiosidad
ignorante de su precio. También contenía veinte kilos de oro en trozos
procedentes, lo mismo que la resina, de muebles y marcos o algo así y unos cien
de plata. La plata la vendimos, la hicimos dinero y la compraron sobre todo
extranjeros y el oro…me quedé con ello alegando que convenía tener una reserva
que nos cubriera de cualquier emergencia, incluso de la que podría suponer que
la URSS no se consolidase y tuviéramos que huir…la realidad es que nunca la
devolví y que es el origen de que en estos tiempos sea casi millonario.
Si me pregunta por qué recuerdo con exactitud las
cantidades le diré que hice un recibo sobre lo entregado que nadie me pidió
nunca y que le enseño y le entrego para que lo examine.
Así lo hizo sacando un papel amarillo de debajo de una
de sus almohadas y acercándomelo. Decía más o menos así:
“El Comité Central del PCUS ha hecho entrega al
camarada Secretario General del Soviet de Irkutsk de las siguientes cantidades
producto de determinadas requisas no mencionadas:
Sesenta kilos de ámbar
Veinte kilos de oro
Cien kilos de plata
El objetivo final de esta entrega es sufragar los
gastos que el citado Soviet genere con motivo de su gloriosa y patriótica
misión.”
La fecha estaba borrosa así como la firma que tenía
encima un tampón negro ilegible aunque se podía leer algo así en ella como
Vladimir Vladimirovich Leshennikov, que debía de ser el señor con el que
hablaba.
- Esto aclara muchas cosas, dije, incluidas las preguntas
sin respuestas del viaje de ese tren.
- Si, respondió, incluso su itinerario final parece
claro, de aquí a Puerto Baikal y de allí…no se sabe pero tampoco importa porque
ya estaba vacío.
- Es curioso pensar, le dije, que el misterio de la
Cámara no lo es tal, y triste creer que
la ignorancia y la maldad acabaron con ella de una forma tremenda. Ni siquiera
sé si merecían la pena tantas muertes.
- No quiero creer que solo a mí se me ha ocurrido esta
versión de los hechos y mucho menos que yo solamente firmé un recibo que al
final no ha servido para nada, por lo que si usted quiere recomponer la
historia entera debería buscar entre Kaliningrado y Puerto Baikal más datos
aunque solo sea por cerrar el asunto definitivamente. En algún lugar tiene que
haber documentos que avalen nuestra teoría. Usted sabrá si merece la pena.
Nos quedamos en silencio unos segundos eternos que él
rompió sacando una botella de vodka Moskovskaya, aquella tan popular que
Andropov mandó fabricar baratísima para ganarse el cariño de la gente cuando ya
no se creía, o se tenían grandes dudas, sobre la supremacía del “homus
sovieticus”. Como revancha por su escaso éxito Andropov promulgó la primera Ley
que regulaba y penaba el absentismo laboral por causa del alcohol. Y es que
aquí todo es posible y lo contrario también, como digo mil veces y como en este caso.
Brindamos en ese peculiar rito de la amistad eterna
entre los pueblos y sus gentes y nos despedimos.
Cuando cruzaba el umbral de su puerta me dijo:
- No vuelva, ya no me encontrará y no puedo perder el
tiempo hablando de las causas perdidas y de historias sin solución. No se lo
tome a mal, es simplemente que mi tiempo se ha acabado.
- Así lo haré, respondí, pero permítame una última
pregunta ¿Quién les dio la orden de actuar así?
-El Soviet de los Urales…más arriba no lo sé,
respondió.
Asentí con la cabeza y murmuré un gracias apagado
saliendo despacio con una sensación de que me ahogaba, de que me faltaba aire
aunque no había ninguna razón aparente. Qué pena de país y cómo me recordaba al
nuestro en aquello del buen vasallo y del buen señor… ¿Cómo es posible que
quisieran cambiar el mundo sin cambiar la infame condición humana? Si al menos
se hubieran dedicado a implantar aquella sin razón a sí mismos pero recordaba
que soviet significa asesor y que su última intención era asesorar al mundo
para que abrazara entero aquella sin razón teñida de sangre. Sin embargo la
maldad es inherente a la condición humana y nuestra Historia está escrita en
rojo toda ella. Hasta aquel personaje me parecía más humano con sus flaquezas
que todos los que subyacían en la historia de la revolución bolchevique.
¿Quién dio la orden de destrozar lo que quedara de la
Cámara?¿El propio Stalin? Poco importaba ya, el daño y el mal ya estaba hecho
irreparablemente…
Había oscurecido pero no tanto como para impedirme volver a casa
en mi moto, y quería hacerlo ya a pesar
de la invitación de Viktor a tomar la última copa. Decliné su ofrecimiento, le
di las gracias y prometí llamarle al día siguiente para hablar de su abuelo,
darle las gracias y hacerle el encargo de mi ordenador pero entonces solo
quería acogerme a la tranquilidad del hogar, al fuego de le estufa y dormir…si
podía…si mis pensamientos me dejaban…aquel hombre no era malo sino que le había
tocado en la lotería de la vida una etapa horrorosa en la que tuvo que decidir
si vivir o morir y decidió lo primero, un hijo de su tiempo…Su tragedia mayor
es entender que el pasado nunca se va sino que se esconde entre los pliegues
del corazón, entre las arrugas del rostro, en las canas y en los sueños pero
nunca se va…
Como había prometido le llamé al día siguiente y nos
reunimos para tomar algo. El ambiente era raro, estábamos juntos pero callados
como si ninguno quisiera ser el primero en hablar de lo sucedido el día
anterior. Por edad, dignidad y gobierno, que se decía antes, debía de comenzar
yo y así lo hice.
- Tu abuelo me pareció un gran hombre, le dije.
- Lo sé, respondió, aunque eso no me preocupa sino que
cada cosa nueva que oigo sobre mi tierra me desazona más y más y ahora, cuando
parece que levantamos la cabeza por fin, todo lo que se habla, se dice y se
sabe es peor que malo y no sé si quiero saberlo, concluyó.
- No todo es malo, solo hay que ponerlo en su
contexto, en su tiempo y saber separar el grano de la hoja.
- Sepáralo para
mí, por favor, porque yo cada día entiendo menos.
- Mira, continué, en el marco de la Revolución de
Octubre se hicieron barbaridades y se cometieron crímenes atroces, de eso no
tengas la menor duda porque fue así. Pero salvo casos muy excepcionales propios
de la terrible condición humana y de las guerras, la participación de la URSS
en la Gran Guerra Patria fue magnífica, heroica y sangrienta también y, sin
ella, se podría quizás haber derrotado al III Reich o no pero, en el mejor de
los casos, habría costado muchas vidas más, muchos sufrimientos más y, en el
peor, la capital de Europa ahora sería Berlín.
Por otra parte ni tú ni nadie de tu generación tienen
la culpa de nada, tampoco de lo bueno, porque ni siquiera habíais nacido. El
mundo gira empujado por gente corriente que madruga cada día para ganarse el
pan honradamente, gente a la que confundimos con sus gobernantes en un alarde
de simpleza intelectual y, de tal forma lo hacemos, que logramos que se sientan
culpables por nada que no hubieran ni siquiera podido evitar.
Y no te voy a dar una lección pretenciosa y gratuita
sobre tu tierra pero te invito a que repases la Historia y te desafío a que
encuentres en ella un solo ruso que haya cometido los crímenes que se le
atribuyen a la URSS. Eslavos y caucásicos sí, pero rusos no. Piénsalo.
- No sé por qué me dices todo eso…
- Porque es verdad, le contesté sin dejarle continuar,
y porque eres un jovenzuelo que no sabes de la vida ni la cuarta parte que yo.
Se echó a reír al verme tan serio y, más tarde me
confesó, que la seguridad con la que hablaba le infundía respeto y, a la vez,
le daba seguridad, una seguridad que le hacía sentirse cómodo y tranquilo.
Las birras llenaban nuestras tripas ya de mala manera
cuando nos separamos con un fuerte abrazo.
- ¿Sabes lo que voy a hacer ahora mismo? inquirió
Viktor.
- Pues no, le respondí.
- Voy ir a visitar a mi abuelo y le voy a dar un
abrazo enorme, de esos sin palabras.
- Estoy seguro de que lo pasó mal hablando conmigo, de
que le traje malos recuerdos, quizás mala conciencia y seguro que está deseando
saber qué piensas y ese abrazo que le darás será la respuesta a todas sus
dudas.
Me puse el casco de piloto y de repente me di cuenta
que se me olvidaba algo importante y como él ya había arrancado me crucé con la
moto para que parara.
- Viktor, necesito un ordenador, bueno, bonito y
barato por ese orden.
Se echó a reír diciéndome que para que lo quería si yo sabía más que aquel trasto y es que la
bebida hace decir tonterías muchas, demasiadas, veces.
- Lo tendrás la semana que viene seguro que a buen
precio pero me tendrás que enseñar a usarlo, dijo mientras se alejaba.
Apañado estaba si pensaba que le podía ayudar en eso
por mucho que me hubiera convertido, muy a mi pesar, en su oráculo de Delfos
personal.
En casa todo seguía igual pero una intranquilidad se
hacía hueco en mí, esa intuición que siempre me acompañaba, como si algo fuera
a pasar aunque no podía precisar qué y lo malo era que ese sexto sentido no me
solía fallar aunque sólo cabía esperar… hasta que llegó Aleksander Volkov con
su sonrisa de donuts y palabrería fácil para mamá pero, claro, algo fallaba,
malas noticias no podían ser porque o era, lo era, un caradura extraordinario o
había acertado una quiniela de catorce resultados y venía a decírmelo. Y Olga
tan feliz aprovechando para ejercer de
madraza regañándole por venir con aquel tiempo, que debía haber esperado
un poco más y bla, bla, bla…
- Tenemos mucho de qué hablar, me dijo, pero prefiero
con calma aunque no me importa que sea aquí. Es importante a medias nada más.
- Después de comer mejor, que pienso mal con el
estómago vacío… ¿No me dijiste una vez que no sé qué personaje de las novelas
de caballería de España decía que no se puede manejar la espada sin el buen
gobierno de las tripas?
!!!Alonso Quijano capullo¡¡¡ pensé…y creo que me
entendió…
Olga no tenía nada preparado para tal visita y me
ofrecí a poner una fabada de lata, caducada pero no hinchada todavía. Olga no
comía alubias y yo me excusaría…por si acaso…
Aún me gustaba ser malo, más que nada porque cuando
era bueno me aburría. Mucho después decidí ser bueno por si había Cielo.
Pensaba que aguantar a tanto canalla durante una vida era terrible pero si era
cierto todo en lo que creía y no tenía el billete para el lugar de los buenos,
tendría que aguantarles otra vez pero entonces sería para toda una eternidad y
por ahí sí que no pasaba de ninguna manera.
Mientras calentaba las latas me reía sólo acordándome
de que años antes en Terespol, Polonia, unos imberbes guardas fronterizos me
retuvieron cerca de cinco horas en el coche con el motor apagado y con un frío
de mil pares hasta que descubrieron que llevaba en el maletero un paquete de
yogures que, por supuesto, me requisaron alegando que no se podían introducir
alimentos en el país…omití decirles que los llevaba para tirarlos porque hacía
quince días que habían caducado y deseé firmemente que tuvieran un
desprendimiento de retina que les tuviera en el cuarto de baño al menos el
tiempo que yo había tenido que estar allí…
Después del café nos pusimos al día aunque le dejé
hablar primero a él.
Me extendió dos sobres en los que se leía claramente
la dirección con su nombre aunque estaban abiertos. En la plaza de la Lubianka
solo había un portal y no era precisamente el de un bar sino el del FSB y en la
segunda planta tenía su despacho aquel ganapán. El descuido era tan garrafal
que sólo pude pensar que lo hacía con alguna intención aunque no imaginaba cual
era.
En el remite el nombre de Vladimir y una dirección en
un hotel de Minsk que supuse temporal.
Abrí el primero y en él encontré recibos similares al
que me proporcionó el abuelo de Viktor fechados en Minsk, Pinsk y Moguilov con
la única variante de las cantidades recibidas y esperé a que me diera una
explicación que ya conocía.
- Como puede usted ver, a lo largo de la vía férrea se
produjo un destrozo del patrimonio que comenzó en el expolio de Kaliningrado y,
sin seguir más adelante, se puede decir que la Cámara de Ámbar nunca aparecerá
y que la dilapidamos nosotros mismos ignorantes de su valor. No podemos echarle
la culpa a nadie. Nuestro trabajo de investigación completado por Vladimir ha
sido completamente inútil, no vale ni para un kompromat que ni siquiera tiene
por qué ser cierto.
Le interrumpí para enseñarle mi recibo y se echó a
reír diciéndome:
- Verdaderamente es muy bueno en lo que hace, más bien
hacía, y además tiene suerte, algo que ya sabía también. Ahora, cerrado este
asunto que no podemos resolver ¿Qué podríamos hacer con la información? concluyó
volviéndome a tratar de usted.
- Perdona que sea grosero después de comer pero en mi
tierra hay un giro dialéctico que viene a decir que la mierda cuanto más se
mueve peor huele…lo que significa que hay cosas que es mejor dejarlas estar.
- Me parece bien y por mi parte así será. En el segundo
sobre encontrarás otro sobre dirigido a ti. Creo que Vladimir quería que lo
abriera, no tiene sentido que no te lo mandara directamente pero tiene usted mi
palabra de que no lo he hecho.
- Lo leeré más tarde, le respondí.
- Hay otro tema como es cumplir lo prometido a Ruslán
y necesito hablar con él cuanto antes para que nada más llegue el buen tiempo
hacer el viaje. También necesito datos para buscar a sus familiares que a lo
mejor ni existen ya.
- Podemos ir mañana mismo, le dije, nos llenaremos de barro
pero después tú me ayudarás a limpiar la moto.
Menos mal que
parece le quedaba algo de vergüenza que engañar a aquel anciano sería una
canallada …Habló muy firmemente cuando se lo prometió pero de este elemento ya
no me fiaba un pelo porque no había dicho una verdad en su vida…En el caso de
que se le hubiera olvidado, por decirlo de una manera suave, lo tendría que
asumir yo aunque no me hacía mucha gracia que el Cáucaso estaba muy revuelto,
en pié de guerra y, la verdad, no estaba ya para estos trotes que los años y la
dolce far niente habían hecho estragos en mi cuerpo y en mi ánimo…más en el
segundo porque el frío conserva y cortar leña endurece, de hecho había
adelgazado un par de kilos y algunos pantalones me quedaban como a Cantinflas…
- No vayas al hotel, intervino Olga, es tarde y mañana
no tendrás que madrugar si te quedas. Desayunaremos juntos que tendrás que
estar fuerte para limpiar la moto dijo riéndose…
- De acuerdo madre, respondió. ¿Ya tiene ordenador
Alfredo? preguntó.
- Pues creo que no dijo ella, al menos no lo tendrá
hasta la semana que viene.
- Pues internet ya tiene…y tengo interés en que lea
algo sobre la Operación Focks, pero no os alarméis no es por nada, solo que
afecta a su país y quizás le guste leerlo. Lo leí por casualidad sobre los
planes de Stalin para su país, sólo es una curiosidad, ni siquiera se puede
jugar con ella a la Geopolítica ficción. Solo eso.
Me quedé con los ojos a cuadros mientras Olga se reía
porque cuando me habló de comprar el aparato ya sabía que tendría la conexión
en breve…
A la mañana siguiente Aleksander desayunó frugalmente,
no se encontraba bien del estómago y, en mi fuero interno, me reía de mi maldad
aunque él había colaborado decisivamente comiendo más de lo que debía…yo meditaba
sobre cuando leer la carta de Vladimir…me daba miedo…creía que no serían buenas
noticias…
Ruslán nos recibió con una amplia sonrisa y con sorpresa
y, creo, con agrado. Se ofreció a prepararnos un té que Aleksander aceptó
encantado…
La conversación se generalizó y rebuscando en cómo
encontrar a su familia nos dio una gran lección de Historia que nunca olvidaré
por cuanto seguí posteriormente indagando sobre lo que nos comentó.
Hurgando en su memoria recordaba que su familia era de
origen armenio y se refirió ampliamente al genocidio a manos de los turcos de
sus antepasados no muy lejanos.
- No les he mentido pero tampoco les he dicho toda la
verdad. El verdadero apellido de mi familia era el de Abakimyan y mis
antepasados adoptaron el rusificado Mamedov por la vía del matrimonio, algo muy
conveniente en aquellos tiempos y más con el miedo en los huesos con el que
salieron de su tierra para afincarse aquí tras el genocidio de nuestro pueblo.
Yo nací en Grozny aquella capital bautizada con el sobrenombre terrible de Iván
IV pero, como les he dicho, soy de origen armenio que, en definitiva es ser del
Cáucaso, toda la Humanidad tiene su origen allí, en el monte Ararat, como
seguro que ustedes saben muy bien.
No crean que aquel asesinato masivo fue algo
puntual sino que se venía produciendo
desde el sultanato de Abdul Hamid, sultán que da el nombre a las “Matanzas
Hamidianas” entre 1894 y 1896. Solo en la quema de la catedral de Urga en la
que se habían refugiado los armenios,
murieron quemados vivos más de tres mil y en 1909 se produjeron las “Visperas
Cilicianas” a las que da nombre el
antiguo reino de Cilicia que ocupó Armenia en la Edad Media, matanzas que
produjeron más de veinte mil víctimas…Los Jóvenes Turcos del partido Comité para la Unión y el Progreso
sólo elevaron la maldad a su grado más extremo a pesar de que fueron recibidos
por la comunidad armenia con alegría pensando que peor que les iba no podía
ser…se equivocaron…ahora nadie quiere saber nada de Armenia, quizás Rusia…a los
turcos les han perdonado todo…
No queda tanto de mi familia, creo, porque tampoco
éramos muchos pero descendientes mezclados con otras etnias del Cáucaso tiene
que haber, nietos o bisnietos de mis hermanos, quizás alguno de ellos, viejos
como yo…Le daré todos los datos que pueda.
También me gustaría saber que han averiguado sobre el
tren y por qué murieron aquellos soldados ¿Merecía la pena tanto dolor? concluyó.
Aleksander le puso sinceramente al corriente, no
omitió nada para concluir que fue un crimen inexplicable e innecesario porque
aquellos jóvenes no representaban ningún peligro para nada ni para nadie…
Mesándose los cabellos aquel anciano, repitió mil
veces que el comunismo era intrínsecamente malo porque imponía su verdad a la
fuerza, sin reparar en daños, y
olvidando que los principios de la Democracia, inspirada en la Grecia antigua y
en Perícles fundamentalmente, respetaban los derechos individuales y la
libertad de pensamiento, negando la posibilidad de imponer criterios por la
fuerza de la sinrazón.
Aquel hombre era un sabio pensé, y parecía
inexplicable su capacidad de comprensión y su conocimiento dado sobre todo su
modo de vida, aislado y solo acompañado de sus libros, libros que él mismo
podría reescribir.
Poco a poco, malo pa malu, la conversación tomó otros
derroteros en los que todos nos sentimos más cómodos, e incluso, Ruslán, quizás
animado porque podría cumplir su sueño, se mostró alegre y confiado como nunca
le había visto.
La tarde se nos echaba encima y había que regresar y
en cuanto tuvieron concretadas las fechas y otros detalles del viaje,
emprendimos el regreso con cierto tono alegre.
Al poco de arrancar Aleksander preguntó:
- ¿Ha leído ya la carta de Vladimir?
- Pues no, repliqué, tengo ciertos temores que me
dicen que no hay nada bueno en ella y estoy posponiendo la lectura
deliberadamente sin encontrar el momento de abrirla. ¿No la has abierto tú?
- Sé que no confía en mí pero por extraño que le
parezca y le repito no lo he hecho y podría haberla abierto sin que usted llegara
a sospecharlo nunca, dijo.
- No puedo creer que hay sido una ligereza tuya dejar
que viera tu dirección en los sobres…
- He cambiado y mucho, no me ha sentado bien moverme
entre las miserias de mi país y de sus gentes y pretendo tener una relación
sincera con usted. Creo que es honesto y además vive con mi madre por lo que
mantenernos en una situación de desconfianza no sería lo más deseable. Estoy
siendo sincero y sólo espero que me crea.
Me mantuve en silencio unos segundos, no
demasiados, antes de responder sabiendo
de sobra que callar desconcertaba al interlocutor y titubeando deliberadamente
le contesté que de acuerdo, que me parecía bien lo que proponía y que trataría
de creerle aunque llevaría su tiempo hacerlo.
- No me importa, dijo, si lo intenta tendré mucho
ganado y comprendo sus reticencias pero cuando me conozca más comprenderá que
quiero formar parte de esta familia. Léala por favor, puede ser importante. Su
coche ha aparecido en Moscú pero no lo llevaba él. No sé nada de él hace más de
un mes salvo las cartas, y el Lada se lo cogió la Policía a unos matones de la
mafia Tombovskaya, más bien a una rama que se ha desplazado a la capital. No
nos dijeron de donde lo habían sacado y no nos lo dirán porque por sus
tatuajes, y sin mirar más antecedentes, han estado más tiempo en la cárcel que
en la calle y por robar un coche poco les va a caer que no puedan
soportar…Vladimir estaba en Bielorrusia hasta que le perdí la pista y el coche
en Moscú… todo es muy raro y me intranquiliza.
Asentí con la cabeza con gesto de preocupación,
prometí abrirla nada más llegara a casa y comentarle el contenido, incluso
dejársela leer y le comenté que mi amigo sabía arreglárselas, sobre todo para
tranquilizarme a mí mismo, y continuamos en silencio nuestro camino y, al
llegar, preguntó a su madre si se podría quedar a dormir y la respuesta de su
madre fue la que cabría esperar en Rusia, en España y en la China, que eso de
ser madre es lo más hermoso que ha hecho la Naturaleza y que crea unos vínculos
indestructibles entre madres e hijos. Seguro que ya estaba pensando en que
poner de desayuno a su vástago…
Esperé a quedarme solo y que durmieran, o lo pareciera,
para abrir la misiva, mientras pensaba que por qué Aleksander ahora me tuteaba
o me hablaba de usted indistintamente.
“Querido amigo Alfredo, mucho más que amigo diría yo,
el Destino nos unió y quizás ese mismo Destino nos separe. Tú no crees en la
Sudba pero sé que crees en mí que, en definitiva es lo mismo, y por eso te
quiero confiar mis pensamientos y lo que has significado en mi vida.
Encontrar a alguien que piense como yo, que se sienta
eslavo y nos comprenda, es lo mejor que me ha pasado en la vida. Hemos vivido
juntos, hemos llegado a entendernos sin hablar y hemos disfrutado de nuestra
libertad haciendo de estos últimos años los mejores que he vivido y quiero que
lo que me quede de vida sea un continuo recordar nuestras ¿aventuras? Sé que
sientes lo mismo por mí y, por ello, te pido que me lleves siempre en tu
pensamiento.
No quiero
ponerme dramático, simplemente pretendo que lo sepas.
Hay cosas que debes de saber, una referida a mí y la
otra Volkov y las dos tienen su importancia aunque el orden lo debes de poner
tú mismo. Del ámbar olvídate, cuando leas estas líneas ya sabrás que lo
destruimos por ignorantes, por malvados y por estúpidos y siento mucho que las
ventanas de vuestro hogar nunca lleguen a ser de esa resina como prometí a
Olga. Lo único cierto de esta historia es la muerte innecesaria de muchos
jóvenes que creían ayudar a salvar su Patria…lo demás…ni siquiera valdría para
el kompromat que pretendía, ya no, Volkov. Un kompromat vale mil dólares…no
hace falta tanto esfuerzo, sólo una mísera cantidad de dinero.
Volkov ha cambiado y mucho aunque solo puedo intuir el
por qué. Se ha vuelto más humano, piensa en los demás y se ha metido en charcas
de aguas fecales hasta el cuello para acabar empachado. Creo que ha visto en
nosotros, en Olga, en su tía Yulia y Oleg su marido, un espejo en donde mirarse
para aprender que para ser feliz hace falta muy poco, mucho menos de lo que él
ha tenido y tiene y creo que, a partir de ahora, debes de confiar en él en la
seguridad de que no te va a defraudar. Dale un voto de confianza y no te
arrepentirás. Guarda un doloroso secreto en su corazón pero solo él debe
decidir si decírtelo o no. Y no seré yo quien traicione su confianza. Creo que
te lo dirá cuando haya llegado el momento o quizás nunca porque puede afectar a
vuestras relaciones. En cualquier caso, si no te lo cuenta solo será por
modestia, por incluso timidez aunque te extrañe, nunca por ocultarlo consciente
de que callar hará más bien que mal.
En cuanto a mí… lo mejor es decirlo directamente…me
robaron, me apalearon y he quedado en silla de ruedas…cuando me recogieron
hacía tres días que estaba tirado en una cuneta y ya no había remedio para mis
lesiones. No hay nada más, simplemente unos pandilleros querían mi Lada
amarillo…nuestro fiel aliado era objeto de deseo para unos desalmados, y si no fuera trágico resultaría hasta cómico…¿Qué
voy a hacer? Estoy cuidado en una especie de asilo para veteranos cerca de
Minsk y no intentaré salir de aquí, no quiero que nadie me vea así y, por otra
parte, tengo quien me cuide y no necesito más. Se a lo que renuncio pero no
quiero nada más, simplemente vivir tranquilo lo que me quede de vida y poder
rememorar todo lo vivido.
Te agradecería que no intentaras buscarme, no serviría
de nada salvo aumentar mi dolor, un dolor que ahora no siento y no me gustaría
que me recordaras vencido y lo que te digo vale también para Volkov, para
cualquiera…déjalo estar así, recuérdame y si algún día puedes, devuélveles la
paliza a aquellos cabrones.
Un abrazo muy fuerte amigo mío, saluda a Olga y no llores
mi pérdida porque merece más la pena lo vivido que cualquier lágrima. Estos últimos años han sido los mejores y ha
merecido la pena vivir los otros para disfrutar de estos. Por ser han sido
hasta divertidos¡¡¡
A mi familia ni una palabra aunque dudo que te
recibieran… haré lo posible por dejarles en buena posición que, al fin y al
cabo, son lo único que tengo y seguramente lo único que quieren…
S ubaseniem, tboi drug
Vladimir Vladimirovich
Ignatiev “
Pasé la noche en vela dándole vueltas a la misiva,
desconcertado, triste, sin respuestas, sin soluciones y me dio el alba
despierto y con la sensación extraña de que ya no me gustaban aquellos
amaneceres.
Pasé largas horas, no dormir se estaba convirtiendo
casi en un hábito, viendo como en una película nuestra vida desde aquel día en
Varsovia…sus risas, sus complicidades, sus silencios cómplices tan explícitos,
sus cigarros que olían fatal, su vino georgiano…su amistad con mayúsculas…tenía
la sensación de que mis noches empezaban a ser muy largas…
Sólo saqué en
limpio que debería dejar leer la carta a Aleksander y él sabría qué decisión
tomar sobre aquel secreto que Vladimir anunciaba. Lo demás…perder un amigo es
dejar morir algo en el alma…
Por la mañana le dije que le acompañaría a la ciudad
cuando marchara porque tenía que hacer unas cosas y ver si Viktor había
conseguido el ordenador, algo que podía hacer por teléfono pero no se me
ocurrió una excusa mejor y tampoco nadie me preguntaría sobre tan estúpido
motivo, simplemente entenderían los dos que quería hablar con Aleksander a
solas.
Por el camino le dije que ya había leído la carta de
Vladimir y que convenía que la leyera él también. Asintió y nos dirigimos a la
cafetería para que pudiera hacerlo tranquilo.
Leyó en silencio y al acabar dijo:
- No tengo nada que decir por el momento. Lo que dice
en esta carta es cierto todo pero no estoy aun en condiciones de sincerarme
contigo. Quizás la próxima vez…cuando venga a buscar a Ruslán…
Recogió su pelliza y se marchó con aire cansado, como
si hubiera envejecido de repente.