“En España, el uso desproporcionado de la fuerza por la policía es todavía habitual en la dispersión de las manifestaciones callejeras”. Así se denuncia en un documento del Ministerio de Exteriores ruso, presentado el jueves en Bruselas. El informe ofrece el punto de vista oficial de Moscú sobre la violación de los derechos humanos en los 28 países miembros de la Unión Europea. El documento, de 153 páginas, dedica cuatro al caso español.
Para justificar las acusaciones sobre los antidisturbios españoles, el texto recoge algunos casos aislados: la “detención de L. Ródenas”, durante una manifestación con motivo del 15M en Madrid, “en la que ella no participaba”; “las heridas producidas a un niño de 13 años en Tarragona, en noviembre de 2012”, y la acción que provocó la pérdida de un ojo a Ester Quintana en Barcelona, el 14 de noviembre del mismo año. (Estos dos últimos, víctimas de los Mossos D’Esquadra).
El redactor del capítulo español subraya los principales puntos negros, según él,  de nuestro país: la violencia de género y la violación de los derechos de la mujer; la xenofobia y el racismo; y la violación de los derechos de los detenidos.
“Bandas neonazis, muerte en las prisiones”
Ester Quinana.Ester Quinana.
La crisis económica ha provocado también, según los funcionarios rusos, un aumento de la xenofobia, a pesar –admiten-  de que “la sociedad española se caracteriza  tradicionalmente por su tolerancia”, y cita precisamente al “Movimiento contra la Intoleracia” para afirmar que hay en España “más de 200 bandas neonazis, con un número total de 10.00 miembros”.

Para ilustrar su denuncia sobre los maltratos en prisión, se pone como ejemplo el caso del “militante de ETA”, Josu Bolinaga, y se afirma que, entre 2005 y 2010, 799 presos murieron en prisiones españolas “a causa de enfermedades”. Curiosamente, cuando se refiere a ETA no la califica de organización terrorista, algo que los voceros  rusos hacen habitualmente, no para tomar partido, sino porque siempre han querido hacer un paralelismo entre las bombas de los radicales chechenos y  las acciones de cualquier otro grupo terrorista internacional.
Los otros 27 países de la UE reciben un tratamiento parecido, con apartados específicos, dependiendo de los clichés que cada uno provocan en Moscú y del grado de animosidad de la diplomacia de Putin hacia cada capital europea.
Josu Bolinaga. (Efe)Josu Bolinaga. (Efe)
En plena crisis ucraniana, con el bando pro-europeo dejando víctimas sobre el hielo, el informe ruso forma parte de la nueva ofensiva paracontrarrestar la información occidental sobre la marca Rusia, y denunciar la supuesta hipocresía de la UE. Pero la iniciativa de la diplomacia moscovita queda en evidencia desde el momento en que el informe es un refrito, retocado con detalles a la salsa rusa, de los informes de varias organizaciones no gubernamentales, como Amnistía Internacional o Human Rights Watch, que en Rusia sufren el acoso del régimen y son consideradas como “agentes extranjeros”, es decir, espías.

La contraofensiva propagandística de Putin recalca  el trato en las prisiones, como en el caso de España, pero no por ello podrá borrar  la imagen indigna de las ergástulas  rusas y el caso emblemático de Sergey Magnitsky, muerto en su celda después de desvelar un caso de corrupción multimillonario en las altas esferas de la aduana y el Ministerio del interior ruso. El caso Magnistky ha sido una de las principales causas de distanciamiento entre la Casa Blanca y el Kremlin. La víctima trabajaba para una empresa norteamericana cuyos dirigentes tuvieron que abandonar Moscú por piernas.
Hipocresía de la UE
En pocos capítulos de los relatados por el informe Rusia saldría airosa en comparación con la mayoría de los 28 países comunitarios. Pero la intención de la iniciativa no es defender lo inexcusable en su casa, sino afirmar que la Unión Europea pretende dar lecciones sobre respeto a los derechos humanos cuando debería vigilar su propio patio.
El documento fue presentado por el responsable de Derechos humanos, Democracia y Estado de derecho, del Ministerios de Asuntos Exteriores ruso,Konstantin Dolgov. En sus palabras de presentación, Dolgov también denunció que “los países de la Unión Europea intentan imponer en otros países su visión sobre el matrimonio gay y la homosexualidad”. Otro punto de disputa entre Moscú y otras capitales y que sólo la inminencia de los juegos de Sochi parece haber calmado, de momento.
Moscú censura comportamientos antidemocráticos o violación de derechos en países de la UE, pero otra gran diferencia entre la mayoría de esos países y Rusia es que esos regímenes dejan libremente a los medios de prensa locales denunciar a sus propias autoridades. El Kremlin se afana en delatar el caso Snowden, la colaboración de ciertas capitales europeas con los vuelos secretos de la CIA u otros comportamientos poco ejemplares protagonizados por gobiernos de la Europa occidental, pero esas denuncias son ya conocidas y bien documentadas en esos países. No se puede decir lo mismo del grado de libertad de la prensa rusa, bajo tutela del poder político, salvo contadas excepciones.  
Corrupción generalizada, justicia sometida al poder, censura de prensa,  ley anti-ONG, Jodorkovski, Pussy Riots, Ley anti homosexuales… Vladimir Putinlo tiene difícil para mejorar la imagen de su régimen en el exterior. Pero no es ese su objetivo. Putin explota el nacionalismo.  Y en ese terreno su propia imagen se refuerza en la fricción con “el extranjero”.