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lunes, 17 de septiembre de 2012

Putin y su mirada

Fría, distante, enigmática, amenazante, hierática, inexpresiva.....he oído y leído de todo y mas pero a nadie le he oído decir o visto escribir que en realidad su mirada refleja tristeza, preocupación y temor y eso es lo que creo que muestra.
Nadie me ha pedido que le defienda, tampoco es mi intención y además ni falta que le hace, simplemente expreso una opinión que, por supuesto, no tiene que ser compartida pero en la que creo y diré por qué.
En primer lugar tiene como misión recomponer un Imperio, Economía, Fuerzas Armadas, Justicia, distribución territorial adecuada, fomento de la industria, justeza social, estabilidad en todos los ordenes, relaciones internacionales...y se enfrenta por ello con parte de su población y con un tratamiento injusto desde el exterior y además no lo entiende. Las razones de esta situación habría que buscarlas en las características de los imperios, garantizan a toda costa el orden y la cohesión pero son reacios a los cambios y el dilema es como cambiar todo sin que cambie nada y esto es lo que esconde su mirada en su aspecto preocupado a sabiendas de que en el Siglo XXI la razón de Estado no puede valer para todo y sin embargo debe de aplicarla.
El temor viene derivado de que sus defensas de todo tipo de las que he hablado largo y tendido en otras entradas contra la expansión occidental en el marco postsoviético, van bien, muy bien,  pero no en la medida o a la velocidad  que el quisiera y tema que el enemigo exterior le rebase o que la Primavera árabe se extienda en su territorio por la torpeza ajenas o mil problemas mas.
Y la tristeza viene ocasionada porque nunca mas podrá tomar un café con sus amigos en cualquiera de las mil y una cafeterías de Moscú hablando de banalidades y lo sabe y pudiera ser que no se le reconozcan sus sacrificos y que  la Historia le juzgue mal, que al final los regidores de los destino mundiales tambien son de carne y hueso aunque no lo parezcan y a lo mejor Putin está maldiciendo el día en que se metió en este lío.
Todo ello le convierte en el símbolo de Rusia como Torm Country, como país atormentado, incomprendido, misterioso como su Historia y orígenes y no solo no lo evita sino que lo potencia porque al pueblo ruso le gustan estos líderes que plantan cara a Occidente y al final el bueno de Vladimir se identifica con la tortuosa tradición expresada por Tolstoi de que el ruso se identifica con el sufrimiento porque le acerca a Cristo y Cristo a el que para referirse a un Estado laico es mucho decir.

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